viernes, noviembre 23, 2007

Lo barato sale caro

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Porque Gabriel, que no tenía trabajo, se puso manos a la obra y se sentó frente al televisor. En su casa chiquita. Con chiches chiquitos que hacía con sus propias manos. Vio la noticia y se atragantó con el polvito del Tang. Y tosió y tosió y tosió pero no hasta el infinito; hasta acá nomás. Rojo chota quedó. El noticiero decía “No pagarán peaje en autopistas los autos con cuatro ocupantes”. Y dijo, claro, ahí tenés, porque de cuatro ocupantes sale una buena idea.

Rosa toma esas pastillitas para no pestañear. Media por día. Cuando toma no toma. Y así. Rosa se compró un auto porque odia viajar en los colectivos llenos. Mucho olor. Mucho hombre. Muchas dobles intenciones. Mucho yo yo yo y ella es más bien eso eso eso. Y se enteró, por los diarios, que cuatro personas en su auto le pagaban el peaje. Listo; me subo a un colectivo lleno y me traigo tres hombres para viajar en el Renó Once. Y así fue, rara y torpe, como se enteró que había un Gabriel en este plan. Vio un aviso en un diario de un pasajero del colectivo lleno. Decía “vendo maniquíes mononos para autos solitarios que buscan no pagar peage”. Qué bruto murmuró Rosa mientras un yo yo yo yo revisaba su pollera.

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Peaje
o viveza
criolla

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