viernes, noviembre 26, 2010

Mentirosos

la búsqueda nunca
se acaba




Quise leer una historia. Busqué en mi barra de links, en el timeline de twitter, en las muy buenas fotos de mis amigos adolescentes en el facebook... nada. Ni una historia. Está lleno de verdades. Verdades de cómo la pasamos en el casamiento, en la lectura, en el asado del domingo. Verdades que incomodan sobre qué dijo la diputada frente al televisor mientras tomaba la cuarta pastilla de rivotril del día... Verdades. Como si fueran tan importantes. ¿A nadie le gusta mentir, de repente?
No puede ser.
Alguien allá afuera tiene que haber.
Si yo mintiera diría que estoy feliz. Que soy el hombre más triste del mundo. Que tengo lo que necesito y me falta tanto que no sé por dónde empezar.
Pero no sé mentir. En la escuela y en mi casa me enseñaron a no mentir.
Pero sí sé mentir.
Porque en la escuela y en mi casa me obligaban a decir la verdad. Y como soy un eterno adolescente, siempre me rebelo. En este caso, contra la verdad.
Pero ojo, a mí no me gusta ver la mentira, darme cuenta de que la verdad es otra, ver los ojitos de mi novia revolotear cuando le pregunto qué le puso a la salsa. Yo quiero que me mientan bien. Que me digan a los ojos, sin titubear, que esa salsa no tiene laurel; ni picado ni molido ni soplado. Y creer... creer o reventar. Ojalá fuera valiente y reventara. Pero no, ni loco. Prefiero creer... aparte, decime vos, ¿conocés alguien que quiera reventar? ¡Nadie! Todos quieren creer... por ahí todavía no lo saben.

¿Adónde va a ir el mundo sin mentiras?

Así como te digo una cosa te digo la otra. Si te voy a mentir y te vas a poner mal... bueno. Así no. ¿Pero quién se pone mal en éstos días? Todos los que conozco tienen problemas pero ninguno se pone mal. Ponerse mal es una cosa seria. Ponerse mal es... ¡ponerse mal! Y es refácil entender a qué me refiero cuando digo "ponerse mal". Si querés te hago un croquis.

Mirá, vos estás acá, en el asterisco:

*
asterisco [igual] vos

lo que vos tenés que hacer está inmediatamente debajo:

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loquetenésquehacer

lo que querés lograr está muy muy muy lejos de loquetenésquehacer (que, para colmo, antes de llegar a lograr lo que querés tenés que hacer loquetenésquehacer):

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loquetenésquehacer














































































































































































































































































































































































loquequeréslograr
*
lo que querés lograr
y
pegado
vos
transformado
porque conseguiste
loquequeréslograr


Digamos que es refácil entender qué es ponerse mal cuando querés lograr algo y no lo conseguís aún a pesar de hacer loquetenésquehacer. Por suerte eso no pasa muy seguido. Mirá, si el cantante de Calle 13 te dice "el poder es educación", vos (sí, vos que leés esto) ahora mismo YA tenés poder. No sé qué tanto poder. El poder de seguir leyendo, no leer más. Levantarte, pedirle a otro que lea, escribir sobre esto, mandarte la parte con un anónimo, saludar cambiando de tema, decir que te llegó un mensajito de texto, justo cuando estabas por terminar de leer... no sé, yo que vos, haría algo con tu poder.
¿Pero qué?
Por lo menos aquellos que escriben historias, que mienten descaradamente, no están a mano. A MI mano. Por ahí a la tuya están y ahí tenés poder: el poder de decirme "cuchá, te paso un link donde vas a encontrar historias para saber qué tan buen mentiroso es esta persona; yo, Martín Karadagián, lo recomiendo".
¿Te conté que conocí a Martín Karadagián?
Era un groso. Pero si volvés, te lo cuento otro día. Ahora, con el poco poder que me queda, te recomiendo que leas otra historia.


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