No debe, pues, un Príncipe ser fiel a su promesa cuando esta fidelidad le perjudica y han desaparecido las causas que le hicieron prometerla. Si todos los hombres fueran buenos, no lo sería este precepto; pero como son malos y no serán leales contigo, tu tampoco debes serlo con ellos [...] Pero es indispensable saber disfrazar bien las cosas y ser maestro en fingimiento [...] no necesita un Príncipe tener todas las buenas cualidades mencionadas pero conviene que lo parezca, hasta me atreveré a decir que teniéndolas y practicándolas constantemente son perjudiciales, en cambio, pareciendo tenerlas, resultan útiles.
El Príncipe
Nicolás Maquiavelo
páginas 61 y 62
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Biblioteca Básica del
Centro Editor de América Latina
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Nicolás Maquiavelo
páginas 61 y 62
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Biblioteca Básica del
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