martes, septiembre 19, 2006

Igor de Federico Levín - novela

Silencio

Igor estaba solo, hay que decirlo. En una cama. Y estando solo en una cama es muy fácil sentir en el silencio una presencia opresiva.
Pensó que tal vez podría resolverlo viendo un rato la televisión. Si no recordaba mal, el control remoto debía estar junto a él, en algún lugar de la cama que era amplia como para dos. Levantó las sábanas, allí estaba el olor de ella en la noche pasada y la mañana actual. Allí estaban también sus pies, como una aparición, sus pies olvidados. Movió los dedos de los pies tanto como pudo...; pero ni sus pies ni el olor de ella eran capaces de encender el televisor.
Esa era tarea para el control remoto, que efectivamente estaba junto a él, pero escondido en uno de los miles de pliegues del cubrecama. Allí lo encontró Igor, más esperándolo que buscándolo.
La imagen se abrió en la pantalla. Cuando pudo dejar de ver luces, simples luces quemándole un poco los ojos, recién entonces pudo distinguir las formas: era un dibujo animado, con un gato y un ratón persiguiéndose en un departamento. Para ser fiel a la verdad, Igor lo es, hay que decir que era el gato el que perseguía al ratón, y no se perseguían mutuamente. Y la persecución se realizaba con una música alegre y veloz, a un volumen muy bajo, que era atravesada, esto llamó la atención de Igor, por tres golpes secos que cada tanto, sonando mucho más fuerte que la música, marcaban un ritmo no del todo claro.
La música de volumen bajo parecía referir a las acciones del ratón, que corre por el departamento veloz y sonriente, dando muchísimos pasos por cada paso de su persecutor. Los tres golpes secos, entonces, debían describir la actitud del gato, agazapado y acechante, el personaje de los dos.

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