Hoy volví de Tucumán. Eran las 13.15 y le estaba sacando una foto al reloj de los ingleses. Con frío y bajo la lluvia me subí a las corridas al 56 y saqué 80 como hace más de diez días no hago. Una señora, en el primer asiento, me miró desconfiada; mis alpargatas sucias, pelo y ropa sucia, la campera azul de colectivero que vaya a saber quién me regaló y un bolso y una mochila que han perdido su color me hacían una persona peligrosa. Ella era un poco desconfiada. Todas las señoras que eligen el primer asiento, el de uno, son sospechosas. Son parientes o amigas del colectivero y generan una intriga gris de esas que se toman con ginebra.
Lo cierto es que llegué después de 27 horas de tren. El Ferrocentral fue una mierda. Mi vagón, que pagué como Pullman, rompió el aire acondicionado. Entonces pagué como Pullman un boleto que viaja como Turista. Todo bien. Me voy al vagón comedor, pensé. Error. Tenés que consumir para sentarte. Y bueno, guacho, dame una gaseosa. Sale dos pesos. Ok y ¿el agua cuánto sale, guacho? El agua sale 1.80. Bueno, dame un agua entonces. Ojo, lo de guacho no se lo decía, solo pensaba en esa palabra. El vagón comedor fue un lugar de reunión para varios del Pullman. "Altos personajes", como dicen por ahí algunos bloggers. Todo muy lindo, muy pulcro, un encargado por vagón, hasta seguridad privada en los de Turista. Eso sí, claro, en Pullman no pusieron seguridad privada. Solo los pobres necesitan un poco de control; el resto del tren no. Tampoco los pobres necesitan aire acondicionado, para eso están las ventanas. Después de todo, el tren es una propiedad privatizada y privada.
En casa estaba el nuevo amigo francés. Se fue a Uruguay porque dice que se aburre en Buenos Aires. Y yo llegué entusiasmadísimo con varias fiestas. Este pibe no sabe nada o se junta con todos nerds. Comimos en la parrillita de la Trattoria di Carlo. No tiene página web pero deberían ir: corrientes y ayacucho.
La ausencia de Luna me deja sin aire. Parece que no aguantaré los diez días que quedan. Está muy lejos. Donde estuve hace unas 40 horas. Un despropósito esta separación obligada. Si me lee su amiga me mata pero qué bueno que decida venirse de loca, nomás.
Fútbol
Otra vez hubo fútbol con mis amigos recientes. Tienen la particularidad de armar partidos parejos. Hoy perdimos por un solo gol. Si Ezequiel hubiera estado un poco más relajado y Terranova hubiera permanecido en la defensa (porque el tipo saca y frena a cualquiera que venga, después es otra historia, pero si quiere es una muralla) otro hubiera sido el cantar. Claro, un gol no es mucho para quejarse. Pero sí, porque a mitad del partido el señor Lantos no pudo más con su músculo y (para mí) se desgarró. Rengo se fue. Así dejó al equipo de Tomas y Llach con uno menos. De Ambrosio me sacó la ficha y metió como cuatro goles seguidos. Una bronca... porque aguantaron todo lo que quedaba con uno menos y, repito, ganaron por un gol. El Jefe Incardona estuvo un poco flojo, al igual que todos. A mí me dejaron roja una rodilla y me sacaron de lugar el dedo anular derecho. Buena excusa para apurar las cosas, ¿no es así, Luna?
Terminamos pronto porque cada uno tiene cosas que hacer en la casa. O vos te creés que son todos vagos como yo. Al llegar a casa me compré una fría descartable y le entré a un pancho horrible de esos que no tienen ni gusto a enmalestado.
Mañana habrá que seguir leyendo a Lolamaar, al Cocinero, los últimos del Remisero y los viejos de Natalia. Pero hay más... así que me voy a dormir. Después les cuento del libro que voy a hacer sobre mi reciente viaje.
5 comentarios:
Ellos jugaron bien. Pero no perdimos por un gol, empatamos.
un abrazo
es lindo que escribas un poco para luna...
Luna es distincta de Sol ?
Si, pero es tan ardiente como la estrella.
Bueno, acá estoy... Y no me vuelvo sólo porque quiero creer en eso que usted tanto pone en el lugar de dios.
Si las cartas se repartieron así, por algo será...
Y como dice lola, qué lindo que escriba un poco para luna... :)
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