Para empezar, felicidades. Feliz cumpleaños, Rex. Porque teníamos hasta lista cerrada. Lo que estuvo bueno se convirtió de a poco en irrisorio. Ya van a ver.
Al principio fue el verbo: confirmen. Había que poner que sí o que no. Y pusimos que sí y un millón de otras cargadas que ameritan una hora de risa. Después se armó la gorda. Porque unos podían, los otros no podían, había unos que llegaban tarde, otros que dudaban de la hombría del organizador y del homenajeado, otros que habían "podido" ahora no más podían o no podían más, porque tampoco se decidían cómo decirlo. Después se hizo miércoles y se pudrió todo: el homenajeado sufrió un pequeño accidente que lo dejaba fuera de las canchas por lo menos una semana. La risotada más grande la tiró el Bautista, harto ya de tanta estupidez, gritó a los cuatro vientos que era una excusa, que siempre se le lastimaba un ahijado. El Rex no sabía cómo explicarlo pero sonaba raro, hay que reconocerlo. Entonces pensé que se suspendía. Pero mentira. Qué se va a suspender si está paga la cancha. Que venga de arbitro. Que se pare en el medio y grite. Que se vaya a la, bue... dijeron varias cosas. Razón por la cual el organizador arengó a la tropa y listo el pollo, somos diez contra diez y listo.
A las 22 horas éramos 4
¿Pero si somos diez contra diez? Terra no viene. ¿Cómo que no viene? Si dijo que venía. ¿Qué hora es? Y cinco. Sí dijo que venía, claro. Otra Terra operación. No, no mandó un mail que estaba con quilombos en el diario. Sí pero después mandó otro que venía. ¿Y Bari? ¿Y Bari querés saber? Te digo, faltan seis jugadores, yo quiero saber dónde están Bari, Llach, Pedro, Loyds, Lucas. Llach es puntual. Vos fuíste puntual, Cucu, te zarpaste. Para mí que se suspendió. No digas boludeces. Bueno, pero es cualquiera. Hace frío loco. La cancha está remojada. Está muy mojada si. Tocá. ¿Cómo la ves dos contra dos, Funes? Dale, vos con Martín y yo con Cucu. Qué muñecos letales, ¿qué hora es? No sé, me voy a fijar si están por allá. Ahí viene Pedro. Allá está Llach. ¿Adónde? Por allá. ¿Qué pasó? Hermano, hace dos horas que estamos esperando. Qué hacés. Cómo andás. Mirá quién habla, no podés hablar vos. Dale dale que tenemos que empezar. Empecemos así y que después se vayan sumando. Armá los equipos, Santiago. Funes y yo contra todos ustedes. Dale. Sí sí, claro. Bueno pero armá. Parejo. El equipo de Funes con uno menos. Sí, ¿alguien sabe algo de Terra? Nonada. Bueno, empecemos así. ¡Eh, así nos van a romper el orto! ¡Dale dale no importa empecemos de una vez que hace mil horas que estamos pagando, boludo, ya fue! Empecemos.
Empezamos
Estuvo parejo. Las condiciones no estaban dadas para un partido aburrido. Jugamos cuatro contra cinco a favor de ellos hasta que hicimos un cambio de jugadores. Estaba muy desparejo, demasiado. En un momento se arrimó un Messi de treinta y cortos que la movía bastante y con eso emparejamos.
La cancha no estaba húmeda, estaba mojada. Parecía la pollera de la hermana Bernarda cuando tantea la berenjena en la verdulería del Beto. Cuando llueve en una cancha así, las cosas se complican más de lo debido. Mucha patada voladora, mucha traba.
En mi equipo jugaban Barilaro, alias el rompehuesos; Lucas, sexto dan de karate; Fabián, sexto dan de karate y Damián, el nuevo que jugaba de Messi.
En el otro equipo, con arquero rotativo (un problema para ellos una ventaja para nosotros) estaban Cucu, el potro de cartón; Llach, el gran capitán; Obelix, la garra que desarma; Loyds, el chumbador y Pedro Batistuta.
El partido se dió en esos términos: ¡pumba y huevo! Agarráte que se viene. Tocála de una que te serruchan los tobillos. Pegále de afuera que el arquero resbala. Amagá. Mucha pared. Si es necesario llorá un lateral. No hagas tiempo. Pensá rápido. Si no te sale, reventála. Explosión. Cero belleza.
En un tiro, Fabián quedó frente al arco y tiró un taco, por lo menos, obsceno. Algo de belleza había que ponerle pero costó demasiado. Llach arrancaba para dormir de un pique y quedar solo, las paredes con Martín y Loyds que terminaban con Pedro definiendo fueron las más peligrosas. Yo no podía pisar firme y cuando me la jugaba a cortar un pase, el arco quedaba más solo que uno que te digo el día del amigo.
La mejor: Damián cuando la recibe de un corner, con un toque la levanta hacia su izquierda y antes de que la pelota toque el piso, de un zurdazo la clava en el ángulo.
La casi mejor: Llach explotado arrancando desde la mitad elude a dos y con potencia queda solo frente a mí que me la juego para un costado y no llego, elijo bien pero no llego en la estirada, queda solo frente al arco y la cruza fuerte... la pelota acaricia el segundo palo y sale.
La increíble: pared entre todos los del equipo contrario, se la dan a Pedro Batistuta, yo me había jugado en otro delantero así que Pedro quedó solo; la tocó suave con un efecto raro, hacia afuera, o sea con el empeine, la pelota pegó en el palo suavecito y rebotó para su lado. Yo ya estaba parado en el medio del arco y Pedro frente a la pelota para una segunda oportunidad y sacó su puta bola lenta y le levantó a la altura de mi hombro. Estiré mi brazo desesperado sacudiendo el aire para todos lados pero la pelota me atravesó, te juro, me atravesó.
Bari me hizo caso
Cuando en un momento del partido, estaba refregándose a pantorrilla, le digo qué te pasa y dice es muy duro, el guacho es duro. Entonces vi que por ahí venía la mano, cortar al Cucu, cortarlo literalmente de la mano del Bari... y así lo hizo. Vos seguí dándole que lo vas a romper y así ganamos. Lo siguió todo el partido y pudimos cortar un poquito el medio que venía pasándonos como postes caídos. En el vestuario, ya terminado el partido, el Cucu decía este Barilaro está loco, el hijo de puta me cagó a patadas. Pero sirvió.
¿Cómo salió el partido? Perdimos por dos goles. Pero estuvo parejo hasta el final. Porque la diferencia la hicieron en los últimos dos minutos y gritaron con furia esos goles.
Fue un partidazo, de esos que están bueno ver, jugar y de los que vale la pena escribir.
Igual, yo quedé recontra caliente. Porque al final los pibes estaban gastadísimos. Dale dale y por más que gritara ellos estaban temblando en cada cruce. Todos, los 10. Hasta Lucas, que se corrió todo, Llach todavía iba y venía y Martín repartía pases y piques.
Al final hubo abrazos y risas. Andrea nos sacó la foto del partido y de los muchachos. Tenemos esa particular forma de cagarnos de risa. Porque si de algo sirve juntarse con los muchachos, es para pasarla bien.
Uno de los mails, al igual que este post, terminaba así:
"hoy empieza la segunda parte de nuestra amistad"
3 comentarios:
Estuvo muy bueno, amigo.
Lamentablemente, tengo para más de una semana sin fútbol.
abrazos
Bueno, mientras vuelva, jefe...
buenísimo el relato!!
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