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miércoles, diciembre 15, 2010

Escena 1 - Macri 0

y la guerra continúa





Antes, para que abrieran sus puertas, a los dueños de estos espacios se les exigía que la habilitación fuera un hecho. No es –por los gastos que implica y las sucesivas dilaciones– lo único difícil cuando el arte es a pulmón. Incluso es una traba iniciar el expediente. Eso sugiere por qué muchas de estas salas estaban fuera de norma. Así lo explica Juan Manuel Beati, asesor legal del ministro de Cultura, Hernán Lombardi. “La habilitación no es una nota más. Se presenta a través de un gestor y con planos aprobados por arquitectos. Tiene que constar en una escritura y tiene que haber instalaciones certificadas por profesionales idóneos. Y hay un arancel para la presentación.” Por su parte, Seijo, miembro de la Comisión Legal de Escena, se refiere a la dificultad de cumplir con lo que se les pide: “No somos empresarios con un capital a priori para invertir. El nuestro es un capital simbólico”. En síntesis, la nueva ley puede ser leída como un ajuste entre requisitos gubernamentales y posibilidades de los creadores. En poco tiempo, Escena –que se conformó a mediados de este año y que reúne a dieciséis espacios– logró mucho.




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lunes, noviembre 22, 2010

¿Qué tienen en común?

un proyecto de ley



Juan Carlos Gené, Abelardo Castillo, Sylvia Iparraguirre, Diana Bellessi, Jorge Boccanera, Laura Devetach, Gustavo Roldán, Ricardo Foster, María Rosa Lojo, Cristina Banegas, Alberto Sava, Eduardo Jozami, Mario Toer, Hugo Díz, Omar Borré, Raúl Artola, Laura Yasán, José María Pallaoro, Graciela Cros, Ricardo Halac, Paulina Vinderman, Ernesto Goldar, Ridrigo Daskal, Alberto Boco, Liliana Lukin, Julio Carabelli, Alberto Muñoz, Claudia Tomas, César Bisso, Franco Vaccarini, Alberto Szpunberg, Elida Manselli, Carlos Aprea, Beatriz Schaefer Peña, Antoaneta Madjarova, Manuel Santos, Carlos Fos, Eduardo Garavaglia, Susana Murillo, José Emilio Tallarico, Mónica Viñao, Alberto Luis Ponzo, Enrique Papatino, Alejandro Rofman, Ricardo Costa, Patricia Zuárez, Daniel Zaballa, Roberto Ibáñez, Fernando Almirón, Rogelio Ramos Signés, Jorge Rivelli, Héctor Levy-Daniel, Osvaldo Gallone, Patricia Sibar, Jorge Luis Ubertalli, Miguel Espejo, Eugenia Békeris, Edgardo Russo, Alberto Jorge Lapolla, Ana Becciú, Rolando Revagliatti, Carlos Levy, Julio Rudman, Cecilia Glanzmann, Roberto Lionel Galati, Héctor Cruz, Graciela Falbo, Luis Ruben Poli, Alicia Susana Gómez, Florencia Lo Celso, Juan Vitali, Ester Spiner, Marta Braier, Ana Zabala, Héctor Celano, Roberto Díaz, Alfredo Allende, Aníbal Cedrón, Carlos Kuraiem, María Lanese, Ana Malacalza, Miguel Longarini, Juan Manuel Cano, Amilcar Romero, Silvina Lanas, Leandro Andrini, Marcelo Sánchez, Juan Manuel Cano, Horacio Peralta, Viviana Poleman, Osvaldo Andreoli, Graciela Silvia Speranza, Julio Molina, Lía Rosa Gálvez, Coralia Ríos Arrechea, Paulina Natalia Flores, Nalanda Hridhaya, Alejandro Frías, Miguel Ángel Diani, Adolfo Valerga, Susana Ferández Sachaos, Carlos Sacamata, Valeria Zurano, Enrique Arrosagaray, Graciela Susana Truco, Luis Alberto Vittor, Lucho Carranza, Ana María Calderón, Verónica López Olivera, Gloria Arcuschin, María Rosa Pfeiffer, María del carmen Allegrone, Alejandra Burzac, Rodolfo Vargas Aignasse, Rodrigo Golbach, Alma Maritano, Carlos Alberto Roldán, Gerardo González, Liliana Lapadula, Nicolás Antonioli, Carlos Dariel, César Palumbo, Elva González García, Laura Beatriz Chiesa, Myriam Leal, Eduardo Gregorio, Eduardo Ruderman, Adolfo Yanelli, Judit Gutiérrez, Aurelia Pereyra, Cristina Zuker, Alejo Beccar, María Luz Piriz, Fabiana Rey, Marizel Estonllo, Jorge Navone, Miguel Ángel de Boer, Liliana Guaragno, Lorena Cancela, Ivan Marcelo Tallaferro, Néstor Sabatini, Agustina Risucci, Antonio Rolando Arenas, Lilia Lardone, César Manuel Hazaki, María Neder, Mercedes Pastine, Juan Pomponio, Emilce Strucchi, María Cristina Ramos, Juan C. Lavarello, Ana Maugeri, Sergio Pravaz, Gregorio Kaminsky, Fernando Delgado, Mónica Herrero, Daniel Pérez Guerrero, Marcelo Bertuccio, Hugo Oscar Dezillio, Mimí Rodríguez, Carlos Schlaen, Alejo González Prandi, Marcelo A. Monzón, Sara Streit, Lucio L. Madariaga, Miguel Longarini, Silvia Elena Vernengo Crack, Raúl García Luna, Amanda María Mandarano, Alba Ethel Alcaraz, Sandra Boso, Cristina Doménech, Héctor Gurvit, Ángel o. Prignano, Pablo Silva, Nubia Ozzi, Liliana Aleman, Jorge López Vidal, Adolfo Cabral, Flavio Mogetta, Graciela Asad, Norma Etcheverry, Gustavo Caso Rosendi, Cristina Briante, Alejandra García Vargas, Pablo Ferández, Marta Macías, Miguel Angel Morelli, José María Cuenca Araujo, Jorge Nieto, Eduardo Molinari, Lidia Cristina Carrizo, Paula Martín, Lía Miersch, Miriam Carrizo Moreno, Cristina Domnech, Silvia Sánchez Urite, Norberto Montero, Ester Spiner, Domingo Héctor Basile, Alejandra Laurencich, Dulcinea Segura Rehagan, Gabriel Danieri, Susana Belozercovsky, Cecilia Pion, Sergio García Ramírez, Luis Enrique Gasloli, Julio César Iparraguirre, Juan María Paciencia, Alicia Ronconi, Lucía Mercado, Leonor Calvera, Ignacio Martínez, Julia Elena Burguener de Castañeda, Iris Rivera, Hernán Fontanet, Leandro Andrini, María Nader, María del Rosario Josefina Barrionuevo, Rafael Restaino, Luis Mazzarella, Eduardo Montes-Bradley, Fernando Zaballa, Rafael Urretabizkaya, Carlos José María Silveyra, Luis Alberto Vittor, Araceli Laurence, Elena Bossi, Araceli Otamendi, Leandro Katz, Mirta Clara, Matías Wiszniewer, Alfredo Argento, Angela Pradelli, Hëctor Oliboni, Daniel Brofman Aguilar, Ricardo Cardoso, Jovita Dieguez, Alejandro Correa, Sergio Agunin, Mario Galvano, María Lanese, José Figuieras, Lucas Adolfo Castro, Dora Giannoni, Aleandra Mende, Diego Paszkowski, Ana Caballero, Silvia Plager, Juan Pomponio, José Pablo Feinmann, Leonor Manso, Marcelo Cohen, Javier Cófreces, Mauricio Kartún, Carlos Chernov, Cristina Piña, Carlos Dámaso Martínez, Raúl Rizzo, Alicia Digón, Hugo Urquijo, Manuela Fingueret, Osvaldo Ballina, Norberto Colominas, María Rosa León, Héctor J. Freire, Patricia Díaz Bialet, Nora Lía Sormani, Jorge Dubatti, Alfredo Grande, Martín Andrade, Roberto Alifado, Jorge Landaburu, Juan Carlos Moisés, Jorge Santiago Perednik, Liliana Heer, Edgardo Russo, Julio Santucho, María del Mar Estrella, Mireya Baglietto, Amancay Espíndola, Jimena Trombetta, Cristina Moreira, Luis Benítez, Leonardo Martínez, Alicia Villoldo-Botana, Cora Roca, Raúl Mansilla, Jorge Ariel Madrazo, Elena Marengo, Ángela Padrelli, Alejandro Kaufman, Carlos Tobal, Ricardo Capellano, Roberto Glorioso, Susana Torres Molina, Guillermo Saccomanno, Liliana Heker, Eduardo Grüner, Antonio Dal Masetto, Víctor Laplace, Adolfo Nigro, Alicia Genovese, Mario Goloboff, Vicente Battista, Vicente Muleiro, Miguel Gaya, Carlos Juárez Aldazábal, Florencia Abbate, Leopoldo Castilla, Marcos Silber, Cristina Siscar, Adrian Desiderato, Kato Molinari, Mario Cura, Kado Kostzer, Susana Aguad, Luis Cano, Marcelo Katz, María Rosa Mó, Susana Cattaneo, César Cantoni, Alberto Ramponelli, Alba Estrella Gutierrez, Emilio García Wehbi, Gabriel Impaglione, Carlos Carbone, Alberto Daneri, Claudio Portiglia, Susana Szwarc, Carmen Ortíz, Norma María Biasussi, Guillermo Herzel, Elena Vinelli, Marcelo Alvaro Vallejos, Jovita Dieguez, Norma Gómez Tomasi, Martha Valiente, Raúl Alberto Schnabel, Norberto Pannone, Graciela Amaro, Ricardo Romero, Silvia Berajá, Graciela Pesce, Daniel Yarmolinski, Revista Lamás Médula, José María Gómez, María Inés Grimoldi, Clara Obligado Marcó del Pont, Miriam Cairo, Selva Soledad Sepúlveda, Graciela Wencelblat, León Manuel Goldstein, Adrián Batista, Maricel Alvarez, Karina De Pasquale, Héctor G. Maquiavello, Sebastián Jorgi, Raúl Alberto Schnabel.


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martes, septiembre 28, 2010

¿Y vos a quién le cortarías la yugular?

es cierto
así un poco se promociona
su obra, Don Vicente.




El caso del artista de Pernambuco Gil Vicente también consiste en una serie de grandes dibujos realistas, en los que el artista se autorretrata armado a punto de matar con pistola o cuchillo a varios presidentes o ex presidentes notorios (Lula, Fernando Enrique Cardoso, George Bush, Ahmadinejad, entre otros líderes políticos, y el Papa). Las imágenes son fuertes y provocadoras. Apenas el artista colgó sus obras, la poderosa Orden de Abogados de Brasil, a través de su presidente local, presentó un pedido de censura y pidió que esa serie de obras fuera retirada de la exposición por considerarla una “apología del crimen”. El artista dice que este tipo de cosas sólo logran promocionar su trabajo y revelan que hay quienes quisieran volver a una dictadura. Por su parte, los curadores no quitarán las obras. Mientras tanto, el proceso judicial sigue su curso.


lunes, junio 21, 2010

Adelantados

vía Lucía




¿Sabías que
en Sudáfrica las
mujeres pueden
abortar durante el
primer trimestre de
embarazo sin ser
criminalizadas por
su decisión?

En Sudáfrica el aborto es legal desde 1997. Desde entonces, el país redujo la mortalidad materna en un 90%. (Hacé correr la pelota y que no pare)



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sábado, octubre 17, 2009

Mirá qué quilombito se puede armar

¿Existe la novela fuera de Buenos Aires?


La pregunta parece ridícula. Sin embargo, para Cortázar no lo era. El autor de Rayuela afirmó que la novela es un género que le correspondía al puerto. Según este dictamen, las provincias estaban relegadas a la poesía o a la repetición de la narración oral. Cortázar no es el único que pensó a las provincias como un desierto para la novela. Cortázar es, más bien, un nombre que representa la opinión de críticos y escritores que repiten un cliché sin revisar los supuestos desde los cuales afirman sus perogrulladas. La mesa panel Novela argentina o novela porteña se propone reflexionar sobre este tópico. Por supuesto, los participantes tienen más preguntas que respuestas. Y se sienten lejos de reproducir los prejuicios del autor de Rayuela.



El jueves 22 de octubre a las 19 hs. se realizará la mesa panel Novela argentina o novela porteña en el Purgatorio. Participarán en el panel Martín Kohan (Bs. As), Marcelo Damiani (Bs. As.) y Fabián Soberón (Tucumán).

amigo Fabi, no podré estar
pero vaya que es tentador
el debate


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jueves, septiembre 17, 2009

lunes, agosto 31, 2009

Y lo dice un gringo...

Entrevista que le hizo
Horacio Bilbao


-Usted pone el foco en la educación, ¿por qué?

-La mayoría de las escuelas enseña a base de sistemas privativos. Eso sucede en la Argentina, que usa mucho el Windows, de Microsoft. Y la alfabetización digital con Windows hace daño. Sembrar dependencia y colonización va en contra de la misión de la escuela.

[ . . . ]

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Idea revolucionaria II

¿Quién puede hacer todo esto?


Los recitales como el de Madonna, Coldplay o Radiohead, que cobran la entrada a 500 points (promedio) deberían regalar 100 entradas a instituciones no gubernamentales para que las repartan como mejor crean conveniente.




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jueves, agosto 27, 2009

Idea revolucionaria

y muy compleja,
a ver qué opinás

Las obras de teatro que cobran 90 points la entrada deberían tener una función al mes en la que no cobren un centavo. O sea, entrada libre y gratuita. Una. Al mes. Gratis.




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viernes, agosto 14, 2009

Campo Cultural

En ocasión de la 11va. Feria del Libro Independiente y A(miga)

Estuve leyendo tres libros nuevos. Tres autores jóvenes. Tres referentes de las letras, de los antros y de los espacios más establecidos e institucionalizados. Y los tres libros tienen los mismos problemas:

  • Los diálogos están escritos con más de un criterio;
  • Las faltas de ortografía y gramática son muchísimos;
  • Los errores de redacción otros tantos;
  • La conjugación de verbos merece un párrafo aparte de lo mal que están hechos;
  • Hasta las tipografías de los libros están mal diagramadas: dentro de un mismo capítulo hay letras distintas. Insólito.

No te pido que usen perfectamente el guión de los diálogos pero si el personaje se llama Franco, que se llame así; no te lo confundas con Ariel. “Fué”, con acento, no es lo mismo que sin acento. Eso todos lo saben. Ni mucho menos decir “había sido”. La situación no se puede entender si no ponés el verbo que corresponde.
Entonces, me pregunto: ¿qué es ser escritor? ¿Tener alguien que te corrija esos errores? Y no discutamos si cojer va con G como nos enseñaron los españoles que bajaron del barco. Ponelo como quieras, esa discusión es una estupidez bizarra (aunque divertida, si querés). Tampoco discutamos si escribir con el Word de Microsoft (una empresa yanqui) te modifica el lenguaje “español” que querés transmitir porque es una herramienta que no podés dominar y hasta las marcas de la gramática que te enseñaron en la escuela no podés escribirlas. No seamos tan papistas porque te da el ataque y te ponés histérica o histérico. Eso lo dejamos para después.
Ahora, la palabra “viscisitudes” tenés que escribirla bien. “El Gordo Carlos” tiene que ir siempre en mayúscula. ¿Cómo? ¿No lo hacés vos? ¿Quién tiene que hacerlo entonces? ¿Un editor? ¿Pero si “sos solo”? ¿Si ya lo mandaste al concurso literario?
Vos querés ganar pero también que el jurado te corrija las erratas o entiendan qué quisiste decir cuando te confundiste dónde iba el sujeto o el predicado.
Entonces pregunto otra vez: ¿quién es quién en éste mundo?
Viendo el blog de un escritor querido y famoso te das cuenta de que tiene unos errores de ortografía y redacción que mamma mía. Y después leés sus libros y son una pulcritud. ¿Qué pasó ahí? ¿”Quién” pasó por ahí?
Claro, me dice, que se me vean los errores, todo bien, es un blog; el libro te lo entrego impoluto, Papito.
Y tiene razón. El blog pasa. Se olvida. Y menos mal que es virtual porque si fueran de papel o de bolitas, la cantidad de blogs (de los buenos y los malos) nos habrían invadido los bolsillos de afuera para dentro.

Es muy difícil ser escritor. Eso todos lo podemos reconocer. Y no “por culpa de las corporaciones o los grandes grupos editoriales que absorben los espacios de expresión posibles en el campo cultural”, como creen algunos. No es difícil por eso. Es difícil porque hay que aprender muchas cosas para comunicar a través de un libro, para tipearlo y para entenderlo. No te digo que hagas mi camino: barrendero, editor, diseñador gráfico, bicicletero cuando se rompía la bici para hacer los repartos o diariero. No, no. Para eso hay que estudiar. Hay que practicar. Y si el libro que tenés no está, no está. No lo podés sacar. ¿Tenés que corregirlo? Corregílo. ¿Te da paja? ¿Te cansa? Bueno, lo corregís cuando estés con más ganas. No podés publicar un libro con errores porque cuando tenías que solucionarlo no tenías las ganas suficientes. Y no me corras por izquierda. Claro que hay errores que no son errores sino apuestas. Claro que hay tirabuzones de palabras que parecen mal escritas y en realidad están hablando de otra cosa, algo más profundo. Claro que sí. Y tenés mil ejemplos a mano, por supuesto. No te engañes porque a mí no me engañás. Si está mal, está mal. Una cosa es malo y otra cosa es raro. Malitos somos muchos, raritos; hay unos pocos.

La intención de esta reflexión no es posicionarme ni ubicar mi reclamo en un pocillo de oro para que otros vengan a sobarme con respeto. La lucha está en éste momento. Los espacios que hay que ganar ahora son distintos. El escenario político cultural actual ha cambiado. Ya tenemos un lugar donde leer.
¡Pucha, que tenemos treinta lugares distintos por semana para leer!
Ahora hay que leer bien. Hay que escribir bien. Publicar no es el problema. El difícil trabajo que estamos haciendo desde distintos niveles viene acompañado de una gran responsabilidad. Antes vos no tenías dónde ir y nosotros creamos ese espacio. Ahora la gente, (esa pseudo categoría deleznable de la sociología) está pidiendo buenos textos. Buenas historias. Pero no buenas porque se termina la novela con el protagonista bautizando a su hijo después de largos incidentes y aventuras que tuvo que atravesar para poder conquistar el corazón de su amada. No. Buenas por intensas. Buenas porque tienen sangre. Nosotros, más que nadie en éste ambiente, somos los que ponemos la sangre. Los que no tenemos miedo de exponernos. De prender fuego un mechón del pelo para iluminar un cuarto y que todos al mismo tiempo puedan leer aunque sea durante dos importantísimos segundos. Así de creativos y generosos hemos sido.

Hasta acá, señores, les guste o no les guste, hicimos un cambio radical de magnitudes increíbles. Nadie jamás dio dos pesos por nuestros planes y, sin embargo, acá estamos. Contentos y estimulados. Con energías renovadas quién sabe por qué razones. Ingobernables para los duritos y asustadizos. Con la pluma encendida como el primer día.

Pero no alcanza.

Hay que modificar el plan. Hay que retomar el rumbo. Ya que tenemos un montón de posibilidades y espacios, ocupemos esos espacios con la literatura que sólo nosotros podemos hacer. El gran conglomerado de la literatura independiente tiene que dividir los roles.
Dale, si para las fiestas no nos cuesta nada. Uno se para en la puerta y cobra la entrada, otro se para en la barra y cobra el vino, otro se para en la parrilla y entrega los chori. Las chicas agitan, los chicos agitan. Alguno coordina los números, otro se encargará de la limpieza del salón o de echar a los borrachos y hasta evitar las agarradas entre cornudos. ¿Y no me vas a decir que nos costó? Claro que costó aprender a organizar una fiesta, un fiestorro como D´s manda, una gran comilona general hasta las 7 la mañana. Pero ahora ya sabemos hacerlo. Sabemos esperar la fecha, elegir el día. Sabemos un montón de cosas.
Porque saber nos hace más fuertes.

Ahora tenemos que repartir roles para la literatura que estamos logrando mostrar y vender en ésta y subsiguientes ferias y eventos. No podemos ser todos escritores. No podemos leer todas las noches. Hay que rotar. Si no podés hoy, podrás mañana pero en algún momento tenés que corregir tus textos. O trabajar de editor para otro escritor. Y para eso hay que formarse. Hay que estudiar, hay que aprender.

¿Sabés lo que siento? Que este dolor en el ano que le estamos generando a los Nomencladores y Burócratas de esta ciudad no sirve para nada. Siento que hasta acá llegamos. Y me da mucha rabia.
Porque yo los he visto, muchachos.
Los he visto crecer, aprender, organizarse. Los he visto vencer una kilonada de prejuicios. Los he visto gritar cuando no eran oídos y los he visto susurrar para convencer si era necesario. Porque lo creían necesario. Los he visto edificar un criterio. Los he visto construir y darse la cabeza contra la piedra hasta que consiguieron un casco o se curaron el autismo.
Son etapas, claro. Son formas de aprender: por las buenas o por las malas.
Y necesitamos aprovechar este momento. Por las buenas, conmigo siempre. Por las malas, no. Prefiero mirar desde afuera, hablando sólo o con los taraditos que no nos animamos a prender fuego, cagarnos a piñas o escupir botellazos.

El panorama que veo hoy me da mucho vértigo, debo reconocer. Vértigo porque tenemos muchísimo poder y muchísima gente depende de nosotros. Cantidad y cantidad de personas que se meten en un sucucho de San Telmo si decimos “nos vemos ahí”.
Eso es lo que me da miedo. Porque eso es Poder. Y el poder debería ser para los valerosos, los responsables, los “relojitos”. No de los atorrantes. Los chantas nos llevaron por un mal camino en todos los ámbitos y nosotros hemos podido escapar de ellos. Pero si nos vieran hoy, vendrían con los colmillos recién afilados a ver dónde pueden chupar sangre sin cargo. Y tenemos que estar preparados para eso. Hay que aprender a distinguir entre los chantas y los culposos. Entre los sinceros y los arrebatados. Entre los trabajadores y los vividores.
Pero estoy hablando en un nivel muy abstracto.
En una cuestión más real y clara, tenemos que incrementar la cantidad de editores que corrigen los libros que publicamos. A pesar de que no nos paguen por ello. ¿Desde cuándo pensamos que la plata nos da derecho a hacer algún trabajo? El derecho lo ganamos con esfuerzo, creatividad y generosidad. Con los valores que se distinguen hoy de esta gran Feria y de otros proyectos colectivos que nos estimulan, enseñan y retan cuando nos desviamos del camino.
Entonces, hay que trabajar. Tenemos dos o tres buenos editores... y no dan abasto. Hay que facilitarles el camino para que puedan ayudar a la gran cantidad de escritores que estamos leyendo, oyendo y publicando. No es tan errado el comentario que se oye cada vez más seguido entre muchos nuevos invitados a nuestros lugares de exposición: “sí, sí, tienen un lugar, publican, pero son libros escritos con los codos; no te duran dos capítulos en las manos”.
Y acá no estoy hablando de una estética, una elección literaria o política. Galundia, Ioshua, Bonsembiante y Mociulsky no tienen absolutamente nada que ver entre sí. Claro, se cruzan a tomar en el Pachamama. Son amigos, divertidos e inteligentes. Pero cada uno de ellos puede desarrollar un montón de nuevos espacios para sí que no se cruzarán jamás. Y deberían estar acompañados. Que haya más de ellos. Que se codeen con los que están institucionalizados pero también con “los que venimos acá”. Porque también tenemos un montón de cosas para decir.
Todos queremos el libro propio, ¿o no?
Necesitamos crear un nuevo lugar, un lugar de aprendizaje. Un lugar en el que podamos moldear según nuestras necesidades. Armamos una feria en la que venden más de 150 editoriales y de los miles y miles de personas que pasaron y compraron unos libros rescatamos unas decenas que pueden recordar el nombre del escritor leído.
Eso debería ser un dato.
Un llamado de atención.
Un escritor que vende su libro es una puerta a nuestra organización, a nuestra forma de ver el mundo. Y nosotros queremos que entren. Pasen y vean. Más y más personas. Que vengan a mostrar lo que hacen en sus casas, encerrados, temerosos de una Opinión con mayúscula que prolifera con Poder y cero riesgo. Queremos que entren y se estimulen con los escritores, fotógrafos, guitarristas, pintores. Que aprendan a perder el miedo. Que aprendan a salir y conocer. Que aprendan a construir como lo hemos hecho nosotros. Porque si bien hicimos una gran revolución cultural, un gigantesco cambio de aire; esto recién comienza. Ya tenemos lo que necesitábamos para que nos vean.
Ya entramos en sus cabezas y germinamos.
Ahora tenemos que cosechar.


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domingo, julio 26, 2009

Una vez hubo una polémica

literaria, claro

Uno. Al encontrar la nota de Pron en Etiqueta Negra, lo primero que hice es citar la fuente, bajar el archivo pdf completo de la revista y -para todos aquellos que no dispongan de computadoras ni tiempo para realizar tal operación- generar otro pdf con la nota en cuestión, disponible en el mismo post con un peso de 3 Mb. Varias personas solicitaron por mail el archivo pdf en formato word, sin imágenes, el texto en sí, cosa que envié de inmediato. La brecha digital dificulta la lectura.

Dos. Todos los comentarios están ahí, no existió censura ni manipulación al respecto.

Tres. En Nación Apache se reprodujeron dos artículos. Uno de Inés Pereira y otro de la dupla Vecino-Vanoli. La herida que dejó el de éstos últimos en la gente de Etiqueta Negra corre por cuenta de los autores. La publicación de ese artículo en NA se debe a que en el blog original no se aceptan comentarios y resulta interesante a los efectos de conformar las distintas visiones sobre el tema: marketing y literatura.

Cuatro. Leí todos los comentarios y, salvo el de la frase citada, nadie cuestionó a la revista. Es más, a título personal, luce un diseño muy interesante. Salvo… (y ya que buscan inmolarse mezclándolo todo, despectivamente…), esa cuestión del meta-racismo por el cual los chef cholos aparecen en las últimas páginas. Y sí, en Perú ningún cholo puede ser tapa de una revista de avanzada.

Cinco. Dejen de enviar a Vargas Llosa por Buenos Aires, o les mandamos a Marcos Aguinis con boleto de ida.

Seis. Lean El Sexto de José María Arguedas, después pongan un huevo, o cacareen.

Siete. Visto y considerando que si hay algo que expresar vamos directo al tema, sin rodeos ni otras intenciones, traigo un verso de la carta magna literaria argentina:

cada lechón en su teta es la forma de mamar…


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aquí el durísimo comienzo
(es un pdf - ojota)
[y más] [y más] [y más] [y más]


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miércoles, mayo 13, 2009

Comment largo

Respuesta que empezó para Pablo Daniel Moreno
y terminó para los otros. . .




Pablo, querido.
Está muy bien lo que decís
y está mejor que creas que acá hay un espacio porque así es. Por otro lado, no creo que se haya "desvirtuado todo".

Lo que también está bueno es aclarar los tantos como bien vos hacés por lo que con mi cola de paja salgo a comentar:

-Tan cierto es lo que decís vos y lo que dicen los autores inéditos de los que te rodeás (chiste fácil: ¿qué tenés? ¿un 0800? ¿hablás con toooooooooooooodos los autores inéditos que hay dando vueltas? Nah, chiste); decía, tan cierto es esto que decís que justamente por esa misma razón decidí hacer la Editorial Funesiana. Y como se puede ver en millones de entrevistas (colgadas en internet) que se les hizo a los 4 de Tamarisco también se puede ver que por esta misma razón, este mismo motivo de enojo que aparece en los anónimos, es lo que mueve a crear Editorial Tamarisco. Un espacio nuevo, una voz, una idea. Había una idea pero no tenía un espacio porque nadie te lo daba: okey, ganemos el espacio. Rompamos el molde. Ocupemos nosotros.
En mi caso los libros los hago a mano y fotocopiados porque de otra forma no me alcanzaría la plata. Lo mismo que son 40 porque no me alcanza el tiempo.

Pero acá, estos supuestos "autores ofendidos" y, a veces todos nosotros también, creemos que los libreros y los imprenteros son inocentes. Y no es así. También están embadurnados de bosta. Hablás con un librero que te dice que tiene que mantener un negocio: ¡un negocio, Pablo! Y que nuestros libros no son buen negocio, que por eso no pueden ofrecernos porcentajes preferenciales, ni ubicación en los estantes (¡no te digo en la puerta: en los estantes y no en los depósitos!) Por donde lo mires es complejísimo y no se resuelve en un comment. Pero sí discutiendo.

Entonces, opino: como dice el dicho, el hilo se corta por lo más fino.
¿Justo a nosotros nos venís con reclamos? ¿Por qué no organizan una marcha contra Planeta? ¿Contra el Estado? ¿Contra Sudamericana? ¿Contra Fundaciones que entregan los subsidios a las mismas editoriales hace mil años?

Y yo creo que sé por qué no se hace eso. Sabés por qué no lo hacen, Pablo; porque hay que laburar para eso. Sabés por qué los autores no se informan leyendo de qué se trata cada proyecto editorial que hay dando vueltas en el ancho y generoso mundo de la literatura; porque hay que laburar para eso, hay que leer, hay que perder el tiempo.

Y algunos prefieren mandar un mail con un archivo punto doc, adjunto, y esperar que le llegue a la casa la invitación a la presentación de su propio libro, en la Feria del Libro en Frankfurt (antes era en México, ¿alguien se acuerda?).

Así no se puede, man. Es de pendejos caprichosos. ¡Armemos algo! ¡Pongámonos a laburar! Pero no me pongas el palo en la rueda porque no te gusta UNO de la editorial, viejolaputamadre.

Entiendo que no te guste lo que hago y que podría hacerlo mejor. Y entiendo que llevás años peleando como autor (como los llevé y llevo yo) para que publiquen esa obra, tu obra. Pero mi editorial y la de estos pibes no tiene ni cinco años. ¿Qué pasaba antes? ¿Por qué no vas a ver en otros lados? ¡Hacé un escrache si tenés huevos! ¡Pero no meés afuera del tarro! Y no te digo que hagas quilombo: ¿querés ganarte el lugar? Muy bien. Ah, ¿que no podés venir para acá porque estás lejos o yo no puedo ir para allá porque estoy lejos? ¿No te gusta la gente ni las presentaciones y las lecturas te parecen una redonda y neurótica estupidez?

Okey: reenviá el mail.

Ayudame a que aparezcan más editoriales. A que las pocas que se están rompiendo el orto les sea más fácil vender. A que por lo menos alguien, aunque no venga, no lea los libros porque salen caros para su bolsillo, o porque por ahí no se animan a acercarse, ¡conozca los nombres! Y si vos solo tenés el mail de esa persona, vos solo tenés acceso a esa persona, ¿por qué esperás que yo me sienta culpable porque no lo edito o no me lee o no te conoce? ¡Si no nos conoce porque por todos los medios te emperrás en borrarnos de tu memoria! (Y de esos turros que se olvidan hay en todos lados, ya lo sé. Doy fe, Pablo, doy fe).

A mí por izquierda no me vas a poder correr: ¡soy de los tuyos, tarambana! Querés hablar, hablemos, pero decime la posta, no me hagas perder el tiempo escuchando quizases, poráis, talveces porque otros autores (que acabo de conocer y empezar a admirar) están esperando que pongamos los huevos arriba de la mesa por ellos. Que perdamos el tiempo en leerlos, estudiarlos, corregirlos y editarlos. Esperan todo eso (que prometimos con gusto) y no que estemos pelotudeando. En el caso del anónimo más arriba que dice que mandó un mail: no embarres la cancha, boludx. Si querés que te edite, poné tu nombre, mandá un mail o linkeá tu blog pero no mientas. Estamos laburando acá, andá pelotudear con tu primx. Poné tu opinión distinta. Pero también poné tu nombre y apellido.

Estoy de acuerdo con Félix en que no podés editar en un lugar si solo si te gusta el chupi y la noche en antros a los que, en mi caso, convoco. Pero de alguna manera te tengo que ver. Si vos no venís, cómo mierda esperás que yo vaya si no te conozco (y con mi cara de ladrón tucumano te cruzás la calle cada vez que me ves aparecer en la ochava). De alguna manera te tengo que conocer. Y si me mandás un mail (¡general, ambiguo y con copia oculta!) encabezado "Al Departamento de Publicaciones" estás meando fuera del tarro también...

Digo, con todo respeto, eh. Pero ese autor está tirando a errar. Y le erra (¡obvio!).

Lo que me mata es que después se queje.

Señora, ¿usted vio lo que acaba de pasar? ¿Pero... ¡usted vio!? ¡Le escribe a mil editoriales y la única que le responde "che, mepaque estoy hasta las pelotas, escribime de vuelta en unos meses" es la única que recibe la bronca!

¡¡¿¿Estamos todos locos??!!

Pero bien, estamos todos locos. Eso ya lo sabíamos. Tratemos de lidiar con ello.
¿Cómo? Laburando.

Y creo que si estás taaaaaaaan caliente, podrías dejarte de pelotudear en los blogs como anónimo y empezar a hacer algo para cambiar lo que no te gusta, ¿no?

¡Claro que publico a mis amigos! Pero mirá bien, abrí los ojitos. ¿Ves ahí arribita? En el titulito del blogsito. Ahí, abajito hay una fotito. Abajo de la fotito. Hay una lista de blogsitos, ¿ves? Bueno, abajito de los blogsitos, ahí nomasito, hay otro datito, fijate... ¡oia! ¿Es lo que parece que es? ¡¡¡Sí...!!!

¡¡¡¡Es un mail!!!!

Escribime, salamín. Seguro que está bueno lo que hacés. Contamelo. Convenceme. Juntemonos y veamonos las caras si se puede. Dale que le ponemos el hombro. Acá hay espalda para rato. Dale, si está bueno lo que hacés... dale. Dejá de quejarte y empecemos a laburar.

¿Eh?

*

[ el debate sigue aca
lleguemos a los 50 comments
]

lunes, mayo 11, 2009

Cosas de las que uno se entera off line

porque ya tuve
suficientes vacaciones



Como me diría Horowicz: "Funes, hay un par de mentiras que nos dicen cuando somos chicos. Una es que los Reyes Magos no existen. Y la otra, que los padres no son los padres, son los Reyes; y los padres no son más que los padres... nada más, nada menos".
Pero ahí vamos, piloteando mentiras y navegandoles las complicaciones. Hoy se destraba una complicación: vuelvo al fúchibol. Y comienzo el plan de Cormillot porque quiero parecerme a la Hiena Barrios, o por lo menos, tener sus abdominales. Cuando Cormillot me pidió que me levante la remera supuse que se lo pediría a todos sus clientes pero al verle la cara tremenda de "a este mejor lo mando a vender merca a la villa a las corridas antes de meterlo en alguno de mis programas por ahí zafo se le pega el paco y adelgaza más rápido", yo mismo me deprimí.
-Qué panza, viejo- comentó mientras anotaba algo.
-Y... por eso vengo acá, maestro.
Hete aquí una de las primeras cosas que uno aprende: no se puede ser uno mismo. Porque no lo dejan.
Fui a la Feria del Libro. El sábado. Y a la salida nos comimos a un cantonés riquísimo y bastante atento con Lunita, Marcelo Damiani, Fabián Soberón, Ignacio Molina y Ricardo Romero. En la charla surgieron dos grandes noticias. O por lo menos cosas que no sabía.

(en realidad surgieron más pero a los bloggers,
supongo, les gustará leer sobre estas)

noticia uno | ya la sabía

Editor responsable, de nueva editorial, más de 50 años el buen hombre, en cena con algunos tirabombas y enemigos de los blogs, fue protagonista de la siguiente frase: "El boom del año es una mentira total viejo, ese Teorías Salvajes de Olaixarac está mal escrita desde el nombre de la autora: es Paola Caracciolo. Me tienen harto los bloggers y los marketineros".

Los comentarios a la anécdota fueron dispares. Por un lado, estábamos los que decíamos que está bien crear un personaje, ponerle nombre y apellido y darle vida propia. Protege a la persona real. O eso creí yo cuando decidí darle manija a Funes. Lo cierto es que a mí me salió mejor porque no logré la Fama. En cambio ella sí. Pero también está el ejemplo de Carolina Aguirre que bienlleva dos o tres anónimos con muchísima soltura. Tanta que es admirable. Tan admirable que uno de ellos no solo fue libro (Bestiaria) sino que el otro será película (Ciega a citas). Y ahí estaba la otra posición: ¿por qué no se hizo cargo del nombre? ¿Qué tenía que ocultar?
Pero, lo cierto, es que esa pregunta es bastante inocente o, parafraseando a Cortázar, cortés e inequívocamente, una pelotudez. ¿Para qué unos tiene que andar contestando pelotudeces? Uno hace lo que quiere y paga por ello (o, disfruta de los beneficios).

noticia dos | no la sabía

Resulta que todos saben que el libro de Cumbio no lo escribió Cumbio. Si leen los Agradecimientos en el libro (sí tipeados por la flogger) podrán leer un nombre. Ese señor fue quien se encargó de escribir ese libro luego de tomar nota de unas entrevistas con la chica más famosa de Flog.com. Hasta ahí ninguna sorpresa; ghost writters hay por todos lados. Quizás se emparente con la noticia anterior. Lo cierto es que varias personalidades del mundo del espectáculo tienen sus ghost writter de cabecera: Fernando Peña, Guillermo Cóppola, Jorge Bucay.
Este último hizo un contrato con el "negro literario" (nombre que reciben en España los escritores que ceden lo que escriben a personalidades más famosas) en el que decía que no podía develar nada de lo que estaba sucediendo. En ese contrato también estaba lo que recibiría como paga. El Negro Literario no estaba conforme por lo que estuvo bastante tiempo luchando para conseguir un aumento. Como era de esperar, no lo consiguió. En el meantime, el tipo escribió varios libros (uno de los cuáles, orgulloso, le regalé a mi madre).
El Negro un día se cansó y dijo:
-¿Ah, no me vas a aumentar el sueldo, gordo de mierda?
-No.
-Ok.
Enojado se mandó la Negrura literaria: copió 60 páginas de una novela y le entregó el manuscrito a Jorgito para que lo entregue a la editorial (obviamente ni lo leyó) para que lo publique. Una vez publicado, el Negro Literario fue a la casa de un amigo periodista y le dijo:
-Tengo una noticia bomba para vos.
-Joya.
-¿Ves este libro? ¿Ves estas páginas?
-Sí.
-Ok; mirá este otro, ahora.
-Son iguales.
-Son iguales... ¿raro... no?
Y aquí otra hora de discusión. En su momento no dije nada pero ¿no le habrá sucedido lo mismo al de Bolivia Construcciones? ¿Alguien tiene ese libro? Yo, por lo menos, conseguí Nada de Carmen Laforet. Nunca lo leí pero bueh.
Ahí una clave. Si no lo leí es porque no me interesa. ¿A quién puede interesarle que "El Negro Jorgito" haya copiado 60 páginas de X? Al lector fanático de Jorgito le chupa tres huevos. Quizás ni haya leído la noticia del plagio. Es cierto que algunos consejos del gordo, parece, provocaron que más de uno de sus espectadores en el programa de televisión hayan abandonado al psicólogo y se amiguen con los tarros de veneno para ratas pero esos son otros problemas.
¿Son otros problemas?
¿Qué pasa con el mundo que necesita abusar de los escritores de esa manera?
¿Qué pasa con el mundo que no acepta nuestros nombres reales?
¿Acá todos saben que Funes no es tucumano ni tampoco es Funes?
¿Qué fue de la vida de Lucas Oliveira? ¿Adónde quedó varado? ¿Y qué estuvo haciendo mientras tanto? ¿Perdió su adultez además de su infancia?

Todo el tiempo llueven preguntas. De todo tipo. Algunos tienen el valor de hacerlas. Muy pocos son los valientes que las contestan sabiendo que por ahí se equivocan. A mí me gustaría ser de los pocos... aunque me falte pasta para hacerlo.



*

lunes, abril 27, 2009

Diego Vigna opina

sobre Contra
Tapas
y la antología de cuentos
Es lo que hay (Babel Editorial)



Y ahora, en esta tarde de sábado por la fiebre, acumulo estas palabras porque, realmente, y más allá de las exigencias comerciales, creo no sólo que todo libro debe terminarse de leer cagando, sino que todo libro editado en nuestro país (los otros veremos) debe tener un código de barra. No es un reproche estético, sino más bien un sinceramiento, un modo de mirar. Todo libro debe fabricar en su interior las escenas y sensaciones suficientes para que su contratapa muestre, por lo menos, un código de barra.


lunes, marzo 16, 2009

Es lunes (pero solo por unas horas)

Post plagio

Como es habitual en este blog, siempre a la vanguardia, también ofrecemos servicios que copiamos de otros lados. Entonces, aquí viene:

El post del comentario catárquito
(suena parecido a catárrico)

Así, es: como verán, el post tiene habilitados los comentarios. ¿No pudiste hacer un comentario de un post en este blog? ¿En otro blog? ¿En otra página que no tiene nada que ver con este blog? ¿Querés insultar al administrador de Los tres chanchitos? ¿Querés insultar a Susana y a Moria por organizar esa marcha de mierda? ¿Querés descargarte porque no encontrás esa foto en Google Images? ¿Te peleaste con tu pareja? ¿Tenés datos para pasar? ¿Querés dejar tu mail para que te empernen? ¿O dejar el de ese / esa forro / forra / para que todos le escribamos insultán-dolo?

Bueno, piruchi. He aquí tu oportunidad hasta mañana martes al mediodía para decir lo que quieras: ¡¡no habrá censura!!


miércoles, febrero 25, 2009

Pegar en la trompa del poder

Por Gerardo David Cristante

Un día de inspección municipal:
¿Inspectores municipales o astrólogos de la desgracia?

Libario Bar Multiespacio
Club de cultura 232
Julian Alvarez 1315, Palermo

Jueves, 1.30 de la madrugada. Ya he perdido la cuenta de las veces que vienen los inspectores a certificar una y otra vez las mismas cosas. Pareciera que es un acto que se borra, una película de film que se quema en el mismísimo instante en que los inspectores se van de Libario. Son siempre diferentes, pareciera que el plantel de inspectores de la ciudad de Buenos Aires es infinito. Pareciera que el impuesto de los contribuyentes se pierde en un absurdo indescifrable de inspectores que no se repiten, que van mutando como piezas de un ajedrez de fantasía. Parecieran personajes Beckettianos condenados a la repetición de los actos como manera de permanecer en este universo fatal de los boliches con música en vivo. Esa especie de clasificación infame que huele ha podrido y que infecta las reglas del buen vivir de la ciudad.
Es cierto, somos cáncer en las venas, somos sangre corrompida y contestataria que se pudre y que pudre el cuerpo de la ciudad. Somos miasma con hedor a podredumbre, sonido de estiércol que se pierde en la alcantarilla. 
Pero no nos vencerán.

Una y otra vez estos señores entran al local y piden las mismas cosas como si nunca hubiese sucedido. Inventan nuevos pedidos, se rascan la cabeza, sacan una linternita de Sherlock Holmes y la enfocan al piso buscando las miguitas perdidas de Hansel y Gretel. No se ponen de acuerdo con los matafuegos correspondientes, que son 5, que son 6, que son 4. De nada vale apegarse a lo estrictamente escrito en la ley. Les muestro, les comento el decreto de necesidad y urgencia llamado Club de Cultura, pero me dicen que eso ya venció. Les explico que no, que hubo una prórroga pero no están enterados; les explico que hay más de 300 locales con esa habilitación transitoria. Les digo que estoy tramitando la definitiva, pero el Gobierno tarda más de un año en realizar un impacto ambiental. 

No hay caso, hablan por teléfono a no sé quién, algo huele mal, acá tocan rock, acá es peligroso. Todas las veces debo soportar el mismo llamado telefónico a un Dios inexplicable que está del otro lado del teléfono y se supone vela por la seguridad de todos nosotros. 

Me piden el certificado de desinfección, se los doy; me piden el botiquín de emergencias, se los muestro; me piden el comprobante de pintura ignífuga, se los doy; pero no basta, buscan, hurgan como ratas de alcantarilla, cuentan una y otra vez los carteles de salida. Tengo cuatro pero me dicen que necesito más, la vez pasada tenía tres y puse uno más por las dudas, pero me dicen que tengo que poner otro más para que la semana que viene venga otro inspector y me diga que cuatro no son suficientes, debo ubicar otro más, por las dudas, y yo me pregunto ¿Qué pasa con la ley?
Si debo obedecer a cada inspector que de manera subjetiva y sin criterio lógico me ordena como si tuviera un poder de policía especial que debo poner aquí y allá los carteles para que a la semana siguiente otro inspector con otro criterio me diga que tantos carteles no son necesarios y que los matafuegos en la entrada no van, tienen que ir al lado de los equipos de sonido, etc., etc., etc., todo tan poco serio y fatal.
Los únicos peligrosos en esta noche son los inspectores que asustan por su ignorancia. Lo único peligroso esta noche es la plata perdida en miles de inspectores ordinarios que no se ponen de acuerdo porque ni siquiera en el Gobierno saben de lo que están hablando. Lo único peligroso esta noche es la prepotencia, la discriminación, la persecución que realizan estos señores por el local sin importarles los artistas ni el público que se reúne a presenciar un espectáculo. 
Interrumpen innecesariamente la escena para verificar cosas que se pueden realizar sin necesidad de tomar tanto protagonismo. Son actores malos, resentidos e incapaces de comportarse en una inspección, son las vedettes de la nueva era. Inspectores con portaligas y conchero.

Realmente me duele tanta ignorancia gratuita, tanto desconocimiento del género que inspeccionan, tanta falta de sensibilidad con el hecho artístico. Lo único peligroso esta noche son las dos horas y media que tuve que soportar repitiendo y mostrando los mismos papeles una y otra vez mientras la gente del bar se iba fastidiada otra vez por estos cónsules de la desgracia, que huelen tragedias donde no hay, que son cuervos y carroñeros, que les falta inteligencia para hacer una evaluación crítica y lúcida de la situación por la que estamos pasando. Inspectores que especulan con el futuro de lo que va a suceder como si fueran astrólogos de la desgracia. 

Tanto dinero desperdiciado en inspecciones absurdas, tanta falta de comunicación entre los distintos departamentos del Gobierno, tanta falta de educación y prepotencia hablan por si solas. Esta persecución innecesaria suena pueril, banal y superflua ante tanta desigualdad social y tanta falta de recursos para lo verdaderamente importante. Salud, educación, trabajo, etc., etc., etc., la lista de prioridades es infinita.

No digo que no se ocupen de los boliches con música en vivo, pero ocúpense bien y eficazmente. Y déjennos a nosotros las manifestaciones artísticas (que de eso saben poco) y no atenten contra el trabajo de los artistas. Hay poco trabajo y se nos va el alma en eso porque tenemos dedicación y pasión, honestidad y trabajo, algo de lo que a ustedes, señores inspectores, les falta mucho.



*

lunes, febrero 16, 2009

Touche


[ . . . ]
El riesgo que toda antología debería evitar no es el de volverse canónica (esa sería, en todo caso, una aspiración legítima), sino el de haber nacido desde dentro mismo del canon: en este sentido, no ayuda que muchos de los cuentos aquí presentados hayan sido publicados antes en otros libros; ni que seis de los veinte autores figuraran en 2007 entre los elegidos por lo que se dio en llamar “Bogotá 39″, una selección que se hiciera en Colombia de los treinta y nueve escritores jóvenes más destacados de Latinoamérica.
[ . . . ]

lunes, octubre 06, 2008

)H( Artismo

una reflexión

Samanta Schweblin no tiene blog. Ella escribe, es una persona seria, según dicen y no, no la conozco. Tiene una página web imagino que armada por ella misma porque, según dicen, es diseñadora. Según dicen los periodistas que la entrevistan y las solapas de los libros que publica. Esas pequeñas bio.

¿Por qué puse que Samanta había sacado un blog?
Trato y quiero ser, todos los días, un escritor.
Trato y quiero, todos los días, inventar historias.
Y trato y quiero, todos los días, que se las crean.

Cuando un editor me pregunte si, por lo menos, mis historias son creíbles, les voy a pasar los comentarios del post de Samanta Schweblin. Son cuatro nada más pero algo es algo. Encima, los mensajes de texto no sirven. Esos no los voy a mostrar pero uno decía: "caí como el warnes, guacho". Muy buena frase, me hizo reír un rato largo.
Los que creen que hago promoción, los que flashearon que soy un periodista cultural o que este blog está hecho de citas a eventos culturales van a empezar a equivocarse a partir de ahora.

Sí está hecho, Funes.
Y tenés eventos culturales en el blog.

Tenéi razón.
Pero yo no quiero tener razón como los periodistas culturales ni estar más en la papa. Quiero escribir historias y ser creíble y me pareció la mejor manera de probarlo.

Ojo, por ahí ella tiene un blog
y no te lo dijo.
¿Ella sabe que pusiste eso?

No. Que yo sepa no sabe. Tampoco me escribió ningún mail.

¿No te conoce?

No, claro. Pero tiene mi mail seguro porque una vez chateamos dos líneas.

¿Y qué se dijeron?

-Hola, ¿vos sos Samanta Schweblin, la escritora?
-Sí.
-Ah, mirá, organizo un ciclo literario y quería invitarte porque hacemos lecturas de narrativa y sé que vos escribís narrativa y...
-Mirá, ahora estoy trabajando, ¿podemos usar el chat más tarde para esto? Porque lo uso para trabajar a esta hora.
-Sí, todo bien, claro. Perdón.
-No, no hay problema.

¿Y eso fue todo?

Eso fue todo. No la pude volver a contactar a "la tarde" y después pasó el tiempo y fue. Además, al mes siguiente la invitaron de tres lugares distintos y me cagaron "la convocatoria". Como ya "había conseguido" lugares dónde leer (o la habrán invitado como quise hacerlo en su momento yo y no lo logré de pura paja) y buscaba invitar escritores que no leyeran muy seguido, preferí convocar a otros.

No hace mucho, volví a ponerme en contacto con una persona que quiero mucho. Se llama Luciana Lamothe y la conozco hace como 6 años, ponele. Tiene unas búsquedas que me interesaron siempre. Y unas anécdotas de las que se aprende muchísimo. Es escueta para hablar pero cuando se larga, es un motor fuera de borda, man. El dato curioso que me vinculaba con esta chica de Mercedes, es que cumple años el mismo día que yo. Y varias veces nos juntamos a festejar copa en mano compartiendo los amigos y la fiesta algunos 25 de noviembre.

Ahora, hace muy poco, digamos, volví a contactarme a ella gracias a Cecilia Pavón. Parece que la Pavón recomienda lo que escribe un tal Claudio Iglesias, siempre. Este chico hizo una nota en Radar sobre una muestra de arte en la galería Ruth Benzacar y justamente eran obras de Luciana. Esta semana estaré por ahí, voy a conocer la galería y voy a ver en qué anda la perdida de Luciana. Nos volvimos a escribir a raíz de este hecho así que nos encontraremos a charlar y le voy a contar lo que se me ocurrió a partir del texto de Iglesias quien se estimuló a partir de su muestra Criminal.

Bueno, y Samanta cuando entra, querido.

Ahora.
Resulta que se me ocurrió que, como escritor, puedo mentir.
Decir mentiras está bueno.
Los más optimistas dicen que como escritor se puede ser otras personas y evocar sentimientos jamás sentidos o ajenos sin el menor remordimiento ni peligro hacia uno mismo.
Ahí el problema de los entusiastas optimistas: no querer problemas.
Los problemas están buenos.

Los problemas no están buenos.

Me imaginaba que por mentir, por escribir, por inventar historias, ya nadie tiene problemas, ¿no? Hay dos o tres ejemplos, escritores contemporáneos, que tienen problemas. Ustedes tendrán sus ejemplos, yo tengo los míos. Hoy en día, parece, escribir consiste en contar historias que mi mamá podría decir "ay, qué lindo"; o una señora decir "pero ¡qué! interesante historia", mientras toma el té de manzanilla sin azúcar o con dos gotitas de limón.

¿Entonces vas a empezar a mentir?

Exacto. Como debería haber empezado a mentir desde el principio. Como nunca debí dejar de hacerlo. Me pasa, ahora, que tengo credibilidad. Y claro. Me la paso todo el día, como un monito, haciendo research. Patético. Bah, bien, porque mucha gente se ve beneficiada y eso siempre está bueno. ¿Adónde podés "chequear información" sobre lecturas, por lo menos?

...en el blog de Funes...

Exacto.
Bueno, ya no.
Acá me gustaría que vinieran a buscar ideas. A creerse historias. Me gustaría que vengan creídos de que no me van a creer nada de lo que digo. Y me gustaría tomarlos de las narices y revolearlos de acá para allá.
Por ahora logré que perdieran su tiempo escribiendo comentarios: anónimos, agresivos, resentidos, alegres, estimulantes, agradecidos, whatever.
Como "dice" Samanta Schweblin Los que piensan que ser artista es un trabajo y no un hobbie.
Los que se cagan en la opinión del público aunque dialoguen con él.
Los que sienten con el alma y se exponen con el cuerpo.
Esos quiero imitar.
Quiero convertirme en eso.

Nunca sale al primer tiro. Y no tengo apuro tampoco. Pero me cansé de la del mono. Ahora el que venga acá no va a saber si lo que estoy contando es verdad o es mentira. Con Fede, una vez, pensamos inventar un ciclo literario. Invitar escritores totalmente desconocidos y colocar las fechas en la agendita.

¿otra mentira?

Exacto.
La gente iba a ir pero no iba a encontrar nada. Desde "la numeración no existe" hasta arrastrar multitudes al MALBA diciendo que habían leído "por ahí" (o en el blog de Funes, claro) que hacían una lectura gratis y que te regalaban un vasito de vino. Una vez la hice sin querer. Se la hice a los chicos de El Quinteto. El otro día me hicieron acordar. Los invité a un bar que supuestamente estaba abierto y cuando llegué estaban los cuatro con cara de culo y apoyados en la persiana gris del bar. A mí me pareció gracioso. A ellos no.

¿Para qué mentir si nadie te cree?
¿Para qué hacerte creer que estoy mintiendo si ya sabés que estoy mintiendo? Si ya sabés que estoy tratando de crear una mentira creíble. ¿Adónde está el riesgo? Por ahí los cráneos de la literatura no están en esto y les parece una estupidez. La verdad, me nefrega. Los cráneos saben que acá no tengo nada para ellos. Que no escribo pensando en ellos.
Esos comentaristas anónimos también saben que no escribo para ellos, por eso se molestan. Me los paso por la peluca que no tengo. Y después los tiro.

¿Pero así te van a creer?

Y, por ahora me funcionó las pocas veces que lo hice.
Y si puedo guardar el secreto puedo inventar grossos personajes.

Vamos a ver cómo sale.

Por lo pronto, me quedo contento ahora porque me doy cuenta que todo este post es una mentira. Todo esto que acabo de pensar durante 10 días puede ser mentira. La mentira de la mentira de la mentira de la mentira de la mentira de la mentira de la mentira de la mentira de la mentira.

Quién te dice

Por ahí alguien me cree..


*

domingo, septiembre 21, 2008

Pregunta

busco una explicación

¿Por qué los libreros me cobran 40% de comisión por la venta de un libro de la Funesiana? ¿Y por qué les cobran ese mismo porcentaje a una gran editorial? ¿No deberían hacer una diferencia? ¿Es demasiado ratonear pensar en eso?

Gracias


*

viernes, agosto 29, 2008

Uno busca lleno de esperanzas...

Lo iba a leer en la presentación
que organizamos con Clarita
para el amigo Juan
[...]
Otra constatación, muy subjetiva, que proviene de mi experiencia, y que tiene que ver con otra esfera que se toca con la esfera del libro. La esfera de la literatura. El campo literario argentino. El campo literario argentino está hecho mierda, esa es la constatación que yo hago. Ahora cualquiera es escritor, cualquiera escribe, cualquiera publica, y cualquiera escribe cualquier cosa. La literatura vuela bajito, vuela a ras de suelo. No siempre fue así, ¿eh? Hace quince años, en Biblioteca del Sur o cualquier colección de literatura mainstream, ya se notaba mucho la influencia de Carver y de Bukowski, había que contar historias de la gente común, pero igual los writers tenían toda esa gestualidad pretenciosa del que está más allá. Y ese vocabulario que obedecía al prejuicio de que no hay que escribir como se habla.
[...]

[ Santiago echa putas desde Bonk ]


A mí me simpatizó la lista de radicales que hizo

aguante los radicales puros
como yo


*