lunes, enero 05, 2009

Pola Olaixarac


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Lo publicaron en el periódico del colegio (los compañeros sugirieron que le cambiara el título por "Pegame y llamame Esma") y cuando fue a mostrárselo a su mamá ésta la abrazó y lloró histéricamente lo orgullosa que estaba de ella. Se sentó en el comedor diario de su departamento de Palermo Sensible, lindero con Villa Freud, y le ofreció otra taza de café. Mara aceptó con más lágrimas en los ojos; se venía una charla densa. La mamá abrió de par en par sus enormes ojos verdes y le acarició la frente amplia y preciosa: Mara, cuando papá y yo nos conocimos, papá tenía una novia y yo tenía otro novio. Yo era troska, él era monto. Mi mejor amiga y yo siempre discutíamos con los montos; no sé por qué, pero ahí estaban los más lindos. Todos con bigotazos, el pelo largo, intelectuales comprometidos. Una noche había elecciones en la facultad y fuimos a armar quilombo a la calle. Estábamos bastante en pedo, y Liliana se había enganchado a uno de las FAR. Bueno, que pin que pan, que qué boludos son los del PST (Partido Socialista de los Trabajadores, ¿te acordás que te mencioné, donde militaba el tío Rober y después se fue?), la cosa es que a mí me gustaba mucho el de Liliana pero hubo un apagón y terminé cogiendo con el amigo, Martín. A Martín lo mataron dos días después, y Rodolfo (el más churro) se fue a hacer el agujero en la muela al día siguiente. Me vino a ver a casa (yo vivía con Liliana, pero estaba claro que quería verme a mí porque cuando me asomé por la ventana de la ochava hizo una seña y yo bajé clandestinamente a encontrarlo en la otra esquina, hacía un poco de frío y lo hicimos contra la pared, ¿a vos no te jode que te cuente estas cosas no?) y me contó que salía para Formosa, que se venía una operación importante. Yo le dije: Juan Carlos, vos me gustás mucho, pero yo soy troska, soy troska a más no poder, y me dijo que la despertara a Liliana. A los dos los mataron en un combate. Siempre que veo la fecha pienso en vos y me alegro de haberme mantenido firme junto a mis ideales, a mi forma de ver la revolución, y pienso en vos y tu hermano y lo que pudo haber pasado de haber habido otro apagón, de no haber yo tenido la lucidez de decir: Sí, es muy lindo, es monto, qué sé yo; pero acá se trata de ideología, no de ver quién coge mejor.

Cris, la mamá de Mara, todavía es muy bonita y ha decidido no volver a casarse. Prefiere tener novios "con cama afuera", como viene repitiendo en la creencia de que esa expresión todavía está de moda. Mara perdió la virginidad a los dieciséis, unos meses después de escribir el poema, con uno de los amigos de su vieja. Llorar la sensibilizaba mucho, y al cabo de esas sesiones de culpa histórica y visiones de botas de brutos aplastándose sobre las yugulares de chicas hermosas, le daba un placer irreconocible postrarse muda, con los ojos cerrados, y que unas manotas le sacaran despacito lo que en las traducciones gallegas de Henry Miller leía que llamaban "bragas". Después salió con un par de punks. En todo ese tiempo, debajo de esos hombres, a veces Mara lamentaba no haber nacido en el momento adecuado, haberse perdido una vorágine deslumbrante de valor y sensualidad, porque según dictaban sus imágenes -envuelta en murmullos, baba y jadeos, marcando con rayitas sus primeras hipótesis de lo que era un orgasmo-, no debía haber nada más hermoso en este mundo que trabajar por la Justicia y coger por la Patria.

Que es exactamente lo que yo venía haciendo, y en lo sucesivo veré de explayar.

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Las Teorías Salvajes
páginas 94, 95 y 96


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