miércoles, octubre 01, 2008

Jean-Paul Sartre

¿Qué es la literatura?
Traducción:
Aurora Bernardez
3º edición
Editorial Losada

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Esta herencia de irresponsabilidad ha llevado la turbación a muchos espíritus. Su conciencia literaria no está tranquila y ya no saben a ciencia cierta si escribir es admirable o grotesco. Antes, el poeta se tenía por un profeta y resultaba algo muy digno; luego, se convirtió en un paria y un réprobo, lo que todavía era aceptable. Pero, hoy, ha descendido a la categoría de los especialistas y no deja de sentir cierto malestar cuando menciona en los registros del hotel el oficio de "escritor" detrás de su nombre. Escritor: en sí misma, esta palabra tiene algo que fastidia al escribirla; se piensa en un Ariel, en una Vestal, en un chiquillo irresponsable y también en un inofensivo maníaco emparentado con los gimnastas y los numismáticos. Todo esto es bastante ridículo. El escritor escribe cuando se está luchando; un día, se enorgullece de ello, se siente maestro y guardián de los valores ideales, pero al día siguiente se avergüenza y encuentra que la literatura se parece mucho a un modo de afectación especial. Ante los burqueses que le leen, tiene conciencia de su dignidad, pero ante los obreros, que no le leen, padece un complejo de inferioridad, como se ha visto en 1936, en la Casa de la Cultura. Es indubablemente este complejo lo que se halla en el fondo de lo que Paulhan llama terrorismo, o que ha inducido a los superrealistas a despreciar la literatura que le procuraba el pan. Después de la otra guerra, fue objeto de un lirismo especial; los mejores escritores, los más puros, confesaban públicamente lo que podía humillarles más y se mostraban satisfechos cuando conseguían atraer sobre ellos la reprobación burguesa; habían producido un trabajo que, por sus consecuencias, se parecía un poco a un acto. Estas tentativas aisladas no pudieron impedir que las palabras se despreciaran cada día más. Hubo una crisis de la retórica y luego una crisis del lenguaje. En vísperas de esta guerra, la mayoría de los literatos se habían resignado a ser únicamente ruiseñores. Finalmente, hubo algunos autores que llevaron al extremo el asco de producir: yendo más allá que sus predecesores, estimaron que no hacían bastante publicando un libro inútil y sostuvieron que la finalidad secreta de toda literatura era la destrucción del lenguaje y que para conseguirlo bastaba hablar para no decir nada. Este silencio inagotable estuvo de moda durante algún tiempo y las Mensajerías Hachette distribuyeron, entre los puestos de libros de las estaciones, comprimidos de silencio en la forma de voluminosas novelas. Hoy, las cosas han llegado al punto de que hemos visto expresar un dolorido asombro a escritores censurados o castigados por haber alquilado su pluma a los alemantes "Pero, ¿cómo? - dicen - ¿Es que eso de escribir compromete?"
[...]



Presentación
páginas 8-9
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¿Libro inconseguible?


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1 comentario:

Molina dijo...

yo lo tengo.
y lo vi justamente hoy,
quince minutos antes de leer esto,
mientras mudaba mi biblioteca