viernes, abril 27, 2007

Ojos con Punta

Por Alejandro Raymond

Hay gente que debería estar más cerca
y gente que debería estar más separada,

hay quien escribe carteles que leemos frente a los urinarios
y quienes estallan botellas en la madrugada,
quienes escuchan conversaciones ajenas y se entristecen
y quienes dejan pasar los colectivos en una parada
toda la noche.
Hay quienes inscriben su nombre en espacios vacíos
y otros que coleccionan cucharas de lugares extraños.
Hay quienes estudian el japonés, el ruso o el búlgaro
y quienes comen asado todos los domingos,
quienes vuelcan el café y el azúcar por toda la mesa
y dejan secar unas manchas dulces y oscuras que se quedan,
quienes no saben encender sus cigarrillos
y necesitan apretar más de dos veces el encendedor.
Quienes pisan caca de perro cada vez que salen a caminar
en busca de alguna excusa para salir de casa
y quienes miran por la ventana de los colectivos
esperando reconocer a alguien,
quienes se emocionan cada vez que amanece
y quienes reniegan cada vez que es lunes,
quienes nunca cruzaron un semáforo en rojo
y mienten cuando juegan al truco,
quienes gustan de las letras chinas
o del sonido del italiano.
Quienes susurran canciones de amor
al oído de cualquiera
y quienes cuentan sus penas abiertamente
o exageran sus problemas para no ser menos.
Quienes sonríen cuando no entienden
y quienes asienten cuando no les interesa,
quienes ven llover desde sus techos,
quienes salen a correr por los charcos,
pateando el agua y llenándose la boca de lluvia,
quienes sienten pena y culpa por la carita de un niño hambriento
y quienes miran para otro lado pensando en estar cansados y viejos,
quienes cansados y viejos sonríen con pocos pelos
y orgullosos de sus arrugas nos dan una mano fuerte y trabajada,
quienes buscan respuestas envueltas en polvo
en lugares que al final resultan transitados.
Quienes buscan preguntar en los ojos de las personas que caminan por la calle,
quien escucha los pasos de los caminantes y construye canciones en el aire,
quien silba un poco y se cree parte del viento,
y quien agradece a Dios por el buen clima
y habiendo todos estos y mucho más
aparte de los que regalan rosas rojas
cada vez que una convención les marca
amor
me pregunto ¿nadie quiere amarse?
Nadie más.
Nadie.

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