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domingo, diciembre 13, 2009

Ser disfuncional como una forma de snobismo

Por Lucas Oliveira


Participar siempre tiene sus riesgos. Participar cuando uno tiene una opinión muy distinta implica mayores riesgos... muchos más de los que uno pudiera soportar. Así se conocen los límites. El error conlleva un aprendizaje a veces inasible. Como en cualquier competencia, la participación ya es admirable. Y la forma en la que uno participa, en la que uno exige sus propios límites, demuestra, tal vez a esos pocos atentos a los mínimos detalles, que uno va por una senda; correcta o no, hacia algún lado está encaminado.
Tío Vania, la puesta elegida por Daniel Cinelli tiene una personalidad muy definida. Y cierto alegrón le causa a uno, por ejemplo, ver un tono irónico en las líneas sobre el piso aludiendo a Lars Von Trier o, acaso, a la famosa frase “pueblo chico, infierno grande”, o “pasa hasta en las mejores familias” o “los niños ricos también lloran”.
Lo que es cierto y demuestra un estado actual del arte en general, es que el subrayado de los signos a lo largo y a lo ancho de la obra la vuelven lánguida, parsimoniosa. Esa parsimonia de pueblo, es cierto, pero una parsimonia tal vez innecesaria. La obra de Chéjov que Cinelli decide montar maravilla por los conflictos que exhibe, las miserias y los absurdos pequeños engaños en los que a la mayoría de los seres humanos se les va la vida. A cualquier dramaturgo, escritor, director se le hace agua la boca cuando hojea las páginas de semejante obra teatral. Pero, a su vez, el “monstruo” de tal tratado del comportamiento humano puede atar de pies y manos a quien pretenda una nueva visión de la obra.

En ese sentido se nota el esfuerzo por lograr un producto teatral original. La puesta, el juego de luces, la adaptación en los textos, la música y hasta el vestuario hablan de un trabajo minucioso y detallado que, de a ratos, resulta excesivo.
En esta puesta los actores recuerdan los esfuerzos de los maratonistas. El objetivo no es lograr un punto álgido (o varios) en la obra sino más bien llegar al final indemnes, sin demasiadas cicatrices. A pesar de que los textos pueden aprovecharse para gritar como un loco y soltar la cadena de la cordura, las performances son medidas y casi milimétricas. Se lucen Zamarbide y Rizzi (quien participó haciendo un reemplazo y sólo por esta función) quienes van llevando la obra paso a paso logrando un nivel de intriga interesante.

Siempre resulta fácil recomendar una obra de Chéjov. Esta puesta hace un esfuerzo y se nota, a veces gratamente y otras no tanto. Lo cierto es que decididamente hay una opinión. Y a todas luces, vale la pena saber de qué se trata.

Tío Vania
viernes 20 hs
Teatro del Viejo Palermo
Cabrera 5567

[ Alternativa Teatral * blog ]


*

martes, mayo 12, 2009

Tremendo

Edmundo Paz Soldán
dixit


La argentina Lucía Puenzo se ganó cierto crédito con su anterior película, XXY, una sugerente exploración sobre el hermafroditismo; el tema daba para una mirada sensacionalista, pero Puenzo se mostró contenida y madura; ahora, uno sospecha que la atracción de Puenzo por ciertos temas controversiales puede ser un gesto tan estridente como vacío.

[ ojo, cuenta el final ]


*

viernes, abril 17, 2009

Expo flogger - 2009

sobre la muestra fotográfica
Temperatura perfecta
de Carlos Herrera


Apenas entrás al pasillo del Purgatorio te dejás llevar por los marcos perfectamente alineados y hermosos. Como la estadística lo indica, arrancás por la izquierda, caminás lento, derecho, curioso, girás la cabeza levemente y mirás una a una las 40 fotografías hasta que lo ves: pálido, venoso, apagado pero imponente, genio dormido. El montonazo de carne, el chorizo blanco adormilado, la poronga, el choto, la pija, el trozo, matafuego, señor de abajo, pindonga, pocho, bebé, trompa de elefante, manguera, serrucho, palo, longaniza, tercera pierna o como sea que le llames al miembro flácido masculino se te presenta sin previo aviso y con un desparpajo que enturbia la vista y te hace dudar de dónde estás parado...

Después seguís mirando y caminás... como mucho.
Un poco perturbado por el tamaño de la foto, que al principio parecía pequeña pero no lo es, terminás el recorrido. Debe durar un minuto y medio o por ahí. No mucho más. Y pensás, "mi primo el flogger puede exponer tranquilamente, entonces".

Lo que se ve en la muestra no son más que las fotos de un chico con página en Flog (nótese que no menciono a Flickr ya que Flickr aloja usuarios más pretenciosos, cool o snobs). El Flog tiene la característica de ser muchísimo más sincero y atribulado que el Flickr que es algo más pensado e impostado.
Cuando decimos que la web 2.0 se morfó el sueldo de bastante gente, podemos empezar a dar este tipo de obras como ejemplo. Pero ¿quién es Carlos Herrera?

Carlos Herrera es artista. En el proyecto Bola de Nieve pueden ver su perfil en el que vemos y leemos parte de su manifiesto artístico (dicho sea de paso, aguante el ciclo Manifiesto). Gugleando un poco más se pueden encontrar con Fernando Farina y su texto Elogio del gesto idiota y ahí vas entendiendo un poco más. También vas a ver que en esa página están colgadas 105 fotos de donde sacaron lo que sería Temperatura Perfecta, para el Purgatorio.

Desde siempre, desde que "Funes" existe, por lo menos, me interesó transformar lo virtual en real. Los ceros y unos en carne y hueso.
No sé por qué. Pintó el arrebato, digamos.
Por miles de formas lo he logrado y por otras miles de formas no. Trasladar la energía que alguien pone al tipear y llevarla a un espacio público o semi público para ver qué pasaba. Desde lecturas hasta partidos de fútbol, he probado todas las maneras posibles que me ofreció mi cabecita.

En el caso de Herrera tengo que reconocer que no puedo ver cómo logró que 40 de las 105 fotos que sacó lleguen a estar en una fotogalería. Al principio pensé, "los curadores no tienen internet, no conocen a los floggers therefore les parece interesante lo de Herrera". Pero me parece que tienen internet. Creo que sería absurdo pensar eso hoy día.
Entonces vuelvo a pensar, "es que vieron el perfil de Bola de Nieve y su trabajo Confort y Protección les pareció de un autor a tener en cuenta" y me cerró un poco más.
Cuando Herrera dice
Simplemente un gesto idiota que se repite siempre en mi obra. No hay mucho más que eso. Me interesa pensar que mi obra es inútil y que no modificará nada. No me interesan las teorías parafernáricas detrás de mis obras.
me hace acordar a los adolescentes de los '90 que militaban pero no querían que esa actividad sea manchada con el mote de "militancia" porque decían que no, que lo que ellos hacían era lo que les gustaba hacer y nada más.
Hacer arte y creer que no sirve para nada ya está viejo pero no por eso, evidentemente, es menos válido como argumento para entrar a exponer en una fotogalería de "vanguardia" como la que se administra en el Purgatorio.

En Confort y Protección Herrera logra más rápido lo que en Temperatura Perfecta cuesta ver. De todas formas surge otra idea: ¿cómo hacer para que los artistas copen más lugares reales teniendo tantos soportes virtuales que los reciben a cambio de dos o tres dólares del servicio AdSense y ningún tipo de filtro estético? Sin dudas que, presionados por la moda de los flogs y blogs, los que ejercían el filtro estético se vieron en la encrucijada de tener que decidir entre abrir el abanico de poéticas a distintas expresiones que ya están dando vueltas hace tiempo en muchísimos "lugares" o quedarse atrapados en "escandalosas discusiones" que ya no escandalizan a nadie.
También me resultó curioso que en la página del autor se puedan ver 65 fotos más de las que exponen en el Purgatorio. ¿Para qué ir a la fotogalería si desde la comodidad de mi hogar 2.0 puedo ver y entender a Herrera con el sólo ejercicio de mi dedo índice?

¿Para qué te preguntas, pequeño saltamontes?
Para ver esa foto que no está entre las 105 de la página. Porque gracias a esa sola foto la muestra toma real dimensión. Porque a partir de esa hermosa y lánguida poronga uno recibe el estímulo necesario para activar el cerebro (me siento como quien cuenta el final de una película no muy conocida. Quédense tranquilos que distinto es verlo a que te lo cuenten - en todo sentido).
¿Por qué activar mi cuerpo si con lo que muestra el artista ya me alcanza para el cerebro?
No sé por qué. Más de uno dirá que no es necesario tanto esfuerzo, que hay fotos mejores, que hay otros espacios menos agresivos para el visitante, que en otros lados te dan vino y sanguchitos de miga a cambio de pasar un rato... puede ser.
Lo que quieras.
Además del gesto de poner esa imagen, escaparle a internet y las relaciones virtuales para encontrarse con algo como, parafraseando a Herrera, "tan inútil como el marco de un cuadro" sigue siendo más provocador/estimulante que 400 giga de información en una página web que incluya videos, jueguitos virtuales o música de fondo.

Vengan al Purgatorio. Abandonen la silla. Usen las piernas y recuerden cómo era "hacer un comentario" a una persona que te está escuchando. Usen la cara, las cuerdas vocales.
Pero quién mejor que Divididos para convencerlos:

Setenta biblioratos
y nada más
sin un maní para mascar
cuatro minifaldas
y un patín
olvidados en un rincón.

Salgan al sol
revienten
salgan al sol
salgan al sol idiotas.

Cuatro solteronas
desinfladas
que se creen un primor
mesa redonda
y un doctor
que les habla habla del amor.

Salgan al sol
revienten
salgan al sol
salgan al sol paquetes.

Salgan al sol idiotas.

*

jueves, marzo 05, 2009

Oh, Mickey, Mickey

especie de reseña

Y cito a Vontrier:

[ . . . ] Hay que decir que a veces, necesitás que pase media vida para entender que todos hacemos lo que podemos con lo que tenemos.
Y, a veces, hay que saber, que se necesita media vida para poder resucitar.
A esta altura, no hace falta que diga que hablo de Mickey Rourke. Ni hace falta recordar cómo hacía mojar la ropa interior de unos cuantos millones de chicas y chicos con sólo aparecer en pantalla, sonreir y mirar con esos ojos. Justo con los mismos ojos que ahora, ya desde el trailer, parecen comerse la pantalla y darle una nueva oportunidad para demostrar que, aún hoy, puede ser el mejor actor de su generación [ sigue acá ]

Hay varias cosas que me dan risa. Pero risa, eh. Ponele, el post de Vontrier se llama "No ves que espero resucitar" y está fechado el 21 de febrero, y su anterior está fechado allá por el 9 de febrero. Teniendo en cuenta que antes colgaba dos o tres por día, este de The Wrestler vendría a resucitar también su blog. Hay una explicación bastante linda y es que está embarazadísima. Eso puede demorar los posts de cualquiera.
Lo otro que me causó impresión es que leí todo su comentario sobre el trailer de la película cuando en realidad yo pensaba que la había visto. Quería ver si contaba el final, si le habían gustado las mismas escenas que a mí, etc. Pero no. No vio la película. Y mientras leía, me pareció que sí, que estaba mintiendo, que sí había visto la película.
Y ahí creo una gran clave para pensar esta genialidad: The Wrestler cumple las expectativas. Cuenta la historia de un hombre duro y endurecido. Cuenta una historia de amor dura y endurecida. Cuenta la historia del aguante. Cuenta una historia donde el respeto por el compañero vale la pena resaltar. Cuenta la historia de un tipo que es fiel a un lugar en el mundo, un rol, una esencia incareteable.

Y podría haber tenido golpes tan bajos. O más golpes bajos. Acostumbrado a como estoy a ver todo el tiempo una serie de golpes bajos como la manera más efectiva de ca$$hear una película, de recuperar lo invertido.

Hacer una película como una manera de liberar una historia para que recorra el mundo y no para llenarse de money-money-money. Que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

The Wrestler la vi hace unos días pero no quise poner nada porque no sé. No sé por qué no quise contar que la había visto y me había emocionado. También, unos días antes, había visto Gran Torino, del Gran Clint Eastwood y me pareció que tampoco tenía que colgar "me emocioné, veanlá". Por más granito de arena que uno ponga, el gran mercado de reseñas te lima la gorra y te dice que veas todo lo que salga.
Y no todo está para ver.
O por ahí, habría que dejar de agarrar un montón de gente y decirle lo mismo. Personalizar la reseña. ¿Te imaginás?

AVISO: Esta reseña es sobre una película dirigida a gente que no tiene tiempo para perder y odia el cine de autor o de intelectuales. Es para gente que solo quiere comer pochoclo mientras el ruido de los tiros tapa el ruido de la boca mordiendo el pochoclo o acabando la gaseosa en pajita.


El primero que cuelgue ese aviso será un capo. Me han recomendado cada bosta. Por desgracia no tengo mucho tiempo y perderlo en garchas de tiros me pone de la cabeza.
En cambio The Wrestler y Gran Torino.

Tienen tantas cosas para pensar y para ver...



*

viernes, agosto 22, 2008

Babel Orkesta


*



Estuvimos presentes. Fuimos hasta el Club Premier con mucha espectativa La Gemela me venía quemando la cabeza con este show que se viene haciendo a puro huevo y boca en boca. Cuando , anoche, me decían que el boca en boca es la única forma posible de promoción de este espectáculo me acordaba de todos los amigos que están escribiendo e investigando sobre la función social de los blogs. Muchachos, el blog y este post sirve para que este espectáculo se mueva un poco más.
Me imaginaba a los periodistas diciendoles a la Orkesta miren, no lo puedo sacar en la agenda porque en el diario no lo permiten pero voy voy, te juro que voy.
Y la gente va.
No solo va.
La gente vuelve.
Y eso sirve más que salir en la agenda de cultura de un diario, ¿no? Digo, ¿cuál es el objetivo? ¿Ser famoso o que la gente vaya... y después, ser famoso?

Había cerca de 50 personas que fueron llegando entre las 22 y 23 hs, anoche, con tantas ganas de tomar algo como de bailar y reír. Pero reír en serio. Reír con ganas de olvidarse de lo que tenés que pagar, de la pelea con tu novia, del jefe de mierda que tenés. Había ganas de saltar cuando en un momento se invitó a saltar.
aviso
si sos de los fóbicos
que les gusta divertirse
pero tiene el capricho o el gusto
y ni en pedo te cabe
que te inviten a participar
la famosa y pedorra
interacción con el público
no vayas
no lo vas a disfrutar y
tampoco lo vas a recomendar

Ahora
si te gusta la joda, mamita. Si tenés ganas de chamuyar una minita o un pibito y querés sacarlo un poquito de las casillas o un poco del aparataje que puede ser el asunto "levante" para lograr un merecido garchin; también tenés razones para ir a escuchar Babel Orkesta.
Pueden no creerme. Todo bien.
En el iutub hay más videos de la banda y de mejor calidad. Los videos funesianos son medio chonguis; mucho amor mucho rock pero minga de calidad.

Y de paso, cañazo; Diego: la descosiste y después la rompiste en mil pedacitos.
Qué jugador...


*

miércoles, julio 16, 2008

There will be blood, my dears

*


http://www.slashfilm.com/wp/wp-content/images/therewillbeblood2.jpg


*
Si hay algo que me gusta mucho muchísimo es mirar películas. Mirar buenas películas. De las que por ahí te pegan en la nuca y te quedás un minuto en silencio. Una hora, dos horas en silencio. Apreciando las pisadas de los personajes, apreciando el chasquido de los dientes cuando mastican. Ver. Creer. Esperar. Dejarse esperar. Dejarse. Que la imagen y el sonido combinen y te peguen una patada en la frente. Que sea inolvidable, que sea un vicio.
Me gusta ver películas.
Me gusta que sean un vicio que no puedo evitar. Hay vicios que podría sostener toda mi vida. Creo que ver a Daniel Day-Lewis en la piel del Señor Plainview podría ser algo que me gustaría hacer durante mucho tiempo. Tratar con él. Resolver algún negocio. Que me escuche y me mire y, cuando termino de hablarle, de contarle, explicarle, mire al horizonte, respire por la nariz, fuerte, hondo, con los bigotes acariándole la punta de su nariz grasosa y no diga nada. Que mastique aire. Que ese aire dentro de su boca sea mi respuesta, que la tenga un rato en su boca de petróleo, de yuyo ácido. Y que la escupa, veloz. Mi respuesta podría volar por el desierto del 1900 y yo detrás queriendo ser alcanzado por el escupitajo del Señor Plainview para ser salvo, para ser salvia, para ser algo, para ser Gloria.
Esa certeza. Ese pragmatismo, esa falta de modales. Ese exceso e buenos modales. La voz, el tono de voz, la construcción de su espalda, algo tan fácil y complicado a la vez, Daniel. Esa espalda que te hiciste, man, ¿de dónde la sacaste?
¡Y la música!
Oh, por D´s
la Música

No miro películas para "disfrutar de la trama" o para "ver a tal o cuál actor". Miro películas porque es un vicio que no puedo evitar. Soy como una esponja con cada película. Siempre encuentro un detalle, un rinconcito, una frase, un gesto, la desnudez y exhibición de una idea pedorra tranformada por el extraño trabajo de un grupo de fanáticos y freakis del séptimo arte o una mirada que la rompe. En mi mundo, la que por lejos gana en miradas que la rompen tan seguido en una misma película, la corona se la lleva Mathilda de León; una bestial composición sin parangones de una mina que poco a poco se fue acomodando al canon y desapareció en las manos de los grandes productos poco valorables.

Con la música de There were... se me quebró un poquito el cerebro. Esa dudosa sensación de que todo, pronto, se va a desbaratar, desacomodar, que la escena exhibe un peligro oculto a primera vista. Que tenés poco tiempo para mantener la inocencia del ojo virgen que todo lo mira como si fuera una kermese en un pueblo donde nada peligroso puede pasar. La música tiene una voz propia. Escuchar esa voz perturba demasiado. La historia del Señor Plainview perturba demasiado. Saber que H. W. se rodea de silencio es tan triste. Que durante toda la película lo llamen Hache Doble Ve también es triste...
¡Los silencios!
Oh por D´s
los silencios...
Los silencios de la película están manipulados por un torturador. El extraño Eli, un cura compuesto por un completo desconocido con un talento enorme como Paul Dano me alegra tanto. Me hace emocionar de la alegría.

Me cuesta imaginar tanto odio, furia, resentimiento, desamor y envidia salida de una idea tan ingenua como la que pinta Upton Sinclair en Oil, novela que da origen a la película.
Me cuesta creer lo fácil que es contar para un hombre como Daniel Day-Lewis.
Me cuesta creer que puedo sentirme tan identificado.
Me cuesta creer que esta ha sido una de las mejores películas que vi en mi vida.


Y me cuesta recomendarla.


*

martes, julio 15, 2008

Entrevista a la Quetrófila

Vaya, lea y conozca uno de los más nuevos y excéntricos emprendimientos literarios que se dieron lugar en esta ciudad. Y de paso cañazo, descubra los 5 errores que todo buen periodista cultural no debe cometer cuando entrevista a tres chicas con muchísimo potencial (esto último va de onda, Ventura).

Culturar punto com punto ar
entrevista a las quetrófilas
[ completa ]


*

viernes, mayo 23, 2008

Jam de improvisación literaria

Una garcha


Estuve en el Podestá. En mi época se llamaba La Argentina. Pero ahora se llama Podestá y está re lindo. Obvio que Facundo García tiene razón: es cool. Pero está bien. Algún neurótico medio cagón tendría miedo de decir que es cool porque no sería "popular". Para ser escritor hay que ser borracho, sucio, mal hablado y no poder pagarte un buen trago en ningún bar (y menos en Palermo Gólico). Pero esa es una falacia inventada por los que no quieren compartir la plata que ganan haciendo libros. Allá ellos. Para mí la pomada se reparte. Y al que la tiene, obvio, no le va a gustar dividirla.

El único disgusto que tuve fue al llegar.
No comparto para nada que esté cerrado hasta el horario de apertura, pasadas las 22hs. Pero así es la idea, me enteré. Así está planteado. Te gusta o no te gusta. Te quedás esperando en la puerta o te vas.
Nos fuimos. Nos fuimos a un bar porque yo "no espero en la puerta", no hago fila en ningún lado.
Bah, en el chino hago fila, para pagarle a la cajera que tiene unas tetas bárbaras. Pero después no hago fila en ningún otro lado. Obvio que voy a muchísimos menos lugares de los que quisiera por culpa de este capricho adolescente pero me la banco. Por eso, cuando voy al teatro reservo entrada. Por eso "aviso que voy". Por eso muchas cosas más del tipo etcétera.

Apenas llegamos nos fuimos a un bar a dos cuadras, para no esperar embolados. Decí que nos trataron como el culo apenas llegamos, un bar brasilero sobre Costa Rica entre Ortiz y Malabia, que si no fuera porque son tan mala onda nos quedábamos chupando quién sabe hasta qué hora. Pero bueh, volvimos y el Podestá estaba abierto... y muy producido.

Ciclos de Lectura

En este blog se dice que explotaron los ciclos literarios y pareciera que los periodistas se comieron ese trip. Los ciclos literarios no explotaron. Ahora se linkean unos a otros, que es distinto. Ahora se usan las herramientas para "trabajar en red" (hablo de internet; algo que varios periodistas de más de 50 no asimilan bien porque tienen que usar una computadora que todavía están tratando de aprender a manejar - ¿qué diferencia hay entre memoria ram y memoria rom? ¿qué diferencia hay entre un fotolog y una página web? Típico).
Que sea una novedad solo se lo puede tragar un pibe que no tiene más de 21 años y jamás oyó hablar de nada en el mundo fuera de su playstation o los amiguitos de la cuadra. ¿Quién no conoce un escritor amigo que haya leído en algún lado alguna vez? Lecturas y ciclos de lectura hubo siempre. Allá fue Verbonautas, uno del que escuché hablar y del cual leí entrevistas sobre las perfo de los organizadores.
Siempre hubo lecturas re locas.
El Jam de Improvisación es un ciclo re loco. Y lo gracioso es que no vas a "escuchar"; vas a leer. Anoche Laje, en La Góndola de las Chicas en el Pachamama, decía que ir a los ciclos literarios, para los escritores, debería ser como escribir, también. Ir a leer en público es escribir. El Jam hace una de Messi en el área chica: ir al Jam como invitado es escribir y escribir al mismo tiempo.

Hablando de ciclos va chivo:
Los Mudos el próximo miércoles 28, recuerden
entrada gratis, cerveza de regalo, libros también
Mariana Enríquez, Selva Almada, Marina Kogan - leen
Facu y Matu + bailarín
un invitado especial bien macho y hasta por ahí un violín.

Sigamos.
El ciclo parte de una simple idea que lo vuelve todo muy obsceno: escribí mientras yo te miro.
¿Cuántos tienen su computadora en la pieza? ¿Cuántos se animaron a decirle a su novix "mirame el texto mientras voy escribiendo"? Mirame esta, dirá más de unx. ¿A cuántos amigos le dijiste, con voz de Boy Scout, "mirá lo que voy escribiendo"? Una locura. Es obvio que a nadie jamás se le ocurrió decirle a un ser humano cercano "mirá que grosso que soy, mirame mientras escribo esta gloria".
Tiene algo de perverso, de revisar el cajón de las bombachas, de meterse en el baño mientras Papá se hace la paja. Ir a ver cómo el autor escribe tiene algo de sucio en el mejor de los sentidos, de enchastrarse con las herramientas que maneja, de verle la cera del oído cuando, por ejemplo, escribe jóven (así, con acento - ¡niños, va sin acento!) y ver cómo al rato lo persigue un cursor policía y normativo de pelo bien cortito para sacarle ese rulito en la cabeza de la o.

Estas leyendo mientras en la cabecita del escritor se le arma la historieta. En Samanta y Pedro estuvo tan expuesto eso, tan pero tan, que me los imaginaba desnudos (también en el mejor de los sentidos) en la computadora que tengo en mi pieza.
Claro que...
Están los pelotudos de los que habla Juan Pablo.
Esos que dicen "ay, no, eso está pensado de antes, no vale (?), no puede escribir así, debe ser una idea previa, no puede estar improvisando, eso lo tiene sabido de memoria, eso no creo que lo invente, se trajo un anotador, un cuadernito, algo". Y yo, que soy del vulgo, caí en la misma y dije "alguien le está soplando. Ahí mismo, al lado de la compu, alguien le está soplando."

¡Obvio perejil! ¡Tu cabeza te va soplando! ¡Tu cuadernito te va soplando! ¿Quién escribe de la nada? ¿Acaso no hay un tipo que se dice escritor que interrumpe la charla y "pará que anoto esto que me sirve para la novela pendorcha que estoy escribiendo"? Algunos trabajarán de otra forma pero otros piensan una idea, antes de escribirla, durante días y días y días y meses y meses y meses... de eso se trata escribir, también.

Es divertido buscarle un pelo al huevo pero no quedes como un pelotudo. Es como haberle dicho a Jaco Pastorius que toque sin haber practicado escalas; es de shalame.

Escribir también es golpear una pelotita de goma contra la pared como un autista hasta que te aparece la imagen, la tipeás y vuelta a empezar con la pelotita. De caminar en círculo hasta que le encontrás el rostro al personaje. De tomar un mate para cortar un poco el mambo. De aflojarte la corbata y decir "nonono, así no va, esto es una garcha, va de nuevo".

Bueno, en el Podestá, como en un escenario junto a Chet Baker, parar todo y golpear la pelotita o dar vueltas en círculo hasta que aparece la imagen está prohibido. Está prohibido porque "tenés que escribir ya", te están mirando, te están escuchando, diría Thelonious. Te están pensando, decía Pedro. En mi barrio se dice tenés que tener huevos para bancarte a 80 personas que te miran para ver cómo mierda los vas a "entretener". Parar está penado, prohibido, porque va contra las reglas... reglas que aceptás cuando empezás a jugar. No vas a jugar al fútbol con patas de rana... hay botines. Hay una ética del juego. Si sos un amargo que quiere romper las reglas en lugar de doblarlas allá vos...

Acodado en la barra, un tipo dijo: uh, habla de la huesera... en un rato seguro se pone a hablar de los perros. Dicho y hecho, Samanta, al toque, empieza a hablar de los perros de la huesera.

Mirar la pantalla mientras titila el cursor te conecta con mil setecientas veintidós ideas. Lo mismo que al autor con la simple y contundente diferencia de que además tiene un tsunami de adrenalina en todo el cuerpo mientras vos te tomás una cerveza, te comés una empanada frita de Carna gratarola y te vas poniendo en pedo. Los baches para el/la que improvisa tienen que ser "pausas". Las "pausas" tienen que dar "aire". Hay que agarrarse los huevos y ponerlos en la mesa (es una forma de decir, Samanta). Y cuando te embalás... Cuando tiraste un párrafo que cerró, que tiembla, que late... y lo leés y te ató las pestañas y te las hizo un nudo...

Ah... qué placer...

Raro.
No creo que todos puedan apreciarlo de la misma manera. El ciclo y lo que sale en ese ciclo está bueno. No, no; no está bueno. Está buenísimo. Hay buenas y malas pero seamos adultos ¿o acaso siempre te echás 5 polvos en una hora? El Jam te da ganas de ver a otros en la misma situación. Da ganas de volver, da ganas de escribir, da ganas de estar en algo parecido, da ganas de cruzarse con otros, te prende las neuronas que tan seguido se te apagan por esta ciudad de mierda que te pide que pagues un tren bala con la guita que te alcanza para renovar todo el sistema ferroviario. Esta ciudad de mierda que te pide una nota sobre el ciclo y para contar todo lo que tenés que contar necesitás de todas las páginas del diario en lugar de los 4571 caracteres con espacios que tu jefe te dejó publicar. Esta ciudad de mierda está todo el tiempo con la varita en guardia, lista para aflojarte los nudillos. Si ya te comen el gorro en cualquier esquina llena de humo ¿para qué ir a lugares donde la vas a pasar mal?
Andá a los jams.
Te va a gustar.


Próximo
miércoles 18 de junio
22 hs casi no puntual
jammean
Juan Terranova
Federico Levín


*
ah
estos son
8552 caracteres
con espacio
- incluyen chivos -
*

martes, mayo 20, 2008

¿No hay otra vuelta de tuerca?

¿Qué pasa? ¿No se les ocurre otra cosa? Estoy harto de leer reseñas de películas que están basadas en best sellers de Hollywood o de un japonés que sobrevivió al bombardeo de Hiroshima. Típico de pulcro ingarchable, quejarse de que Tal película no es buena porque No se parece al Libro original ya está un poquito viejo. ¿No les parece? ¿Qué? ¿No pueden darle otro enfoque? ¿Es necesario desperdiciar las primeras cinco líneas de la reseña en decir ay, yo leí con mucho gusto el libro, mucho detalle, mucha psicología de personaje, las teorías bien desarrolladas y explicadas y en la película pasa todo muy rápido, ay... y después se quejan del poco espacio.

¿Qué onda? ¿No es obvio que Hollywood haga una "mierda pasatista", una película pochoclera? Obvio que no va a poder poner en 2 horas de imágenes las 700 páginas de un libro. Obvio que algo se le va a escapar.
¡Qué limitadas reseñas, viejo!
Le digo a mi abuela que la mire y me diga qué le parece y fue. Para que cazzo tienen un lugar en importantes revistas de cine si lo primero que van a decir es tan básico y anquilosado como no logró adaptar el libro.

Fuck!

lunes, febrero 25, 2008

Otra que wine...

[...] Después se las puso una por una y se las volvió a sacar [sigue acá]
Sol E. se mini-emocionó
podrían ser un género
las mini reseñas
no?

Otra que vino... que vino y bombachas...

[...] La performance de la artista chilena Elizabeth Neira,
muy ochentosa para mi gusto [sigue acá]

Selva Almada y su mini-reseña.

jueves, noviembre 22, 2007

Al fin alguien que se aviva, viejo...


Como pueden ver en la foto, Federico Levín de grande, cuando sea un consagrado. Cuando sea un hombre que la tiene atada y cuando se vaya a la concha de la lora para analizar algas o, como lo dice mejor, en inglés: Crystal structures and phase transitions in bulk and thin film ceramics, Nanoscale compositional characterization of ceramic thin films, Structure-property relations in electronic ceramics.
Según Diego Vecino, ya es bigger dan Ferdydurke pero lo dice porque es un puto que se salió del placard y se enamoró del hermoso Federico... al cual hace rato le venimos tirando los perros y tampoco nos da bola.
Diego, hacé la fila. Hay más de un celoso de facón.
Ah, y tenés razón, acá en este blog hay una entrevista con Federico en la que se habla de pelotudeces... ojo, puede haber otras.
Pero podemos decir que sí, que a Fede lo están cagando...

lunes, octubre 22, 2007

La Señal de Eduardo Mignogna


Cuando uno ve a Ricardo Darín no siente otra cosa que admiración profunda. Cuando yo lo veo. No solo por sus dotes actorales y los laureles que ha ganado a lo largo de su historia como artista. No solo porque prefiere invertir tiempo y trabajo por lo que le dicta algo adentro del estómago y no tanto el interior de la billetera. Uno siente admiración por la gran sabiduría con la que supo llevar su carrera y su rostro. Sí, su rostro. Esa cara inconfundible. Esa nariz imposible de imitar. Las ojeras de resignado a la vida, a una vida que se le impone más allá de lo quiera. En sus personajes, en sus mejores trabajos, se pueden adivinar las ganas de morirse que se caen desde la frente. Un actor que cuenta, a cada paso, que hace lo que puede para morirse pero, a la vez, que el Destino le tiene preparadas un par de tareas antes; merece un profundo respeto.

Además del trabajo fino y sutil que llevan a cabo Diego Peretti, Vando Villamil y Julieta Díaz, Darín estimula al espectador a pensar “un algo” que sucede en el estómago mismo del protagonista.
La historia no es sencilla de contar pero tampoco vale la pena desentrañar el entuerto en estas líneas. Se trata, como siempre digo, del cine que hay que mirar. Un cine que no espera a la prensa ni a los caprichos de un grupo de productores cinematográficos para probar, intentar o forzar ideas. El famoso cine de autor. Si bien, la desgracia del fallecimiento de Mignona lo pone a Darín en un lugar bastante impune al momento de revisar el producto que ofrece, La Señal se convierte en la primer película de un director que, espero, tenga la posibilidad de hacer más películas.
Hay errores como es de esperarse. Una pena que el asfalto se filtre en la Buenos Aires del empedrado. Una pena que se olvida en los primeros planos de esos autos gordos, lentos y duros. También pareciera que los actores se toman demasiado tiempo en contestar o en desentrañar las cicatrices de una vida llena de propuestas decentes e indecentes que se enorgullecen de no contar. Uno supone que han ido a la guerra, y no lo dicen, de poco chusmas que son.
Mientras que en cada diálogo se chorrea un pedacito de vida, fruto de un meticuloso guión, las actuaciones acompañan sin tropezarse ni encandilar con lúcidos consejos de director de teatro de revista, un mal contagioso que sufren las películas argentinas. El humor en clave como debe ser en las películas de éste género, salva del abismo y sorprende a más de un desprevenido que se encuentra en el medio de una ¿absurda? discusión.
El maquillaje y la dirección de arte, magistrales en su humildad, superan apenas a la música que de a ratos, y por mantenerse firme y segura por la huella, se destaca demasiado en una película que no necesita sobreestilumar al espectador para transmitir los picos y depresiones de un grupo de personajes metidos en un mundo trágico.
Por supuesto, no voy a dejar pasar la oportunidad de mencionar que me gustaría hacerle el amor a Andrea Pietra para que grite como grita en una de las más geniales escenas de sexo que haya visto y, pueden creerme; he visto muchísimas.
Sin embargo, hay algo de su personaje que no me gusta. Como si tuviera algo más que decir pero no la han dejado. Como si el Director’s Cut del DVD tuviera escenas más amigables con su personaje. Es simple, una mujer que se llama Perla debería tener una historia digna de acompañar a estos dos pesados detectives.
Siguiendo con los disgustos que me provocó la película, me parece para discutir esa actitud que toman guionistas o directores en alguna línea “inocente” de algún personaje (en este caso le toca a Peretti) cuando dice, por ejemplo, “que es una buena oportunidad de jugar en primera”. Si no estamos dispuestos a trabajar con las reglas de un cine de calidad, siempre nos va a parecer que las buenas películas
son “oportunidades” que no se han dejado pasar. Fomentar esa actitud, casi bardera, pijotera, carroñera al pedo, nos tropieza con las justificaciones parecidas a las de un grupo de artistas que en cada entreacto tiene un presentador que dice: bueno, queremos agradecer a toda la gente por este apoyo que nos dan ya que nos cuesta mucho y no estamos en condiciones de hacer esto, pero hacemos lo que podemos, esperamos que les guste, si no les gusta les devolvemos su dinero, entiendannos, nos gustaría que nos quieran pero ojo que podemos equivocarnos y blablabla. No muchachos. Ustedes no tienen por qué andar justificando sus genialidades. Si no se la creen un poquito, no salimos más de la idiotez galopante que no invierte en ideas sino más bien en auspiciantes.
Un error de la época, mal entendido del cine de Szifrón. Sus super héroes del tercer mundo no tenían pretensiones hollywoodenses y, justamente por eso, lograron convertirse en un producto que se ríe de sí mismo pero con altura. Sostener ese frágil recurso de reírse de uno mismo requiere un esfuerzo que se cobra bien caro. Pero hay que tener huevos para plantarse y sobre todo, seguridad.
Hace poco, Darín le contaba a Gillespie que se había dado cuenta que a los actores les resulta imposible trabajar con seguridad más que con la inseguridad. Por eso existen los Directores. Por eso una película se hace en equipo. Porque la inseguridad provoca signos que estandarizan la película. Si bien es un marcado policial negro, La Señal no comente el error de cerrarse a un mundo complejo y vertiginoso que lo aguarda en las carteleras. La Señal se impone con conceptos cinematográficos bien claros. La Señal merece la atención debida para que sea la llave de una puerta que beneficiará a muchos cráneos ninguneados por las películas familiares que escupen la cabeza de la gente.
Y para el final, lo mejor. La dupla Peretti – Díaz, ¡ah!, qué pareja. La justeza en
la mirada, la potencia de un giro, la sabiduría para ubicar las manos en el lugar preciso con la relajación correcta, el admirable uso de la fuerza, las sonrisas escuetas, inasibles, seductoras. Me imagino a los dos llegando a sus respectivos hogares y recibiendo cachetazos y más cachetazos para salirse de los personajes tan bien calados y perfectamente amoldados a sus cuerpos. Cuerpos difíciles de dominar. Cuerpos que hablan cuando el actor calla. Cuerpos que tienen anécdotas en cada arruga, cada peca, cicatriz y pelo. Actores con oficio y pasión. Un equipo que se la juega entero y ellos entregando todo lo que la sangre y el cerebro se imagina que puede dar.
Si tuviera un laboratorio los pondría en el microscopio y los revisaría días enteros, semanas, meses; de arriba abajo, de izquierda a derecha para decir, con autoridad, que sí, sí, yo los conozco y no, no; no me sorprenden.

viernes, agosto 17, 2007

Wally? Who´s Wally?




Hora cero
Lunesmartesmiércoles, lunesmartesmiércoles, uno pegado al otro.

Lunes: En Celo de Sudamericana. Martes: Guadalupe Muro por Huesos de Jibia. Miércoles: Fabián Lebenglick, Valeria Castro y Juan José Becerra hablando de lo bien y mal que está editar hoy en día. (Y pensar que nosotros ya tenemos la Escolástica Peronista Ilustrada a $ 22 y a su disposición; pídala por mail o comment).



Entonces, lunes:

Llegué puntual y me crucé con María de Eloísa. Estaba en la puerta. Los caretas del Tasso no querían que se ponga con una mesita adentro del local a vender libros. Forros. Podría haberse quedado al lado de la barra. Si no jodía a nadie. Y bueno, después dicen que Eloísa ya se consagró: qué ganas de hablar al pedo.
Estaban todos. Porque se suponía que no podías faltar. Y no faltó nadie. Bueno, sí, faltaron pero se entiende lo que quiero decir. No recuerdo exactamente quiénes faltaron pero me vienen a la mente Mariasch, Enríquez, Oliverio y se me secó.
La gente, bien. Linda. Caretona, ¿no?, pero linda al fin. Por eso estuvo bueno. Porque la gente linda te acaricia el iris, viste. Ah, no, pero eran todos escritorxs. Bueno; y familiares. No había caretas. Los caretas vendrían a ser una categoría sociológica un poco audaz. Los caretas vendrían a ser los del Tasso.
Llegué con la Attwood.
Uy, todavía no fui a buscar la mesa, Attwood.
Y empezamos a rosquear. Bah, ella. Yo me fui al fondo. Y pregunté a cuánto la birra: careta. Okey. Lo vale. Si jugás a la mancha bancate las reglas, pirata.
Siempre dije que la literatura me iba a pasear por el mundo. Se lo decía a mi viejo cuando le explicaba que escribir era mejor que estudiar abogacía. Nunca me creyó hasta que viajé a Córdoba. Después fue Neuquén. Mendoza. La Plata (cuando Luciana se ponga las pilas). Montevideo. Paraná. San Martín. Olivos. Acassusso.
Y el Tasso. Creo que no me da el pinet para visitar el Tasso. Pero ahí estaba, me hizo entrar Mirtha Literatura. Supongo que a Eloísa tampoco. Riquelme casi se tatúa al dueño. Pero no, hay amigos, hay formas, hay que caretearla.
Y empezó.
Salió redondito salvo cuando el Rino se fue a mear. Como que zafó del debate.
Ah, pará:
Porque fue así.
Era un escenario y estaban todos muy contentos: los treintipico autores ahí arriba. Una mesa al costadito en un rincón... bah, mirá la foto.
¿Viste?
Bueno y empezó. Un poco tarde como se acostumbra pero no tanto como lo acostumbrado. Media hora es lo normal, no? Eso. Y arrancó Moret. ¿Qué onda? Siempre me pregunto: ¿cuánto hay que demorar para empezar y ser el más kul?
La lectura, genial. El Rino hizo de Platero, ese papel codiciado. El cuento, una joya. Me rio siempre. El sonido: profesional. Se te paraba de escucharlos leer.


Bardo
Como se acostumbra, como lo planeado, empezaron los presentadores.
Y estuvo grosso, diría el Nacho. Porque cada uno se despachó a su manera. Becerra, Schmidt, Ramos y Figueras. Cada uno a su estilo.
Hubo extremistas: Ramos no leyó nada, Schmidt leyó demasiado. Ni muy muy ni tan tan. Pero fue como un ruido raro lo de ambos. Schmidt acostumbrado a larguear y Ramos a improvisar armaron bardo. No estuvo tan bueno. Porque hubo que caretearla. Trillo Gruba(¿Si le dicen El Chueco por qué no puedo decirle Trillo Gruba? Ah, porque no lo conozco: la confianza y eso) dice que no dio para armar bardo en ese momento: había que festejar. Y se festejó. Todos nos reímos con Schmidt y de Ramos.
Festejando te la mando.
De onda, chabón.
Empanadas.
Vino.
¡Su ruta!
Me pasó algo parecido el miércoles en la Boutique del Libro. Siento que falta sangre. Pero Esteban no quiere más. Entonces me quedo tirando puteadas de resentido al aire. Solo. Desubicado. Trillo le hace la segunda y ahí andan, discutiendo como lords ingleses. En la Boutique parecía que iban a volar solapas pero como Díaz no fue, Lebenglick es un maricón y Valeria tímida, el único que "desentonó" fue Becerra tirando paredes con Adamo (qué linda que es Adamo, che, me hace acordar a la prima de la Fedorowicz). Del resto: flan. Del público: flan. Salvo un pibe que le dijo a Hidalgo´s Sucker: cuchame, acá hay editoriales independientes pero a vos te distribuye Tusquets: ¿qué onda?
Y después me enteré del cuentito: que Hidalgo´s Proyect se financia con intereses de una guita que manda un banco suizo. Clink, caja, su ruta. Así cualquiera. ¿Entropía tendrá cuenta en el Nación? ¿En el Provincia? ¿En el Loyds Bank? Seguro que no. ¿Quién está ahora en Interzona? Ah, este pibe, como se llama... Damian Tabarovsky. Bueno, Damián, se te escapó la tortuga ahí. Igual está bien, somos todos Cabezas, somos todos Editoriales Independientes.
Hay que caretearla.
Y después veo esta foto:



me pregunto qué será de nosotros cuando publiquemos en una Editorial Independiente.

Bueno, Nacho ya publicó. ¿En qué anda él? Ah, y Levín también publicó en una Editorial Independiente. Bueno y si reviso el CV de Oyola publicó en ¡dos! Editoriales Independientes. Y ni hablar de Ricardo otro editor independiente además de escritor.

¿Quién falta?
Y claro, falto yo.
Después ahí anda el Opinador diciendo que me tiren un hueso.
¿Para qué Opinador? Si con el fulbito y las fotos con los famosos me arreglo (lo de la foto es un muy buen chiste, Opinador: así como hay autores que se repiten en las antologías, yo me repito en las fotoantologías) Me armo un blog. Me armo un libro. Lo vendo a 25 points. Me hago un nombre. De abajo, ¿tendés? Porque la onda es no vender tu alma al diablo. La onda es no traicionar los valores del Gran Escritor de la Periferia. La onda es bailar con la más fea y que se enamore de vos y mostrarla con orgullo.

¡Andá!
Ese discurso es viejísimo. El Che se murió pero antes lo recontra re cagaron. Seamos serios. Editar un libro está bueno. Que sean cuentos está bueno. Que el antologador la pifie qué importa. Está bueno también. No todo puede ser perfección. Aunque sea Sudamericana, tengo que darle la mano, viejo. Lo que me hincha las bolas es que el antologador no busque sino que opere. ¿Pero qué? ¿Te vas a sorprender ahora? ¿Resulta que "Los mejores narradores de esta generación" ahora es ofensivo?
¡Dejese de joder, Bernazi!
Todos la tienen peluda, viejo. Calzoncillo o bombacha, los dos esconden lo mismo: pelos.
Ya lo dijo el esenio: ¡el que esté libre de pecado que arroje el 1º post!
Me hincha las bolas que se armen los personajes pero estááááá biééééé. De algo hay que vivir. Y discutir de qué lo hace cada uno es medio una agachada.

Sí, yo no tengo computadora. ¿Y qué? ¿Me creció la pija? ¿Tengo mails de groupies desesperadas por oler mi olor a chivo? ¿Leo en otro tono? ¿Entiendo de qué se ríe Jaime Baily?
¡Déjese de joder, Bernazi!
Sí, yo no leo blogs. ¿Y qué? ¿Me creció el chinchulín?
Sí, me fui al carajo. ¿Y qué? ¿Vas a demandarme? ¿Vas a escribir? ¿Vas a dejar de escribir? ¿Vas a clavarte una pastilla? ¿Un whisky? ¿Vas a dejar de clavartela?
¡Andá!

martes, julio 25, 2006

Tarnation by Jonathan Caouette

Todos tienen su película preferida... esa que te hizo llorar, esa que te hizo cambiar de hábitos, esa que te enseñó cuándo hablar cuándo callar cuándo gritar cuándo mirar cuándo saludarl@ cuándo besarl@ cómo besarl@ cuándo abrazarl@ cómo abrazarl@. Esas películas que ves solo y te querés matar. O que las ves acompañado y te querés matar. O que todos se cagan de risa y vos estás concentrado en la imagen, porque fumaste un porro del tamaño del fibrón de Pedro Picapiedra o tenés una sobredosis de antistamínicos y los labios te tiemblan pero no entendés nada o las letras pasan más rápido de lo que podés leer... y te querés matar.

Eso es lo que te pasa. Te sumergís. Dura un rato, un segundo, un minuto, dos... pero no más.

Cuando ves la película y luego el trailer pensás en todo un sinfín de imágenes que te gritan a la cabeza ¡aflojá un poquito! Tener la sensación de que las riendas se te escapan, que la piel te pica y no sabés por qué, la mirada de vaca, los ojos rojos y darte cuenta de que el pie lo apoyaste sobre un plato de salchichas con mostaza. Darte cuenta de las cosas, media hora después, una hora después, al otro día. Tarde.

Jonathan Caouette te cae cuando termina la película. Te explota en la nuca. Te duele toda la semana. Te agita hasta que no podés más. Te tilda. Te consume. Guillermo Hernández dijo que no fuera a verla. No le hice caso. ¿Cuántas películas te cambiaron la vida?

No es una película documental. No es una película personal. No es una película porque no es un video clip, tampoco. No es un llamado desesperado al amor. No es un testimonio de vida. No es la vida de un puto en Manhattan. No está loca como tu madre. No quiere zapallos; ¡la señora no quiere zapallos, que alguien entienda, por favor! No puede soportar el mínimo análisis convencional. No resiste que la comparen. No he visto nada igual. No puedo comprender algunas partes.
La vida de una persona, los 20 años que dura el trabajo del director recopilando films es un poco de todo. Los vicios (dicho por quién ama los vicios) no son eso que muestra. No son eso... me digo y quiero creerme. Quiero estar por encima de la película porque tengo miedo de caer en un living lleno de peluches y almohadones mientras mi hijo me pregunta cuál fue mi primer recuerdo de cuando entré al Neuropsiquiátrico.

Los detalles técnicos no tienen desperdicio. Los clips. Las fotos. La música. Las voces del contestador telefónico. Las películas del grunge y adolescente Jonathan que son horrendas. Que son horrendas, repito. Tienen, dentro del contexto global del film, una fuerza que arrastra cualquier sentimiento de compasión, de piedad. Uno tiende a insultar constantemente sus expresiones. Los giros a veces tan obvios, a veces sorprendentes. Su intimidad. Te obligan a putearlo.
La estructura de texto y sonido ambiente amateur. Cada rincón de la película tiene sus riffs, sus fotos guardadas amarillas, sus memorias.

Es contradictoria. Te hace reír mucho. De lo idiota que es todo. Que el mundo es una porquería ya lo sé, no me vengas a decir que soy un idiota porque me duele la cara de reírme por eso. Que a todos nos sobra creatividad, mirá mi bragueta (que parece un huevo kinder), que la vida hay que vivirla a costa de los esfuerzos, ya me da asco escucharlo, que somos mejor de lo que parecemos me lo dijo una abuela mientras yo le enchufaba un billete falso de diez pesos.
Tarnation no es Paulo Coelho, no es Bucay ni Bestiaria. No tiene optimismo. Pero de a ratos sí. No te dice la posta. No te creas que viene a salvarte la vida. No te viene a cubrir los agujeritos del corazón. No tiene perdón de Dios esta película... y es totalmente atea. O casi.

¿Entonces?

No queda más que mirar mirar mirar mirar mirar y mirar. Dejarse llevar. Ir al Cosmos. Un Cosmos que desaparece como el humo de la última pitada. Argentino Lamas se levantaría de la tumba para aplaudir pero se volvería a morir ante semejante discriminación. Y los cineastas están unidos... já. Claro, porque hay un cine argentino. Porque queremos filmar. Porque nos queremos. Porque nos convenimos los unos a los otros. Pero pagamos un Village más que un Cosmos. Y claro, si es más cómodo, más lindo, a los empleados los tratan peor, les pagan menos, el aire acondicionado funciona mejor, las colas de las promotoras son más duritas, ¡en el Village hay promotoras! y en el Cosmos no, sale más barato con el carnet de estudiante, mejor relación precio - calidad, claro. Entonces, cerremos el Cosmos. Antes, bórrenlo de la lista del Festival de Cine, a ver si lo mancha todavía.

Tarnation habla de cine. No habla de otra cosa. ¿Y quién no ha disfrutado de una película cada vez que habla de cine?

Jonathan Caouette
director - guionista
música original

miércoles, noviembre 23, 2005