lunes, noviembre 19, 2007

Home sweet home

Llegamos al hotel caminando por la ruta. Se llamaba Claumar y lo atendía un señor grande que se disculpaba por no tener la habitación libre a nuestra llegada. Lo atendía el señor y su mujer.
La ruta me hizo acordar al partido de Esteban Echeverría, a Trasradio, al Camino de Cintura; inmensos campos de deportes (de mutuales ) o sindicatos o remolques de camiones al costado de la ruta.
La ruta 34, en Rafaela, era igual, era eso, era mi infancia en casa de mi padrino que no veo hace 5 años. Era la pobreza con dignidad de mis tíos, era nostalgia y un calor de puta madre que se parecía mucho bastante a esos veranos sin pileta en Luis Guillón.

A la espera de la habitación paramos en una Shell a dos cuadras a tomar una Messi. Se habló de todo: fútbol, política, periodismo, peronismo, libros, escritores, chantas, ratas, el mundo del espectáculo, música. Nos reímos bastante pero más nos informamos. Le sacamos toda la data posible a Gogui para que entendieramos un poco su ciudad.

Al principio no nos afectó pero con el correr de las horas hinchaba las bolas que no estuviera disponible la habitación. El viejo nos decía que pronto y su mujer nos decía que ya les había pedido a los pasajeros que bajaran pero no hay novedades, Señor, decía.
Tenían que liberar la habitación a las 10 am... eran y media y ni noticias. Finalmente conseguimos entrar. Estaba linda la pieza. Tres camas una al lado de la otra bien limpitas y con televisión con cable. Estuve zapeando mientras Juan Te se acicalaba para echarse su merecido torro y cuando me aburrí de Expediente Futbol me pegué una ducha y salí fresco para escribir esto en la cama, fumando un pucho
espiar por la ventana del baño
de un hotel en
la ruta 34 de Rafaela
una ruta polvorienta
guacha de autos tiene su encanto.
se pueden ver chicas
en ciclomotor apresurado para almuerzo
con mamá
con la tía
con la prima Esther
el diariero Carlos.
almorzar y olvidar la última semana
que fue igual a las anteriores semanas
que será igual al lunes
igual a los lunes de las semanas
que serán
me quedé dormido con la lapicera en la mano. Me desperté cuando se me clavó en la mejilla. Guardé el cuaderno y dormí un par de horas, teníamos que descansar para exponer a la Funesiana a escritores rafaelinos.

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