miércoles, abril 09, 2008

Para la gente del interior

Los Leales
leído 8 de abril 2008
Noche de cuentos [A*]


-Tené que venir.
-¿Adónde? Dejame terminar el faso, querés.
-No, ahora no. Fumá tranquilo. El sábado a la tarde vamo´ a pegar. Me tené que acompañar.
-¿Te da miedo ir solo?

-No, para nada, voy solo desde siempre, Pablito.

-Andá… Robertito…

Robertito no es miedoso. Robertito es mi puntero. Siempre que pego en su casa me fumo uno antes de llevarme la piedra. Ese día no había querido compartir. Estaba limpio, afeitado y tenía un jean y una camisa. Parecía un oficinista. Cuando le pregunté qué onda con esa pinta me contestó “ando en una”, frase para entender que no son asuntos míos.

Pero insistió un buen rato.

-Tenés que conocer a José. ¿Vos no escribías historias?

-Sí, pero no me meto en la villa para hablar de los pobres. Eso es de cagón. Hay que escribir de lo que uno sabe. El periodismo es otra cosa.

-Te digo, es un personaje. José te va a interesar.

-¿Pero no es medio bardo meterse ahí?

-Si venís conmigo no; para nada.

-Ay, Roberto, Roberto - me había convencido. Pité largo. Me quedaba la mitad pero ya volaba por la estratósfera y quería tirarme por la ventana.- Mejor me voy, Robertito. Mirá si se te ocurre pedirme otra cosa, chancho.

-¿Venís o no venís?

-¿El sábado?

- - - - -

Conocí a Roberto un día que no tenía mucho que hacer. Estaba fumando CJ que había traído de Salta cuando un morochito de rastas me dijo:

-Estás fumando Cáncer Jujeño, man. Sos un barrilete.

-Soy un barrilete cósmico – le contesté para que se riera y se fuera. Cuando fumo tengo unos chistes bárbaros. Lo que no tengo es mucha memoria.

-Decime Robertito – me dijo después de tomarse 5 minutos para sacarme 50 pesos en porro paraguayo; una mierda que si la oliera ahora me daría náuseas. Hasta poxiran tenía esa cagada que vendía.

-Es raro pero pega. Estoy empezando en esto. – Era un dealer principiante. Qué lindos recuerdos aquella época.Desde entonces, somos re amigos.

Bueh, no tanto, pero es mi puntero. Lo quiero un montón.

Digamos… es como que no le deseo el mal…

No… no… para nada… hasta ahora viene virgen; todavía no le robé nada.

- - - - -

¿Sabés lo que es amedrentar, boludo? A mí me gusta que me respeten. Porque sin respeto acá no se hace nada, boludos. Esto es muy simple, o se ponen de un lado o se ponen del otro. No les voy a decir qué les conviene. Tampoco doy órdenes pero a mí se me respeta porque me lo gané, boludos. Pasame un mate. (Toma mate) Está dulce, no le pongas más. Y el que se confunda se va a enterar. A mí no me gusta usar la violencia, para nada. No sean boludos. Y los que me conocen lo saben bien. Pero también saben que mi lugar lo defiendo a muerte, boludo. ¿O no es cierto, Robertito? Y a muerte es decir hasta las últimas consecuencias, boludo. Si no me creen pregunten por ahí. Van a ver. Yo quiero que elijan, boludo, y ojo que hablo en serio. Quiero que digan, “sí, yo voy a muerte con José, boludo”. No nos sirven las medias tintas. Pasame un mate, boludo. (Toma) Lo que ofrezco es una oportunidad única, entendés. Nos van a querer hacer cagar. Es así. Hay que estar dispuestos a madrugar para hacerlos cagar primero. Vos no te preocupes, Robertito, acá todos nos vamos de joda, eh, eso descuentenlón. Pero necesito gente fuerte que me responda. Necesito gente que esté dispuesta a matar, sentiende.

No vamos a matar a nadie. Pero nunca se sabe. Si alguno tuviera que hacerlo no le tiene que temblar el pulso. Vamos a cambiar las cosas, muchachos. ¿Ustedes no querían cambiar las cosas? A muchos no les va a gustar, por supuesto.

A ver si me entienden; estoy armando un ejército, no un partido político. Estoy armando el Ejército de Los Leales, muchachos.

- - - - -

Me había dicho sábado a las doce y media en un bar por Avellaneda; Avenida Mitre al 700, en la esquina de Sarmiento. Cuando llegué al Café del Puente me encontré con una moza a la que le había tirado todos mis perros rabiosos una noche dulce a la salida del Bingo así que esperé afuera, no quería escenas. Además quería fumar. Puse play y escuché la grabación. Era José Arrieta.

Robertito me había dicho que esa grabación se entregaba en algunos lugares, algunas villas, para que conocieran a José, un transa ex Ejército Revolucionario del Pueblo. Nadie sabe cómo pegó un puesto en la Mesa de Entradas del Consejo Deliberante del finado Topadora Domínguez y ahora se la pasaba repartiendo esas grabaciones para formar el Ejército de Los Leales.

-El Ejército de Leales es una gilada, Pablito. Vos tenés que contar cómo hizo el transa de José para repartir la cantidad de merca y marihuana que repartió. Y la que reparte. A veces son cajas de Cd´s con un cd adentro. Otras veces son cajas de Cd´s con mercadería de primera y sin cortar. Es un genio. Vende música de cuatro bandas: The Cure, Deep Purple, Sumo y Soda Stereo. Se entiende que The Cure es la mejor, europea, blanca como piel de esquimal y Soda Stereo es la nacional, cortada, careta y que corta más de lo que pega de tanto vidrio que tiene. Yo tomo Deep Purple pero Sumo no está tan mal. Son diferentes estilos de un mismo viaje, sentiende.

Nadie conocía cómo la comercializaba. Claro, nadie lo sabía, hasta ahora.

-Nos encontramos en el Café del Puente. Ahí te cuento para que sigas.

¿Para que siga qué?

Para mí, Avellaneda es como una segunda casa. O lo era antes. Las avenidas grises, la plaza, los baños de la Escuela de Cine, la cancha un día de semana; todo, todo, todo tiene un aire a cansado a gastado a falsa melancolía a depresión de Olivetti vieja a policía de escritorio a canas de experiencia a respeto

Mensaje de Robertito
estoy en un quilombo
no llego

Mejor. Cuando subí al 95, apenas me senté, encontré otro mensaje en el celular;

vamos la semana que viene
andá a Paseo Colón 713 tercero boludo
la casa de Rulo
te va a dar charla sobre los discos
Escuchálo.

- - - - -

En Paseo Colón al 700 las veredas son anchas. El olor a pis de gato, también. El portero, que miraba desde adentro, apenas me vio tocar el 3º B se me vino desesperado con un manojo de llaves en la mano. Estuvo un rato probando hasta que se abrió.

-Hola, ¿vos sos el periodista, pibe?

-¿Qué periodista?

-Yo soy Juan Carlos, amigo de Rulo.

-¿Vos sos el amigo de Rulo?

-¿Te dijeron que era el del 3º B, no?

No contesté pero Juan Carlos el portero, ahora más desencajado, me obligó a entrar.

-El Rulo no existe más – sentenció – Seguíme.

A esa altura, para mí, era todo lo mismo. Yo no tenía idea de lo que iba a buscar. Tenía que hablar con un tal Rulo del 3º y el portero me decía que lo siguiera por la escalera. Eran como las cinco de la tarde y tenía ganas de un café con leche. Sabía que ahora me quedaba sin el pan y sin la torta. De algo estaba seguro; Robertito no me iba a cagar. Y si tenía que subir la escalera con el portero Juan Carlos o con el peluquero Esqueletor, a mí me daba exactamente lo mísmo. Escuchálo, decía el mensajito. Es mi puntero de faso, o estoy con él o estoy contra él. Yo al Rulo este lo voy a escuchar.

Llegamos al tercero y en el pasillo una de las luces titilaba. Las baldosas viejas, bordó, ásperas, avisaban a los gritos que habíamos llegado. Nos acercamos a la puerta B, la segunda de la derecha y la encontramos abierta. El portero Juan Carlos me miró y me dijo Shh con el dedo índice cruzándose el labio y acarició la puerta que se abrió de par en par. Habré tardado un segundo o dos en acostumbrar la vista a la oscuridad del departamento. La luz del pasillo, la que titilaba, ayudaba a confundirme. Cuando hice foco, cuando miré bien los detalles, cuando sacudí la cabeza para tratar de entender, cuando miré al portero Juan Carlos; me di cuenta por qué estaba desencajado. Estirado, en el piso, había un tipo en calzoncillos con un tiro en el pecho y otro en la cabeza. No hizo falta que Juan Carlos me señalara el cuerpo pero igual lo hizo. Una cuota bastante cara de horror. Una cuota que jamás había pagado.

- - - - -

Cintia, te escribo esta carta porque el mail ya me lo hackearon. Suena raro pero me hackearon la cuenta y no me quedó nada. Bah, sí, me quedaron dos mensajes tuyos que decían te amo en el asunto y en el cuerpo del mensaje, estaban repetidos. Cuando te llegue esta carta no se dónde voy a estar. Te voy a mandar postales. Roberto dice que el servicio todavía es confiable. ¿Te acordás que siempre nos peleábamos porque vos decías que había que ir al centro del quilombo y yo te decía que había que ser pacientes y esperar que pasara así lo entendías mejor? Bueno, te hice caso, fui al centro del quilombo. Pero hice cagada. Roberto dice que por dos o tres meses vamos a estar dando vueltas. Apenas te pueda contar algo, te cuento. Por ahora, sabé que sí, que yo también te amo y que me gustás mucho y que cuando te agarre te parto.

Besos.
Pablito.

- - - - -

-¿Está grabando?

-Sí, boludo, está grabando, ¿no ves la luz roja prendida?

-Bueno, pará, dejame a mí.

-Pero contá bien, eh.

-Sí, sí. Bueno, mi nombre es Pablo Suárez. Tengo 21 años y soy de sagitario.

-¿Para qué mierda contás eso?

-Qué se yo. Soy de sagitario y nací el 15 de diciembre. Estoy con Roberto alias El Puntero Robertito que les va a contar bien de qué se trata todo esto.

-Bueno...

-Saludá antes...

-¿¡Para qué?!

-Saludá, che...

-Hola. Soy Roberto. Estamo en mi casa que queda en la Avenida Rivadavia 3192. Vamo a grabar una charla con José Arrieta, Comandante en Jefe del Ejército de Los Leales. Así le gusta llamarse él. Dice que quiere conocer a Pablito pa´meterlo adentro y lanzar el Plan Resurrección de una vez por toda. El Plan Resurrección incluye derribar la cúpula del partido Radical. Una locura. Se financia con la venta de merca y faso. Vamos a tratar de averiguar cómo la pasa. Somos la resistencia. Somos lo que no hay.

-Somos una especie en extinción, Robertito.

-Vos calláte que estás acá porque te regalo el faso.

-Shhh, compañero...

-Compañero, te voy a dar a vo´. ¿Estás listo?

-Sí, señor. Hasta la victoria, siempre.

-Pst... qué cara de gil que poné cuando decí eso, eh.

- - - - -

Cintia, te escribo desde la casa de una señora muy amable que nos aloja en Lomas del Mirador. Acá seguimos, huyendo del malvado José. Dice Robertito que estamos seguros ahora. La pasamos muy mal, Cintia, te juro. No lo podrías creer. Te extraño, Cintia. Me gustaría verte un ratito. ¿Te acordás cuando íbamos a los fichines de Bulnes? Ahora pusieron una verdulería, el otro día pasé. Ya no está más. También me acuerdo del primer beso que me diste, en la Plaza Mafalda. Vos me mostraste cada lugar. ¡Qué ganas de verte! Robertito dice que pronto. Te mando besos. No tengo mucho espacio y la letra más chica no la puedo hacer porque no me la vas a entender. Acordate, el indio lleva tu nombre. Anda medio tristón. Espero que se alegre pronto de verte.

Besos.
Pablito.

- - - - -

El portero Juan Carlos me abrió el marote de par en par. Me contó que el Rulo siempre invitaba policías para sus fiestas. Porque organizaba partuzas, parece. El departamento se llenaba de minas que caían antes de los autos importados sin matrícula. Siempre bajaban tipos de traje. Una vez, el portero Juan Carlos reconoció al Juez Burzi. Al otro día le mataron al perro. Lo encontró en la caldera, al lado de la foto de Maradona a los 10 años, de cuando jugaba para los cebollitas.

Cuando me contó esa me desperté del mareo y fui a verlo a Robertito. En su casa no había nadie así que lo esperé. Cuando llegó traía un grabadorcito, muy chiquito. Decía que hoy sí, que hoy lo agarrábamos a ese hijo de puta. Que lo iba a emborrachar y a poner del opi. Que si no es ahora no es nunca.

-¿Te das cuenta que si no sale tenemos que irnos a la mierda, Robertito?

-No pasa nada, papá. Vos, fumá.

- - - - -

Cintia, te escribo desde Lomas del Mirador. Robertito fue a entregar un par de bolsas que tenía para vender y hace dos días que no aparece. No se si esperarlo acá o irme a otro lado. La señora amable se enojó conmigo esta mañana porque no colaboro con plata ni con nada. Sin Robertito no se si pueda aguantar. Te extraño, che. La próxima vez que nos veamos quiero que te hagas la colita de caballo. Esa que me excita. Cuando puedas sacate un fotolog así te miro. Ponete la ojetuda así te encuentro. Acordate que si me lo pedís al oído te entierro hasta el fondo.

Besos.
Pablito.

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Cuando conseguimos las pilas probamos grabar un cassete con nuestras voces por si nos pasaba algo. Salió bien. Lo guardamos en una bolsa de Coto que tenía una piedra de doscientos pesos y nos prendimos la tele para hacer huevo y esperar que llegue José. Al toque puse TN y estaba el Juez Burzi anunciando que habían encontrado a uno de los más grandes distribuidores de marihuana del partido de Avellaneda. Un tipo que tenía varias propiedades, varios autos y varios nombres. Que usaba muchas jovencitas para prostituirlas y además como mulitas de transporte de estupefacientes. Que estaban esperando novedades en ese mismo momento y que por eso había convocado a la conferencia de prensa.

Cuando apareció José, a la derecha de Burzi, no me sorprendió. Sí que tuviera una gorra y una campera azul con las iniciales amarillas de la Federal. Pero cuando de verdad me entró el cagazo fue en el momento en que José Arrieta le tocaba el hombro al Juez Burzi y le pasaba un celular. Burzi dijo vamos para allá y yo revolié el control remoto a la mierda y salí por la ventana del baño. Atrás, venía Robertito con dos bolsas; la de merca y la de marihuana con el cassete. Dos minutos después, desde los techos, podíamos escuchar cómo le reventaban la casa a Robertito que lloraba con los ojos cerrados. Nos quedamos parados al lado de una chimenea, cubiertos por un tanque de agua. Después rajamos.

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Cintia, esta mañana me hice una paja pensando en vos. Un poco me costó porque te extraño tanto que no me acuerdo tu cara. Te busqué como la ojetuda pero ya estaba usado ese fotolog. Ponete otro. No se, ponete la colitadePablito, así, todo junto, así sí te encuentro y te veo. Igual, ya no salgo más. La vieja también se fue. Me dejó unos pesos por si me faltaba algo pero me recomendó que lo use para remedios si necesito. Robertito no volvió. Para mí que me cagó, ¿vos qué decís? Si esto sigue una semana más te juro que no aguanto. Me voy hasta tu casa y te aflojo los bornes con el matafuego. Te necesito, Cintia. ¿Me vas a esperar? No me cagues, pendeja. Te voy a sacar espuma por la boca, vas a ver. Paciencia. Como dice Robertito, vos fumá.

Besos.
Pablito.

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