viernes, mayo 28, 2010

Zarpado acompañamiento

En Alejandría se puede
se puede
hacer una gran lectura




¿Conocés la placita Dorrego, ahí por San Telmo? ¿Viste que está lleno de barcitos chiquitos y grandotes? Sobre Humberto 1° nace una calle. Esa calle tiene un nombre raro: Anselmo Aieta. Anselmo, se hacía llamar el Alfredo. Anselmo Alfredo Aieta tocaba el bandoneón y el piano. Así de groso los dos, no le hacía asco a la composición pero sí a los pentagramas. Parece que el Anselmo no tenía muy buena formación académica entonces llamaba a un amigo para que le transcribiera lo que tocaba.
-¿Ves? Esto quiero que pongas en papel.
-Anselmo, hermano, qué bello que suena. ¿De quién es?
-Mía, Charlo, mía.
Parece que el buen Anselmo tenía amigos muy poderosos. Charlo es uno de una lista que si leés, se te caen las medias. Y parece que el Anselmo tenía buen oído. Tocaba todos los días. Y a las 8 de la mañana de cada día ya tenía un tema nuevo que transcribir a eso de la siesta. Imaginate. Una bestia que no paraba. Y como Gardel era un tipo piola, parece ser que lo tenía en vista. Y lo convocó varias veces para que se pusieran a componer juntos. Muy bien no les fue pero una vez que estuviste con el zorzal... bueh, un par de puertas se abren. Y se hizo un poco más conocido su nombre. ¿Y a que no sabés con quién se cruzó? Con el grande de Francisco García Jiménez.
¡Sí que lo conocés! ¿Suerte loca?

En el naipe del vivir
suelo acertar la carta de la boca,
y a mi lado oigo decir
que es porque estoy con una suerte loca.
Al saber le llaman suerte..!
Yo aprendí viendo trampearme,
y ahora sólo han de coparme
cuando banquen con la Muerte.
En el naipe del vivir,
para ganar, primero perdí.

Yo también entré a jugar
confiado en la ceguera del azar
y luego vi que todo era mentir
y el capital en manos del más vil...
No me creés...¡Te pierde el corazón!
¡Qué fe tenés!...¿No ves que no acertás?
¿Que si apuntás a cartas de ilusión
son de dolor las cartas que se dan?

No me envidies si me ves
acertador, pues soy el Desengaño...
Y si ciego así perdés,
es que tenés los lindos veinte años...
El tapete es la esperanza
y, a pesar de lo aprendido,
si me dan lo que he perdido
vuelve a hundirme la confianza...
¡Suerte loca es conservar
una ilusión en tanto penar!


Si fuiste alguna vez al bar de Roberto, este tango lo escuchaste seguro. O al Conventillo de Teodoro, alguna madrugada de mangas llenas de harina. Este tanguski lo hicieron el amigo Anselmo y el amigo Francisco. Vos fijate que, entre que uno apenas si escribía en los pentagramas y el otro que a duras penas largaba el lunfardo, entre los dos eran como la bomba atómica de la creatividad. Puro corazón. Pura intuición. Puro tango.

El martes que viene leo con 4 ñatos uno más groso que el otro. A la nochecita, tipo 20 horas. A la misma hora que debe salir a pasear el fantasma de Anselmito "para ver qué onda". Para ver en qué anda su calle. Yo me lo imagino ahí sentado, monitoreando hippies, chicas con pollera y taco aguja, muñes con pañuelo en el cuello, gringos con cámaras de trescientos veintitrés megapixel de definición, algún que otro tranza con una bolsita abajo del brazo y un puchito en la zurda. Anselmito mirándolo todo. Cuchando que las catraminas que pasan por Humberto tienen flojitas algunas tuercas y producen un chirrido agudo, medio cadencioso por culpa del empedrado histórico y desparejo que todavía Macri no se animó arrancar. Me lo imagino con los ojos cerrados, tratando de silbar un LA, un SIb, un SOL. Se sabe que los fantasmas no pueden silbar... ¿se sabe? ¿Lo sabrá Anselmito?
Por las dudas, el martes cuando me pare en la puerta del Todo Mundo, me chiflo algo: a una nota le tengo que pegar. Así, de paso, Anselmito nos bendice la lectura.

martes 1 de junio
20 hs
gratis
Plaza Dorrego
San Telmo





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