miércoles, marzo 18, 2009

Crónica rápida

de los días densos


Me escapé del trabajo. Porque fue así, me fui de mis cabales, de mis banelcos, y terminé en el Bauen. El Hotel de la amarga burguesía militante o algo así, que puse en Poesía para Gerentes (Editorial Funesiana - 2008). Estoy escribiendo la crónica de lo que fue haber participado en la filmación de El Bonaerense, de Pablo Trapero. Algo nuevo para ese entonces. En el Bauen un café con leche sale 7 points. No vayan. Ni Wi Fi tiene. De todas formas, mi pequeña laptop del ´98, de teclado francés, cortesía del amigo Garcette, de sólo 400 points (precio amigo 300) sin internet ni batería (por lo que necesito un enchufe a mano para que funcione) no se quejó para nada. El word me anda un caño y dos bolsitas.
Así fue. Enchufe y Abdala. Voy 8 páginas a simple espacio y contando. Ya termino. Después vuelvo a la web dos punto cero que estoy armando.
Ando sin celular así que para hablar con mi amada tuve que meterme en un locutorio. En Corrientes y Callao, más precisamente en un locutorio con lotería y tv colgada del techo con las últimas novedades del turf. La porteñidad al palo. Levín dice que voy a disfrutar mi vida sin celular aunque por ahora no le puedo creer. Tampoco veo los beneficios. Estoy más inseguro de todo y no puedo comunicarme como lo hacía antes: por mes mando algo así como 550 mensajes de texto. 550 dividido 30 (siendo 30 los días en un mes - casi siempre) son exactamente 18 coma 3 periódico. Eso mando por día. Personal me ama (o quiero creer sou). Espero que me ame y no me acueste con el precio del arreglo del aparatito. Ya veo que me la clavan en el Torino y voy a caminar chueco unos días.

Primera parada

¿Podés creer que por Corrientes entre el CCC y Callao no hay un solo lugar donde vendan relojes? Y no hablo de un paddle watch aquático full time con levantavidrios eléctrico. No, no. Uno que me dure diez días, ponele, que es lo que tarda el arreglo. Uno de papel maché. Uno más bien tranqui, de colores fucsia, verde fluorescente, azul francia, rosa... Un reloj. El otro día, por ejemplo, por no confiar en la hora de la compu, que estaba mal seguro, y por no tener mi celular en hora, me fui antes del trabajo. 60 minutos antes, para ser exactos. Voy a colgarme un cronómetro del cuello. Uno en hora. Uno puntual. Así de verdad me enajeno hasta las bolas y a la mismísima mierda. Total, vivo en Buenos Aires, como zombie, uno pasa desapercibido.
¿Ves?
¿Por qué no pregunté por un cronómetro
en lugar de un reloj?
Por ahí me decían que sí, que sí tenían.
No hubo primera parada, entonces.

Segunda parada

Puerta del CCC. Lo veo al cantante de Perro Diablo. ¿Qué pasó? ¿Me metí en un tubo y aparecí en La Plata? ¿Caí en una reja floja del subte B y el monstruo del túnel me revoleó hasta la primer diagonal después de Roca-Genocida? No, no. Ahí mismo apareció Burzi al grito de ¡Funes! y me ubicó de vuelta. Era la presentación de Solo Cuentos y el director de la colección, el amigo Juanjo, me contaba de algunas piruetas de los Sesos. Salieron anunciados en todos lados pero llegaron al lugar y nadie sabía nada de... de... ¿qué? ¿Universidad de La Plata? No, no; acá no es.
-Ya sé, papito. Acá va a haber una presentación de 4 libros. ¿Cómo que no hay nadie?
-No sé nada.
Pero, falsa alarma al fin, nos mandaron al segundo subsuelo, ahí mismo donde estaba la obra de Hochman, Sala Solidaridad. Enorme espacio. Me sentía en Harvard escuchando a los doctores en genética explicando por qué la oveja Dolly les había salido torta y no quería PROcrear. Burzi me sorprendió con su calidad en términos de presentador irónico y le pegó por todos lados al viejardo que se la pasaba comparando a los jóvenes autores con muertos escritores de no sé cuánto hace. Y el que me diga que GGM no está muerto que lo piense seiscientas sesenta y seis veces antes de hablar.
Lo cierto es que Marina Arias, Marina Porcelli, Pablo Vinci y el mismísimo Juan José Burzi escucharon atentamente lo breve pero claro que Jorge Paolantino tuvo para decir. Además de leer muy bien, desmenuzó justamente a los cuatro con una autoridad tal que en el Solidaridad no volaba una mosca. Ulises, el platense amigo del cantante de Perro Diablo (parecían hermanos), se despachó con los típicos agradecimientos y nos hizo sentir especiales apoyando el surgimiento de esta nueva colección de cuento en la editorial de la Universidad de La Plata. La sala estaba llena. Había muchas figuritas del rutilante presente literario porteño y más.
Y lo que más me dio gusto es que sea por H o por V (y no estoy siendo blogger, nombrando a gente por la inicial de su nombre - es un decir: preguntale al verdulero qué quiere decir "por H o por V") todos estábamos ahí apoyando al cuento y demostrando, sin violencia ni resentimiento, a puro derroche de talento, humor y generosidad, que la novela puede ser "lo que más vende" pero que el cuento es más importante. Es cuestión de que lean esos libros, son cuatro, alguno podés comprar porque encima salen menos de 30 pesos...
¿Cuánto salen las novedades de novela?
Ah...

Tercera parada

20 horas. A las 20 empezaba el nuevo ciclo Manifiestos, organizado por Diego Erlan y Hernán Vanoli, en un bar por Retiro e imaginé que empezarían puntual. En realidad, pienso que menos yo, todo el mundo empieza puntual. Pero no. Me equivoqué. Salí del CCC a las 20.20 por lo que dije ya fue me tomo un chino. Caminé hasta Uruguay por la vereda impar y en dos cuadras me crucé con Federico Simonetti, el standaper, y a Cristian Di Nápoli, el poeta. El primero hablaba por celular y yo pensé "pobrecito". Pero apenas me saludó se me ocurrió mandar un mensaje de texto a la Molteno diciéndole que me había cruzado con su amigo actor. Un queso, sí. Como los dos estábamos apurados, él hablando por teléfono y yo buscando la esquina para cruzar, nuestro:
-¡Uhhh, mirá quién está ahí!
-Pará un toque... Te quiero mucho, Funes.
-Yo también, Fede.
Y levantamos nuestras manos derecha e izquierda, respectivamente, para alejarnos el uno del otro sin más que una sonrisa de oreja a oreja.
Cristian no me vio. Estaba revisando libros en una librería que me parece de las más fáciles del mundo para robar libros. He metido mano alguna que otra vez pero es tan fácil que no me parece divertido. Un gran ladrón de libros, muy amigo, me ha dicho que el mejor lugar para robar es la librería El Ateneo, por Santa Fe. Es más fácil que pedir la pena de muerte, Funes, me dijo.

En la puerta de Ultra tuve un deja vú. Acá ya estuve, pensé. Pero no se llamaba Ultra. No me puedo acordar ahora cómo se llamaba. Pero sí, yo acá ya estuve.
Entonces, Retiro. Día de San Patricio. 20.30 hs. Llego y Silvestri con su cordial amabilidad me ve entrar:
-¡Funes, puto lindo, saludá!
-Querida...
Estaba con un Tico, María, y otro chico de pañuelo en cuello que también sonaba de otro país pero no me atreví a preguntar de dónde. Me dejaron sentarme con ellos un rato y vieron un par de anotadores. Bien ahí la Silvestri que les contó:
-Chicos, él hace libros, mostrá, Funes, mostrá.
Y el pelotudo de F (ahora sí estoy siendo blogger) no sacó nada de la mochila porque se había olvidado de tener a mano unos librines.

El lugar también estaba lleno y por todos lados brillaban figuritas del ambiente literario porteño y más. De la mano de Vecino y Shalom me acomodé en la barra. Saludamos a Largo y con Ariel compartimos un 2 x 1 de porrón y cuenta nueva: 6 points cada uno. Caro. Pero estamos en Retiro y hoy es San Patricios, aclaraba Vecino, así que todo bien con vos barman; el problema es con el Sistema.
Los chicos, con extremada delicadeza y amabilidad, cuidando cada paso, me arrastraron hasta el fondo. Nos acostamos en un lugar bastante cómodo y nos interrumpió el comienzo del ciclo. Anoté varias cosas. Y hete aquí las notas:

[ Silvestri ] Qué grosso que la primer manifestera sea ella, la primera del ciclo. Tiene siempre muchomuchísimo para decir. Lo hizo largo pero está bien. Le pega a los presentes. No, los escritores no cojen; dicen que. La cara de incomodidad de algunos asistentes ¿Habrá goma, como puse en el blog? Entra Moria, ¿se conocerán? Me hace reír y me hace enojar, eso no está bien. Está bien, duele como la verdad cuando entra. Cuando termine nadie debería aplaudir. Terminó: el aplauso es cerrado. Excelente.

[ Schmidt ] ¡Eh, puto! ¡Le pegás a los ñoquis! ¿Yo qué te hice? Me interpela. Qué bien escribe el guacho. Cobra carísimo pero es un violín. Qué buena imagen! [soy un nabo porque no anoté a qué imagen se refería]. Lo de incendiar Buenos Aires: compro. Compro compro compro. Otro estilo de manifiesto.

[ Cipollini ] ¿De dónde te conozco? ¡Ah, sos Ramona! Claro, de ahí. Precioso ranking de manifiestos:
Puesto nº 9 - A la sociedad industrial y su futuro, septiembre 1965? Kasinky el Unabomber.
Puesto nº 8 - El de un bugboy cubano. Lorenzo García Vega. Diario de un constructor de cajitas.
Puesto nº 7 - Michel Sand? Seguro es francés. Atlas, 1994.
Puesto nº 6 - Perlongher ¿El caribe más argentino? 1991.
No se escucha una mierda, los micrófonos sonaron mal con todos.
Puesto nº 5 - Valerie Solanas. Manifiesto U.M. para el exterminio de los hombres.
Puesto nº 4 - No matar la palabra, no dejarse matar por ella, 1973. Colectivo literario (Lamborghini, Guzmán, etc.)
Puesto nº 3 - Eva García. Estaba bajo los efectos del Alzheimer cuando lo pronunció. El fue testigo. Año 2002.
Puesto nº 2 - ¿Richard Routland? No entiendo. Suena muy mal. Muy.
Puesto nº 1 - Pop marital, año 1966. Delia Cancela y blabla.

[ Villa Diamante ] Explica de qué se tratan los mash ups. Tienen que escuchar esas cosas raras. Están buenas. No suena ningún mash up. Su manifiesto es hablado, no lee. Cuenta por qué toca lo que toca y explica por qué suena lo que suena. Es DJ y cree que es lo más bajo en la escala de "lo musical". ¿Tiene razón?

Termina. El sonido es una garcha. En la mesa charlamos sobre lo bueno que hubiera estado cruzarlos 5 minutos a los manifestores cara a cara porque decían cosas distintas y hasta se cruzaban en un par de cosas. Así sí que hubiera habido goma. No sé cuánto está la birra de litro pero podés prender cuetes al final. Y si da para poner música, el clima está bueno. Es un after office. Hay gatos por doquier. Trae Cat Chow que levantás en pala, man. Además pintó el arrebato.

Me cruzo a Schmidt. Me agradece por linkear su curso. Le digo que está loco, que 250 points es una montonada de guita. Me dice que llenó todos sus cursos y que tiene lista de espera: chupala Funes. Ja. No, chupala, amigo: ¿viste que tenía razón? Tenés que cobrar caro, man. Esa es la pomada. Pero bueh, cada uno decide. Me cuenta de su próximo libro, algo que viene adelantando en TP. Algo leí, muy por arriba, de la mano de Santiago. Cuando lo agarro de lleno, mientras escribo esto, veo que es poderoso. El primero está buenísimo. Leo el resto y me obsesiono. Le quemo la gorra al Enzo Maqueira...

Pero volvamos. Volvamos al final del ciclo Mani-fiesta. Salgo cagando, le prometo a Silvestri que publico su manifiesto dicho esa misma noche y que por ahí linkeo su reseña de Aramburu de Santiago Llach (Editorial Vox - 2008). Saludo a la monada y puerta.

Cuarta parada

Salgo por San Martín hasta Córdoba. Me pierdo un 140. Miro la hora. No tengo hora. Busco el celular. No lo tengo. Me insulto. Voy caminando hasta Florida mientras un florista nos moja con agua a una gorda mala onda en zandalias y a mí. Esperando el bondi me cruzo con toda clase de borrachos. De clase alta, de clase media, de clase 90 y de clase 45. Todo parece muy bizarro. Los coches van muy lento. Gorda mala onda sube al 140 y pienso, pobre, vuelve a su casa con el olor a birra de los borrachos del Salón y le gustaría quedarse. No. No sé si le gustaría quedarse. El bondero me insiste que pague el boleto. Pago. Miro la hora en el papelito: 22.24. No es tan tarde. El ciclo Sapito empieza esta noche y arranca a las 21 según el volador. Pero también deben ser puntuales, digo desde la costra más blandita de mi cerebro. Puede ser. No voy a comer ahí porque me rompen el Torino. Bajo antes y listo. Como un che-gu-sán. Entro a uno que tiene varios de diversos colores. Al fondo se puede fumar y tienen mesitas. Hay una pantalla plana así que entro y veo quién juega. No lo puedo creer.

NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer. NO lo puedo creer.

Está jugando Nueva Chicago. El club de mis amores. Contra Flandria. Partido televisado. De local en Mataderos la platea le grita ♪♪que se vayan todos ♪♪ que no quede ♪♪ uno solo ♪♪ a los barrabravas del club de mis amores. Puta clase media alta que insulta a los pobre paqueros adictos a la violencia. Pienso cómo puede ser. En qué tongo andan estos pibes. Basta de violencia, chicos. Violencia es mentir, recuerdo y me callo. No digo ni muzza. A ver si cambian de canal. Me hago el atento y sigo mirando. Chicago gana 3 a 2. El partido va y viene. 24 minutos del segundo tiempo. Estoy con el Torino chorreando aceite. Miedo. Miedo. Gran jugada de Oreja. Qué nombre. Oreja la roba y se la deja servida a Pepe que va hasta el fondo y tira el centro después de arrastrar dos defensores. Gigena, Gigena el grande tira una tijerita. La agarra de lleno. Hermoso. Va derecho el arquero ni la ve. Gol. Gol.
Golazo.
Gol, carajo.
¡¡¡¡Gooool, carajo, vamos Chicago viejo y peludo nomás!!!!

Eso último lo grito y miro al dueño. El dueño está con los ojos llorosos. Feliz. Un pibe dice: ¡mirá qué orto! ¡¡Los únicos dos hinchas de Chicago de la Capital Federal!! ¡Aguante Temperley, putos!

El partido termina. Prometo volver y le doy la mano feliz: Chicago 5 - Flandria 2. Segundos en el torneo a 4 puntos. Qué más.

Qué más

Estudiantes de Bahía Blanca, mi nueva obsesión bahiense, le gana, mientras yo camino hacia Libario, 85 - 73 a El Nacional Monte Hermoso (el clásico rival) y lo condena a pelear el descenso. Y pensar que este año Estudiantes arrancó diciendo que por ahí no jugaba nunca más. O por ahí descendía. Que de la mano del querido Tromba, todos la vuelta vamos a dar.

Quinta y última parada

Llego a Libario Rok y la barra está en otro lado. La mudaron. Ahora es el espacio de los músicos. Me cruzo con Clara Muschietti y me dice que todavía no leyó. Nos ponemos a charlar y me ve obsesionado (cuándo no) con la poesía enter. Chicos, si van a escribir relato y le van a poner enter para que se parezcan a los poemas, por favor, no. Hagan relatos, cuentos. Tienen ideas geniales. Poesía es otra cosa. Pero yo no soy quién para andar poniendo comas, con suerte que lo pongo acá. Y encima lo lee el pobre tipo que llegó hasta el final de este largo post. Que aún no termina. Nos ponemos a hablar de buenos poetas, de malos poetas, de ejercicios literarios que incluyen enters, de la narrativa que nosescucha (y encima los narradores le ponen enter a sus cuentos como para borrarse de mi mapa). Nos peleamos. Nos amigamos. Tenemos mucho que decir. Pregunto por sus talleres, si le sirve que la linkee. Dice que sí. Ahí está; buscá en power talleres. Me muestra un poco los poemas que está escribiendo ahora. Están geniales.
-Ves, esto es poesía. Es claramente poesía.
-Mirá Mariano Blatt, entonces. Es prosa pero con una calidad poética que...
-A ver.
Y veo. Pero a Mariano Blatt ya lo conozco. Digo, es Mariano Blatt. Obvio que escribe poesía. No se ve buena poesía muy seguido. Y mirá que salgo un montón. Ojo, es mi parecer.
-Sí, bueno, a mí me pasa que sé reconocer cuando es bueno a pesar de que no me guste- me dice. Yo no puedo saber si es bueno. Ella tiene más cancha. Solo puedo decir que no me gusta. Y la verdad, últimamente no me gusta mucho lo que leo. Pero bueh. Ya caerán poetas mejores. Lean a Lamberti. Ese sí que es bueno. Comprenlo, putos que lo edité con el aceite de mi Torino. Eso es poesía.

Tomo un par de birras. Ya estoy cansado. Me lo permito. Alto viaje. Cristante me dice que va a agremiar a los bares para que puedan poner música. Quiere juntarlos a todos. Me cruzo con Anita Rivara y Jaramillo. Están pilas que este sábado se presenta Colección Chapita. Yo no voy a poder ir:
-Casita Garay organizó una fecha y me pidieron el stand de la Funesiana.- Les digo- Ojalá vendan todo, che, pero no creo que pueda ir.
-Vamos a leer todos. Vamos a estar un rato largo.
-Bueno, por ahí llego a algo. Te llamo.
Pienso, qué boludo, de dónde, si no tengo celular y perdí todos los números de teléfono que tenía. Si alguno quiere mensaje de texto que me espere. Lo pienso mientras salgo y me vuelvo a insultar porque me digo: qué nabo, no le pedí el número.

Bueh, mañana le mando un mail.
Jara, mañana te mando un mail.

Ahora me voy a dormir. Mi Reina me espera y estoy hecho percha.
Qué grande la literatura.
Qué grande Estudiantes.
Qué grande Chicago.


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