lunes, marzo 16, 2009

Feliz cumple, Vale

Hace mucho, no tanto, estaba en el trabajo escuchando Hey Jude. Venía escuchando varios temas de los Beatles. Gorostiza, que la noche del Quinteto improvisó el final de mi texto haciendo gemir su guitarra con All you need is love, me devolvió el gustito dulce de los pibes de Liverpool.
Revisaba mi agenda. La que tiene los números y los nombres de los días. Mi pequeño guardiacárcel que controla cuando como, cuando duermo, cuando río, cuando bebo. Mi atesorado diario personal. Mi pequeño y entintado Gran Hermano. Revisaba, decía, para ubicarme y no desubicarme. Y encontré tu cumpleaños.

Cumple vale

decía el día de hoy. Que cae lunes. Hoy lunes es tu cumple y hace más de cuatro años, creo que más de cinco, hubo un cumpleaños tuyo muy divertido. Me acuerdo de tu mensajito: venite, dale no seas ortiva, trae a tus amigos.
No seas ortiva. Ni me conocías y me mandabas fruta. Qué grosa. Y le dije a mis amigos, claro. Tus órdenes siempre traían beneficios; Claudito, Diego, Maurito y Checho. ¿Te acordás?
Llegamos a tu casa y estaba esa morocha infernal.
Llegamos a tu casa y nos desafiamos con el fondo blanco.
Llegamos a tu casa como a las doce de la noche o una, ni me acuerdo ya, porque vos trabajabas en un bar de 500 pesos la propina y te obligaban a salir temprano porque si salías muy tarde quería decir que habías entongado con algún Johnny. Qué dulces aquellos años. Teníamos merca de todos los colores. Bah, no sé vos, pero yo conseguía de todos los colores. Había probado una frambuesa de la que nunca más volví a oir noticias. Se habrá transformado en efedrina, andá a saber.
Lo de la morocha, al final, no fue tan infernal. Con mi costumbre de arruinar las cosas no duró más de 5 rounds. Pero la pasamos bien, no lo voy a negar. No puedo negarlo.
Y el fondo blanco... qué locura. ¿Qué estábamos haciendo? ¿Cómo llegamos ahí? Creo que dijimos un montón de boludeces subidos a las crines de los champán importados que habían luqueado en el bar para gringos y alguien tiró ♪♪ fon-do blanco ♪♪ fon-do blanco.
Así, con cantito y todo.
Qué risa les dió cuando dijimos que sí, que dale. ¿Cuánto medía el vaso? ¿20 centímetros? ¡Nah! ¡Estás exagerando! Bueno, ponele que sí. Yo Cuba Libre y vos Fernet. Hasta el tope. Sentados uno frente al otro. Me acuerdo que miraba el vaso, mientras contaban 1 ♫ 2 ♫ 3 ♫ a los gritos y entonando, y trataba de recordar cada movimiento, cada gesto, el sonido de las risas, tu voz diciendo dale, cagón, vas a perder, la guitarra ahí tirada, los cuadros que no habías colgado, el lamparón psicodélico y la ventana del piso 17. Porque vivías en el piso 17 y lo que más vértigo me daba era tomarme un Cuba Libre de 20 centímetros de alto sin freno de mano.

Qué locura.
Apenas apoyé el vaso veía que tus brazos y los míos estaban con piel de gallina.
Qué locura.

¿Y vos te acordás de algo después? Yo sé que hiciste una yunta rara con alguno de mis amigos y que me subí al auto del Claudito. Todos felices arriba del Renault 12. Qué lindo auto, pensaba en el asiento trasero. Y preguntaba, ¿cómo estará Vale? ¡La dejamos re sola, man! ¡Volvé!

Qué borracho.

-No, boludo, no está sola. Callate y no me vomites el auto porque te recago a trompadas.
-Ustedes no entienden nada.
-¿De qué cuadro sos?
-¡¡De Chicago!!
-Bueh, ahora dormí que te aviso en tu casa.
-Aguante Chicago, putos...

Cómo dormí...

Todavía integra la lista de misterios de mi vida cómo fue que salí del auto y me metí en mi cama sin golperme la frente contra el picaporte, ponele. Amigos son los amigos, habré dicho antes de dormirme.

Ah, no.
Antes de dormirme dije Feliz cumple, Vale.


*