domingo, enero 24, 2010

Eloisa Oliva


La primera vez que vi un anotador suyo, lo compré con lo último que me quedaba de dinero. Era lo último. Estaba en su casa y era el último anotador. Al otro día volvía para Buenos Aires.
Ese que le compré estaba hecho en cuero. Y bordado. Hermoso. Envidiable. Lo había hecho con una amiga.
Con el tiempo lo gasté, lo usé. Y arranqué las tapas y se las puse a un anotador nuevo. Lo quería hacer tipo Moleskine pero no me animaba a agujerear el cuero. Cuando mi amigo Nicolás (uno de los tres chanchitos de este blog) lo vio dijo "qué bueno", y un instante después dijo lo que temía iba a decir: "¿puedo?"
Hoy, ese anotador lo tiene él. Y escribió muchos guiones ahí. Espero que cuando lo termine me lo pase, le quitemos el interior y le pongamos uno nuevo. Así, el anotador de Eloisa, quien hoy cumple años, sigue dando vueltas por ahí.

homenaje
uno de los muchos poemas que escribió
para llegar a casa cruzo el boulevard
hace días está cubierto de flores
húmedas que caen
de las tipas
tendido en un banco
un hombre joven duerme
pétalos amarillos
le llueven sobre el jean


***
vela para Dulce María, hoy también

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