martes, mayo 22, 2007

Fútbol de lunes

Estadio
Marangoni´s
Formaciones
Equipo Del Norte
1) Santiago Vladimir Llach
2) Ezequiel Checho Schneer
3) Hernán Largo Vanoli
4) Lucas El Paragua Videla
5) Juan El Jefe Incardona
Equipo Del Barrio
1) Funes Cero Pullmones Oliveira
2) Juan Rhino Terranova
3) Miguel Patrón Rosenzvit
4) Pedro Canonnieri Mairal
5) Facundo El Tractor Gorostiza

Estado del campo
Arenoso
Tiempo jugado
90 minutos
(al ser los últimos en alquilar cancha,
jugamos hasta que nos apagaron la luz)
Temperatura
7 º C promedio
Público
1 espectador
(que se fue a los diez minutos de juego;
era tarde ya)
Calificación del Partido
Excelente
Amarillas
Vladimir
(reiteración de faltas)
Rhino
(pedirle demás al árbitro)
Rojas
Ninguno
Mejor jugador
El Tractor
Resultado
Del Norte 14
Del Barrio 8

O como dijo el Checho: se duerme uno y se despierta el otro

Arrancamos con muchas ganas de jugar. Hacía más de 3 meses que no jugábamos juntos así que muchos estábamos desconocidos... ni hablar de los que no podían moverse o los que le pifiaban el pase. Pero eso al principio. Porque después, se bajaron los ánimos, postings y emoción para darle lugar al fútbol.
Al principio, de la mano del Tractor, Del Barrio arrasó con todo lo que se les ponía enfrente. Con el Rhino abriendo las marcas y Canonnieri yendo de un lugar a otro, el partido parecía muy fácil: 4 goles arriba en los primeros diez minutos.


Pero como decía, estábamos fríos. El equipo Del Norte empezó con Vladimir a media máquina. Después, cuando se acomodaron, Checho y El Largo se ofrecían como enganches carrileros mientras que El Paragua hacía el aguante por el medio. Del norte le servía pases simples al Jefe quien los transformaba, cual artesano de la materia prima, en jugadas de gol pero el marcador no les sonreía todavía.


El ritmo era lento, el frío se hacía notar en cada pique y los cuerpos apenas trotaban debido al congelamiento. En mi caso, siquiera me agachaba. Tuve un par de pelotas en los palos que me tuvieron como el primer espectador.


En ese ritmo se fue desenvolviendo el caramelo. Como dijo Vladimir, les mostramos el dulce. En el momento en que se despertó el equipo Del Norte, que perdía por cuatro goles, tuvieron una remontada de esas ideales. Igualaron y sacaron 5 goles de ventaja. Toda una hazaña. Del Barrio no tenía suerte ni en los rebotes. Del Norte la embocaba de cualquier ángulo.


Hubo lindos goles, tampoco vayan a creer. Hubo muy lindos goles. Uno de los memorables fue el del Canonnieri: contados por el alcanza pelotas fueron 37 rebotes en el área chica del equipo Del Norte hasta que por fin Canonnieri encontró un huequito y filtró la redonda hasta el grito desaforado de todo Del Barrio.
El gol del empate. Otra remontada, esta vez de Del Barrio, ponía el mote de Excelente al partido de lunes por la noche madrugada de martes.


No hubo juego brusco salvo algunas patadas y empujones que corresponde a quienes juegan al fútbol y no a las muñecas. Más de uno, que conozco de mi barrio, se hubiera puesto rojo de histérica. Nosotros no; calladitos la boca, levantamos el polvo del ida y vuelta sin la queja lastimera de gorda y su tetera. Hubo momentos de furiosa adrenalina, empujones y hasta dos amarillas pero anoche había una cosa que estaba clara, había que jugar y ganar.

El partido se metió, durante 15 larguísimos minutos, en un tubo de viento en el que apenas se podía respirar. Ida y vuelta, ida y vuelta. Goles, patadas y goles. Ventaja de uno, iguales, ventaja de otro, iguales... y así.

El Tractor fue la figura del partido. El Patrón armaba y ordenaba el equipo, El Tractor corría, el Rhino marcaba y el Canonnieri cerraba casi todas las jugadas de gol; Del Barrio tuvo inmejorables situaciones que no pudo resolver. Del Norte no perdonó ese detalle.
A la mitad del partido, me cansé de recibir goles porque no me movía más que una babosa y salí a jugar. Me había olvidado un pulmón en casa y una previa cópula me había quitado las fuerzas varoniles necesarias para ir al un cruce y ganar, sin embargo, el Rhino se quedó en el arco y tapó muchísimas que podrían habernos dejado sin chances mucho antes. Después se fueron turnando los arqueros en Del Barrio. Yo no iba a atajar más.

Del Norte fue sólido cuando se lo propuso. Tuvo un Checho que no desperdiciaba energía y con sus amagues y arranques cortitos tenía un arma infalible para armar una jugada. Para terminarla, nadie mejor que El Jefe, pero las capacidades técnicas de Del Norte no escamotearon cuando debieron levantar el resultado y hasta El Paragua, relegado a la función de central y motorcito del equipo, no se puso colorado al momento de asistir o marcar goles. El Largo armó con Vladimir y entre los dos se plantaron como la dupla creativa que exigía a Del Barrio contenerse y apostar por el contrataque. De a ratos funcionó, de a ratos no.


El juego fue de lo mejor que tuve en meses y sí, los pulmones y las piernas se convirtieron en arena que otros jugadores, también duchos en este hermoso deporte, pisarán para tirar un caño o lastimar un tobillo.
Por lo pronto, el próximo lunes, tenemos una cita con el invierno encantador y los que fuímos anoche ya lo sabemos.

1 comentario:

lenguaviperina dijo...

che, grosso el relato:

si falta uno la prox,
me anoto
grosso el quinteto viejo
te manda saludos roberson
abrazo
linne