lunes, mayo 03, 2010

Gordo motoneta

12 de 30


Cuento: Strudel
Seudónimo: Cosme Fulanito

[ fragmento ]

Cuando devoraba el pastel Vladimir experimentaba un placer astronómico (nótese que no he dicho gastronómico sino astronómico); luego de hacerlo, un sosiego comparable únicamente al que sentía cuando algo malo le sucedía a alguno de sus odiados compañeritos de escuela. Su deseo era visceral; inhumano. Cuando lo tenía enfrente, el niño sufría una transformación bestial: sus pupilas se dilataban, litros de sudor caían de sus cabellos y su nariz resoplaba como la de un porcino. Cualquiera que lo viera afirmaría, como hago yo, que en ese momento Vladimir se encontraba mucho más cerca de un orangután que de un niño.

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El problema con los cuentos para niños son las fábulas. Así como el policial negro, los cuentos infantiles tienen sus reglas. En este caso, “dejar soñar al niño que lee” no se cumple. Se induce la lectura de manera tan burda y evidente que transforma al narrador en un diletante insoportable. Por otro lado, la operación de los nombres propios se vuelve en contra ya que construye un sinfín de prejuicios inconducentes para el relato. A pesar de estar mínimamente correcto en su conformación, el cuento se vuelve previsible y anodino.

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