viernes, marzo 02, 2007

Traiciones de Ana Longoni

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[...] Víctimas y héroes
El discurso hegemónico en los años 80 sobre lo ocurrido en el período previo se erigió sobre la "teoría de los dos demonios" que ubicaba a militares y guerrilleros en un plano de simétrica exterioridad respecto del conjunto de la sociedad argentina.
La estrategia jurídico-política del movimiento de derechos humanos en las condiciones de esa coyuntura precisa fue omitir el reconocimiento de la participación de muchas de las víctimas del terrorismo de Estado en las formas de la violencia política de los años previos. En ese marco se explica la reivindicación de la figura del desaparecido como víctima inocente y absoluta, a costa de anular el reconocimiento (y el balance) de su condición política, su historia militante.
Graciela Daleo, sobreviviente de la ESMA, se refiere a la historia del desplazamiento u ocultamiento de la política y al efecto de despolitización que provoca la teoría de los dos demonios en el propio relato de los sobrevivientes, que deben callar su condición de ex militantes:

Uno sabe que durante la dictadura los organismos de derechos humanos no podían plantear la militancia del compañero por dos razones: en muchos casos porque los familiares ni lo sabían, pero en otros porque estaba el tema el "desaparecido culpable" y el "desaparecido inocente". Nosotros tuvimos que ocultar nuestra condición de militantes políticos revolucionarios en los ámbitos
internacionales, porque si habías sido torturado y secuestrado porque eras montonero, estaba bien, pero si eras un chico de la Juventud Peronista, no. Cuando tanto los que nos fuimos al exilio como los que estaqban acá tuvimos que declarar en el Juicio a los Comandantes, tampoco podíamos plantearlo porque íbamos presos. (*) [...]

[...] En ese marco, desde mediados de los años 90, ganó mayor fuerza entre los activistas de derechos humanos la figura del desaparecido como militante, muchas veces reividicado como héroe de manera acrítica y mitificada(*). Y aquí, como veremos más adelante, la palabra del sobreviviente nuevamente estorbaba en la medida en que su relato presentaba un panorama mucho más complejo y enmarañado que el del mito heroico. [...]
[...] Tanto el desaparecido entendido como mártir inocente como el desaparecido asimilado irrestrictamente al lugar del héroe no puede - en tanto desaparecido - correrse del sitial en que ha sido colocado, ni puede testimoniar. El sobreviviente, en cambio, aparece en este esquema como un héroe caído; se vuelve en esta lógica binaria la contracara del héroe: un tridor, y esa posición borronea su condición de víctima. A desentrañar esa arraigada asociación entre sobreviviente y traición es que está abocado en gran medida este libro. [...] - pag. 28

... porque no soy de regalar rosas, Lunis, pero algo es algo...

1 comentario:

Lunita dijo...

claro que regalás rosas... aunque vengan en formato libro.
Gracias, hermoso