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Si hay algo que me gusta mucho muchísimo es mirar películas. Mirar buenas películas. De las que por ahí te pegan en la nuca y te quedás un minuto en silencio. Una hora, dos horas en silencio. Apreciando las pisadas de los personajes, apreciando el chasquido de los dientes cuando mastican. Ver. Creer. Esperar. Dejarse esperar. Dejarse. Que la imagen y el sonido combinen y te peguen una patada en la frente. Que sea inolvidable, que sea un vicio.
Me gusta ver películas.
Me gusta que sean un vicio que no puedo evitar. Hay vicios que podría sostener toda mi vida. Creo que ver a Daniel Day-Lewis en la piel del Señor Plainview podría ser algo que me gustaría hacer durante mucho tiempo. Tratar con él. Resolver algún negocio. Que me escuche y me mire y, cuando termino de hablarle, de contarle, explicarle, mire al horizonte, respire por la nariz, fuerte, hondo, con los bigotes acariándole la punta de su nariz grasosa y no diga nada. Que mastique aire. Que ese aire dentro de su boca sea mi respuesta, que la tenga un rato en su boca de petróleo, de yuyo ácido. Y que la escupa, veloz. Mi respuesta podría volar por el desierto del 1900 y yo detrás queriendo ser alcanzado por el escupitajo del Señor Plainview para ser salvo, para ser salvia, para ser algo, para ser Gloria.
Esa certeza. Ese pragmatismo, esa falta de modales. Ese exceso e buenos modales. La voz, el tono de voz, la construcción de su espalda, algo tan fácil y complicado a la vez, Daniel. Esa espalda que te hiciste, man, ¿de dónde la sacaste?
Con la música de There were... se me quebró un poquito el cerebro. Esa dudosa sensación de que todo, pronto, se va a desbaratar, desacomodar, que la escena exhibe un peligro oculto a primera vista. Que tenés poco tiempo para mantener la inocencia del ojo virgen que todo lo mira como si fuera una kermese en un pueblo donde nada peligroso puede pasar. La música tiene una voz propia. Escuchar esa voz perturba demasiado. La historia del Señor Plainview perturba demasiado. Saber que H. W. se rodea de silencio es tan triste. Que durante toda la película lo llamen Hache Doble Ve también es triste...
Me cuesta imaginar tanto odio, furia, resentimiento, desamor y envidia salida de una idea tan ingenua como la que pinta Upton Sinclair en Oil, novela que da origen a la película.
Me cuesta creer lo fácil que es contar para un hombre como Daniel Day-Lewis.
Me cuesta creer que puedo sentirme tan identificado.
Me cuesta creer que esta ha sido una de las mejores películas que vi en mi vida.
Y me cuesta recomendarla.
Me gusta ver películas.
Me gusta que sean un vicio que no puedo evitar. Hay vicios que podría sostener toda mi vida. Creo que ver a Daniel Day-Lewis en la piel del Señor Plainview podría ser algo que me gustaría hacer durante mucho tiempo. Tratar con él. Resolver algún negocio. Que me escuche y me mire y, cuando termino de hablarle, de contarle, explicarle, mire al horizonte, respire por la nariz, fuerte, hondo, con los bigotes acariándole la punta de su nariz grasosa y no diga nada. Que mastique aire. Que ese aire dentro de su boca sea mi respuesta, que la tenga un rato en su boca de petróleo, de yuyo ácido. Y que la escupa, veloz. Mi respuesta podría volar por el desierto del 1900 y yo detrás queriendo ser alcanzado por el escupitajo del Señor Plainview para ser salvo, para ser salvia, para ser algo, para ser Gloria.
Esa certeza. Ese pragmatismo, esa falta de modales. Ese exceso e buenos modales. La voz, el tono de voz, la construcción de su espalda, algo tan fácil y complicado a la vez, Daniel. Esa espalda que te hiciste, man, ¿de dónde la sacaste?
¡Y la música!No miro películas para "disfrutar de la trama" o para "ver a tal o cuál actor". Miro películas porque es un vicio que no puedo evitar. Soy como una esponja con cada película. Siempre encuentro un detalle, un rinconcito, una frase, un gesto, la desnudez y exhibición de una idea pedorra tranformada por el extraño trabajo de un grupo de fanáticos y freakis del séptimo arte o una mirada que la rompe. En mi mundo, la que por lejos gana en miradas que la rompen tan seguido en una misma película, la corona se la lleva Mathilda de León; una bestial composición sin parangones de una mina que poco a poco se fue acomodando al canon y desapareció en las manos de los grandes productos poco valorables.
Oh, por D´s
la Música
Con la música de There were... se me quebró un poquito el cerebro. Esa dudosa sensación de que todo, pronto, se va a desbaratar, desacomodar, que la escena exhibe un peligro oculto a primera vista. Que tenés poco tiempo para mantener la inocencia del ojo virgen que todo lo mira como si fuera una kermese en un pueblo donde nada peligroso puede pasar. La música tiene una voz propia. Escuchar esa voz perturba demasiado. La historia del Señor Plainview perturba demasiado. Saber que H. W. se rodea de silencio es tan triste. Que durante toda la película lo llamen Hache Doble Ve también es triste...
¡Los silencios!Los silencios de la película están manipulados por un torturador. El extraño Eli, un cura compuesto por un completo desconocido con un talento enorme como Paul Dano me alegra tanto. Me hace emocionar de la alegría.
Oh por D´s
los silencios...
Me cuesta imaginar tanto odio, furia, resentimiento, desamor y envidia salida de una idea tan ingenua como la que pinta Upton Sinclair en Oil, novela que da origen a la película.
Me cuesta creer lo fácil que es contar para un hombre como Daniel Day-Lewis.
Me cuesta creer que puedo sentirme tan identificado.
Me cuesta creer que esta ha sido una de las mejores películas que vi en mi vida.
Y me cuesta recomendarla.
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3 comentarios:
(There will be blood)
Sin esperar seis meses más para decírtelo (miro muchas películas, creeme), esta es una de las mejores que vi en el año. Sin dudas!
Brillante adaptación de PTAnderson, que poco tiene que ver con el argumento estricto de Sinclair, y sin embargo una película que me estremeció de principio a fin.
Daniel Day Lewis y Paul Dano son dos joyas.
Saludos!
Gracias por el tip correctivo.
Ni hablar, unos genios.
Gran película, excelente, (puedo seguir pero no da) Lamentablemente sometida a la comparación constante con la de los hermanos Cohen (que son muy buenos, pero "Sin lugar para los débiles" no está entre mis favoritas)
La fotografía de esa peli es un éxtasis visual.
Saludos
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