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miércoles, febrero 24, 2010

John Kennedy Toole

La conjura de los necios
Editorial Anagrama - página 139


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Mattie´s Ramble Inn era como las demás casas de su manzana: baja, sin pintar, de una verticalidad imperfecta. Mattie´s divagaba levemente hacia la derecha, inclinándose hacia las vías del ferrocarril y el río. Su fachada era casi invulnerable, cubierta como estaba de carteles publicitarios de latón de toda una colección de cervezas y cigarrillos y refrescos. Hasta la pantalla de la puerta anunciaba una marca de pan. Mattie´s era una mezcla de bar y tienda de ultramarinos; el aspecto tienda prácticamente limitado a una parca selección de artículos, refrescos, pan y alimentos enlatados. Junto a la barra había un cajón de hielo que enfriaba unos cuantos kilos de carne en salmuera y de salchichas. Y no había ningún Mattie. El señor Watson, el propietario, un hombre tranquilo, tostado, café au lait, tenía autoridad exclusiva sobre la restringida selección de mercancías.


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sábado, junio 27, 2009

Gonzalo Garcés

El Futuro
Editorial Seix Barral - página 7



1. Llegar al aeropuerto
Éste, entonces, debe ser mi hijo. Eso fue lo que pensé esta mañana, cuando lo vi, detrás del vasto panel de vidrio, posiblemente un Durex antibalas de 40 pulgadas de espesor como empezaron a hacerlos después de los atentados, fue a principios de los años noventa, la guerra del Golfo, no recuerdo si llegó a estallar algo acá, en pleno aeropuerto, pero los franceses cuidan a los suyos y aun a los extranjeros y aun a los recién llegados, como yo, es de agradecer aunque sea para guardar las formas, serán intratabales pero tienen sentido de la etiqueta, en eso tenía razón mi primera mujer, su madre. Este debe ser mi hijo, pensé. Cómo ha cambiado, cómo ha crecido. Le ha dado prestancia el matrimonio. O quizá no, tal vez nadie cambia nunca, lo que no impide que de pronto me sienta intimidado. Ése debe ser, ése es mi hijo. Desde ese momento supe que el viaje era un completo error. Los tubos fluorescentes brillaban, bien distribuidos, calculé dos a tres metros de intervalo. Y sin embargo la llegada había sido buena, con ese pequeño triunfo ante el controlador de pasaportes: ¿usted es chileno?, oui, elásticamente en desenfadado si bien imperfecto francés había dicho, esperando que la señorita de largas piernas detrás de mí oyera, sí pero no se inquiete, quiero seguir siéndolo, ja ja, muy bien señor, ¿cuánto tiempo planea pasar en Francia? Oh, sólo dos semanas, sabe, vengo a ver a mi hijo, sacándome la pipa de la boca, tratando de que notara el impermeable Burberry´s recién comprado en el Free Shop, a ver si el huevón me tomaba nomás por un inmigrante. Estuve por sacar la tarjeta de la empresa, la chica de atrás callaba. Vengo a ver a mi hijo, que se ha casado sin avisarme, así como lo oye, imagínese que aún no conozco a su esposa, así como lo oye. Y esto había provocado tal reprobación, no sólo de la chica sino del mismo controlador francés por lo demás desprovisto de sentido del humor, reprobación inequívoca de la negligencia filial y por lo tanto aprobación a mí, que salí de ese sitio en plena majestad, el mundo cortado a mi medida, casi como un buen impermeable. Pero entonces vi a mi hijo. Detrás del vidrio lo vi, en su cara vi lo que pensaba y supe qué iba a preguntar al verme. Y pensé que este viaje había sido un error, pero ya era tarde.
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martes, junio 23, 2009

Carlos Salem

Matar y guardar la ropa
Editorial Salto de Página - página 139




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Me despido confuso.
Perdón, Yolanda.
Pero Sven sigue siendo un asunto pendiente. Rodeo las cabañas, cuento seis y antes de golpear se me hiela la sangre. Dentro, un hombre y una mujer están follando con empeño salvaje. ¿Es que en este camping no se puede hacer otra cosa?
Sofía.
Tiene que ser Sofía.
Que sea Sofía, por favor.
Contengo la respiración, escucho y trato de separar los gemidos, identificar el de la mujer que, destrás de la delgada pared de madera, araña un orgasmo. Cada gemido, una certeza opuesta. Es Yolanda. No es Yolanda. Es Yolanda. Todavía tengo el tacto de su piel en los dedos, el perfume de su sexo en los labios, eso no se borra con una ducha, no es Yolanda, su forma de sacudirse cuando estaba dentro de ella, es Yolanda, el gemido que más que oír veía dibujado en sus labios, no es Yolanda, aunque sonaba, suena todavía en mi cabeza, es Yolanda, pero suena a sangre al galope, a cristal lamido de viento, no es Yolanda, a vida desatada y caliente, es Yolanda, a ríos tibios, lava y jazmín, terremoto y paz, no es Yolanda, animal y prisa, salto mortal de nube en nube, es Yolanda o no lo es.
Llamo a la puerta con ritmo policial. Se oye un juramento en sueco, un gemido que es o no es, y un congestionado Sven se asoma por la puerta, el sexo aún erecto apenas escondido tras la hoja de madera.
Me ve y se asusta. Él y su polla, que cae.
En el espacio que deja libre, desde un espejo, se ve un cuerpo de mujer desnuda. Sólo parte de las piernas y el culo. No es suficiente. Puedes enamorarte de una mujer en una noche, pero hay tanto que conocer que cuesta recordar los detalles. Sven espera. Pasado el susto, espera. Llamo a Juanito, que acude presto en mi ayuda.


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viernes, junio 27, 2008

El doble Berni de Gandolfo y Sosa

[...]
Al fin estuvo cansado, un poco acalorado, sorprendido al darse cuenta de que trataba de percibir la diferencia en el canto de dos pájaros, más intensos que el resto del parloteo general de aves, de que lo hacía sentir bien el sol sobre la piel, cuando cruzaba entre dos grupos de árboles gigantes y centenarios, o contemplaba una doble hilera de palmeras que parecían aún más altas por su pura delgadez.
[...]




[ página 139 - segundo párrafo ]
Elvio Gandolfo y Gabriel Sosa
Editorial Negro Absoluto

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El libro me atrapó por su intriga sobre el famoso pintor y algunos detalles que parecían salidos de un cuento de Poe. Sin embargo tiene un par de momentos flojos, hay un capítulo que me pareció medio apurado y de la mitad al final va decayendo de a poco. El recurso de los 45º se agota enseguida aunque está bien que eso sucede; como que se adapta al periplo de Jorge. Me gustaría conocer a Laura Tagomi. Eso sí, a pesar del machismo y prejuicio exasperado que raya el lugar común sobre los orientales, me dio ganas de conocerla; parece alguien que sabe lo que quiere. En general, los personajes, eso también está bueno, el armado de sus pequeñas virtudes y defectos, está excelente. Hay oficio en el libro pero se nota demasiado.

¿Alguien me recomienda un Gandolfo?
Me parece un tipo realmente interesante.


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jueves, febrero 07, 2008

Carlos Gamerro

Las Islas de Carlos Gamerro
Editorial Norma - página 139


[...]
-La civilización es el control. Controlar a los demás, en primer lugar, pero para hacerlo debemos controlarnos a nosotros mismos. Hemos caído en esa trampa, señor Félix, la civilización que nosotros mismos hemos creado nos ha llevado a ese callejón sin salida. Para que nuestro control sobre los demás aumente en forma matemática, nuestro autocontrol debe aumenta en forma geométrica. Y cada tanto, en ciclos bastante regulares me arriesgo a decir, nuestra fuerza se vuelve en contra nuestra, nos rodea como una camisa de fuerza, y no pudiendo soportarlo nos dejamos ir y todo se va con nosotros. Cada vez que intentamos una revolución para liberarnos de estas injustas cadenas que la sociedad nos impone, nuestros enemigos se aprovechan y al final para contenerlos se impone una reacción todavía más férrea que la anterior. Y luego nos acusan por ello, a nosotros, como si no fueran ellos mismos lo que nos obligan a tomar esas medidas extremas para salvarnos.

[...]

domingo, septiembre 02, 2007

Pablo Ramos

La ley de la ferocidad
Editorial Alfaguara - página 139
[ . . . ]

Salgo del cuarto y cruzo la sala. Hay cosas que son difíciles de creer y ésta es una de esas cosas. En la sala principal, en la que cada vez hay más gente, mis tres ex mujeres, Liliana, Belén y Sofía conversan con mi madre. Mi actual mujer, ya casi ex, Roxana, está sentada en un banco contra la pared. La cara que tiene no hace falta describirla. La visión del harén hace que me olvide de la muerte que llevo en la garganta y que la vida renazca en mi entrepierna. Son todas mis mujeres, están juntas, hablan plácidamente entre ellas.


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martes, agosto 28, 2007

Diego Paszkowski

El otro Gómez
Editorial Sudamericana


Llegamos. Varios perros daban vueltas y ladraban a nuestro alrededor, y salió a recibirnos un capataz tuerto. Un hombre lo espera, le dijo Decker, usted ya sabe, patrón. Cómo no, m´hijo, dijo él.


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lunes, julio 16, 2007

Juan Terranova

La Virgen del Cerro
Editorial Sudamericana - página 139


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Nacido en Tours, Francia, en 1917, el Abate Laurentin es, quizás, la autoridad más importante de la Iglesia Católica en materia de apariciones marianas. Participó en el Concilio Vaticano II, es miembro de la Academia Teológica Pontificia de Roma y fue cronista religioso del Fígaro. Capaz de citar a Charles Baudelaire y de pedir precisiones de orden teológico a los videntes para evaluarlos, Laurentin es un intelectual erudito, autor de una cincuentena de libros que le valieron el reconocimiento de sacerdotes, laicos y ateos de todo el mundo. En 1989 se reunió con Vassula, una mística ortodoxa que recibía mensajes de Jesús, y escribió: “Evitemos tanto el secularismo angosto como esa piedad glotona que se desvía hacia el extremo opuesto. Lo que es verdaderamente importante – y a menudo olvidado – es el discernimiento. Esto debe ser, normalmente, el pan diario de cada vidente y de todos los que se sienten llamados a compartir su gracia”.

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domingo, julio 15, 2007

Alejandro Parisi

Delivery
Editorial Sudamericana - página 139

Acelero. Llegamos. Entramos y enciendo las luces. Vamos a la cocina y Eli se sienta en una silla. Dame un cigarrillo, dice y agarro un cigarrillo, lo enciendo y se lo doy. La miro. Fuma. Suelta el humo de golpe. Le doy la bolsita que me dio el rubio y ella prepara cuatro línesas arriba de la mesa. En la bolsa todavía queda. Saco mi billete y tomamos dos líneas cada uno y siento que la merca me llegó hasta el estómago. La puta madre, digo y como estoy mareado voy al baño. Miro el inodoro y vomito dos veces. La puta madre, pienso y no entiendo nada. Eli pone un CD y escucho la música desde el baño. Me arrodillo frente al inodoro y vomito otra vez. Me levanto y me enjuago la boca. En la cocina veo que Eli se tomó toda la merca. Hija de puta. El volumen de la música cada vez es más fuerte. Voy al living y ella está bailando arriba de un sillón. Loca de mierda.

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sábado, julio 14, 2007

Andrés Rivera

La revolución es un sueño eterno
Editorial Alfaguara - página 139


[texto en itálica en el original]

Y allí en ese cuarto, en esa triste y gris tarde de mayo, Angela Castelli cumplió con la misión que le asignó su padre, y fue, alternativamente, desdeñosa y seductora, y amenazó al coronel Saavedra con el desprecio de una ciudad, y con el recuerdo de ese despresio, que sería, en 1910, tan vivo y cruel como en el instante que la Revolución dividiese las aguas, y tomase el nombre de guerra civil.

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viernes, julio 13, 2007

Un suspiro a mil grados bajo cero


Una novela de mil páginas de David Wapner

Página 364

Al alba, frío. Solo atisbar, hiela. Calienta agua, prepara café. No hay azúcar, duele el vientre. Todo, ¿conspira? ¡No! ¡Es así, nomás!

Segundo párrafo de la 139