jueves, febrero 16, 2006

Noches en el Gran Buenos Aires # Dos - Segunda parte




El Paseador se cansó de esperar que su dálmata sin nombre cagara y tuvo ganas de volver a su casa. Tenía "Minority Report" para estrenar su Dvd Player y la ansiedad lo hizo desandar camino a disgusto de su perro.
Funes caminaba de la mano de Luna y pensaba en la gente tan diferente a él. Tanta gente que hace de su vida un pito sin avisarle a nadie. Aquí miles, allí otros miles, más allá del océano otros miles de millones. Todos desconocidos. Todos toman té a las cinco de la tarde. O toman té y hacen una ceremonia. O se juntan a almorzar con la familia. O nada o todo. La costumbre de pasear de la mano, pensó Funes y miró a su compañera. Y detrás de su compañera vio al dálmata cagando mientras su dueño le tiraba de la correa sin mirarlo, evidentemente apurado. O se hacía el boludo para no levantar la mierda de su mascota.
El Recolector arrancó el carro. El caballo intuía que la jornada llegaba a su fin. Pastaba al lado de las vías. Un día más. Podrían descansar. Un nudo en la garganta se le atoró cuando azuzó al caballo. Pensaba que esa noche no podría mantener la vigilia pero la relajación posterior al cigarrillo lo convenció de dormir a pesar de todo. Resignarse y seguir adelante. En unos días trabajaría en algunas changuas que también lo alejarían de la casa por varios días así que decidió no preocuparse más.
El caballo relinchaba con desgano. El carro no se movía. El Recolector se despabiló por el ruido de la sirena del tren. Estaban en el medio de las vías.


Funes y Luna se besaban. Estaban llegando a la estación Ramos. Arriba del tren es otra historia, la gente tiene su cara cansada y contagia, igual que en el subte. Llegamos y caminamos, te muestro el restaurant que vi el otro día; hay que guardar unos pesitos pero vale la pena, decía Luna bajando del tren.
El Paseador enchufaba el Dvd Player y lo dejaba listo para cuando volviera. Tomó la cajita de "Minority Report" y vio la cara de Tom Cruise. "Qué pelotudo este tipo. La verdad que lo envidio". Gritó "sin nombre" y el dálmata trajo la correa entre sus dientes. "¿Vamos?"

El Recolector estaba desesperado gritando que el caballo y la puta que lo parió dale movéte que viene el tren, dale. Shh. Hu. Arre. Hia. Vamos, vamos, caballo de mierda. ¡Dale, dale!
El caballo no podía mover el carro. Estaba trabado en el paso a nivel y los había dejado justo en el medio de la vía en la que venía el tren. El Recolector tiró fuerte de las riendas hacia su pecho gritando palabras oscuras, tartamudas. El carro no se movía. Decidió dar vuelta, como último recurso. Le gritó que vuelva hasta sacarle la quijada de lugar. El caballo giró. El tren estaba a 100 metros y venía bajando la velocidad desbalanceando a todos los pasajeros. El envió golpeó a varios. 50 metros y aún no bajaba de los 50 km/h; el carro justo a mitad de la vía. El Recolector miró por encima de su hombro y cerrando los ojos se arrojó del carro. Cero metros. El tren atropelló al caballo quien no pudo ver de donde vino todo eso. Lo tomó por las patas traseras y lo revoleó hacia adelante. El tren seguía frenando en vano. Iba lento pero no podía evitar que el caballo cayera debajo de sus ruedas. Le cortó la cabeza y las dos patas. El tren frenó 15 metros después.

Sonó una sirena.
Sonó una sirena.
Sonó una sirena.

3 comentarios:

Buscccadores dijo...

Me surgió la siguiente imagen... que flash debe ser para el maquinista (o como se denomine al conductor del tren) ver el instante previo en el que una persona o un caballo muere bajo el vagón. Mirar a los ojos, tal vez, tanto al caballo como a la persona.
Eso si no me atrevo a ponerme del lado del caballo, o de la persona.
Salud

Eugenia Rombolá dijo...

Funes: muy cinematográfico su relato, además, claro está, es muy bueno, excelente, me encantó. No digo más, odio dejar comentarios.
Saludos.
Espero tener pronto un ejemplar de PAPEL.

Unknown dijo...

Gracias por dejar un comentario entonces... siempre tan generosa usted.

Pronto, pronto.