lunes, noviembre 03, 2008

En paz descanse, maestro... pero vuelva, eh...

foto vía Gustavo López




Hace muchos, muchos años, en una galaxia muy lejana, cayó en mis manos un pequeño libro donde escribían varios autores sobre José Luis Mangieri.
Mi relación laboral con mis jefes era lo que se dice de sapito; en algún momento me acercaba al agua y parecía que me ahogaba pero de puro jete rebotaba y seguía dando piruetas en el aire. Tarde o temprano, como todo canto rodado, me hundí en el agua y nadie me pudo sacar. Siguiente parada: librería del Rojas o como se me ocurrió una noche de borrachera en un Pancho 95, el Purgatorio.

Todavía trabajo en el Purgatorio pero algo cambió.

En aquellos primeros días, en los que me sentía en la Siberia de Mierda (otro apodo que recibió la librería porque estaba al lado del baño y cada vez que una vieja se tiraba un pedo hasta los autores de los libros se quejaban del olor) me sentía especialmente como el culo. Muy deprimido. Pero deprimido de esa manera que solo un amigo que te conoce y te ve piensa ¿a éste qué le pasa?
Miles de cosas me pasaban.
Había dejado de operar y mis compañeros me habían dejado en banda tanto que de un día para el otro pasé de estar en la oficina donde se coordinaban 600 cursos de todo tipo para terminar en un stand de libros donde vendía 2 por semana pero me la pasaba indicando que sí, que ibas bien para el baño, mientras te meabas o te cagabas.
Una completa desilución.
En esos momentos muchos prefieren salir, bardear, meterse en alguna bastante explosiva. A mí, en cambio, se me da por leer. Esos momentos son durante los cuales lloro mucho mirando películas o leyendo libros.

Me acuerdo que por esos días estaba pensando en arrancar con la Editorial Funesiana. Era una idea loca que no tenía respaldo de ningún lado. Pura intención. Todavía no estaba junto a todos los que después me ayudaron y ni siquiera sabía si tenía que dedicarme o no; sí sabía que no iba a ganar plata ni fama ni chicas y encima iba a perder tiempo para escribir. Lo que ningún rockstar quiere.

Y me llegó, de entre todos los libros, el de José Luis Mangieri. Otras épocas del Rojas cuando se ponían las pilas con los libros. Y porque estaba el gordo Fonderbrider que era insoportable pero que tenía unos proyectos que vos decías ¡no mames! Y te sacaba la biografía de la Maresca o del Mangieri o un par más que ahora no vienen al caso.

Lo que más me sorprendió del libro fue que mientras leía me costaba pensar que el tipo no estaba muerto. Todos hablaban en un tono que parecía que o estaba postrado o estaba muerto. Pobre tipo, pensaba mientras leía pero al rato se me dibujaba una sonrisa o me entusiasmaba saber que había uno entre varios que se pelaba el orto para que muchísimos escritores pudieran sacar a luz excelentes (o no) piezas literarias que nadie podía entender.
Toda su vida para mí era un descubrimiento.
Todo él era para mí estimulante.
Muy de a poco, en dos o tres días que duró la lectura reflexiva de aquél libro, me fui saliendo del estado nardo depresivo y me volvió el color a la piel.

El sábado pasado volvió a fallecer José Luis Mangieri. Un tipo que tenía mil vidas. Que en cada proyecto que se le terminaba, como le ponía el cuerpo y el alma, moría con las botas puestas.

Mientras leía su vida me parecía que un tipo así existe cada 100 años y también pensaba en los forros que no cuidan a tipos como él porque "no les parece". Mientras pensabas que había muerto junto al proyecto de esa editorial o aquella revista, mientras estabas de duelo, mientras pensabas y ahora cómo seguirá la cosa, quién tendrá la papota ahí estaba José Luis, con las botas todas rotas, montado a un caballo hermoso y enroscado en un nuevo proyecto literario que vos decías quijodepú, de dónde saca las pilas.

Ese libro es apasionante.

Un poco melancólico pero ya te digo, a los meses yo estaba muchísimo más decidido y puteando porque no había podido ir a una mesa donde el viejo hablaba sobre libros y editoriales independientes. Y tanto moco derramado al pedo, me decía. Ese tipo es más piola que todos nosotros juntos y encima está vivito y coleando.

Unos meses después lo veo en la presentación que hace Vox por la reedición de un libro de Fabián Casas en la librería Gambito de Alfil.
De ahí es esta foto que mandó Gustavo López.
Una presentación genial.
Todos contando cómo se conocieron. De dónde se habían conocido. Y riendo copa de vino en mano. Desmitificando millones de mis prejuicios y mis miedos. Haber sido testigo de aquél encuentro entre amigos también me edificó. Casas, Cucurto, Villa, Durand, Garamona, Bejerman y unos cuantos más que están y no están en la foto.
En el centro José Luis, con la boina loca, abrazado a Cucu.
-¿Quién es el viejo ese?- le pregunté a uno.
-¿El muñe de la boina? Mangieri.
¡El muerto!, me dije y me acordaba del libro en el Purgatorio, de mi depresión repentina, el olor a pedo de vieja, los consejos que le daba a todos y me los daba a mí como lector, agitador, escritor...
No, no... no me acerqué. No me dieron los huevos. No sabía qué decirle. ¿Qué le iba a decir? Sí, yo te leí, bah, no, leí a un montón de escritores hablando de vos... Sí, parecía que te habías muerto... pensá que yo no te conozco... Me gustaba tu forma de ver la vida, tus anécdotas, los años de plomo, cuánto huevo, viejardo, ¿y ahora en qué andás? ¡Qué grande! Siempre en alguna vos...

No... no me animé o en ese momento no se me ocurrió.
Y el sábado volvió a fallecer.

Te juro... Para mí que no murió. Para mí que te hace creer eso porque es un tipo así, que va hasta el final, que se la juega entera. Debe ser un invento de un Spam y varios periodistas se lo creyeron.
Yo todavía lo voy a estar esperando. En serio. Vas a ver. Va a aparecer arriba de algún corcel negro, a los gritos pelados, arriando escritores perdidos o confundidos al grito de ¡vamo´che, que hay que publicar, carajo! ¡Dejense de joder y ponganse a laburar!

Te juro, parece que no pero Mangieri tiene quichicientas vidas.
Y todas son una masa.


*

7 comentarios:

Anónimo dijo...

tengo un par de anécdotas.
una: hace muchos años supongo este gustavo lópez que vos nombrás tenía una editorial "nueva generación" o algo por el estilo. la cosa es que convocó a un concurso, obviamente que entraban todos, después te mandaba una carta en la que te decía que habías sido seleccionado y que tenías que abonar determinada cant de dinero. yo le mandé 100 dólares y lo llamé quichicientas veces por tel. nunca concretó nada y al tiempo rajó como rata por tirante de las oficinas que alquilaba. jajaja.
otra. pobre viejo. publiqué mi primer libro premiado con el revolucionario mr. mangieri, pero, lo único que me revolucionó fue mi bolsillo. un grosso. me cobró 3000 dólars para hacer 500 ejemplares. viendo las bazofias que editaba tomé la precaución de diseñárselo yo y aún así los pocos detalles que dejé a su cuidado los resolvió mal. eso sí, cada tanto se aparecía por casa con unas cajas llenas de libracos entre los que se contaban, uno verde de diana bellesi o de lamborghinoi y sesenta y ocho de amas de casa, profesoras de catesismo, o poetastros ignotos y cosas de no creer que iban derecho a la basura.
eso sí que fue una depresión.

Natalia Molina dijo...

Por favor! no hay derecho a comentarios anónimos con mala leche!. Ojalá te muerdas la lengua, anónimo.

Mangieri tiene quichicientas vidas. Tenés razón, Funes.
Mangieri no se murió, es un invento de un spam su muerte.
Mangieri se fue a tomar ginebra con los marcianos, y a llevarles cajas con libros de Tierra Firme para poetizar marte, saturno y la luna y descubrir su poesía.
Mangieri se fue a comer ravioles con Paco Urondo,Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, Raúl González Tuñón,y están de sobremesa, discutiendo política y pergeñando revoluciones.
Mangieri va a aparecer en ese corcel, a presentar una antología con los nuevos poetas de la luna, y vamos a hacer un gran asado en plaza de mayo, con lecturas de poemas, música y vino tinto.Y nos va a decir: -Dejensé de joder! pongansé a laburar, a editar, a mover!y dejensé de joder con la nostalgia!.
Mangieri no se murió. Tiene quichicientas vidas, y más.

Anónimo dijo...

natalia, no es mala leche. pero con una mano en el corazón y la otra en el cerebro mangieri decía que publicaba libros de 5 puntos para arriba. cosa que no era verdad y lástima que no tengo a mano el libro de la profesora de catesismo que te cité más arriba. quizá en su momento... yo lo agarré con el caballo cansado y en mi caso particular me vacunó mal. sabés lo que me costó juntar 3000 verdes laburando para que no pergeñara ni una reseña. en fin, disculpe si la he ofendido

Unknown dijo...

Amigo Anónimo
de quien ni siquiera sabemos el nombre pero deberíamos decir que sí, que su denuncia es concreta

tenga a bien reconocer y poner los puntos sobre las íes

a este blog llegan los parias, los olvidados, los malatendidos y los que no tienen voz: no por nada mi ciclo se llama Los Mudos

pero sepa ubicarse
para denuncias está la comisaría

entiendo de frustraciones y enojos
entiendo de malas y de peores

pero tenga a bien al menos identificarse
pierde tanta seriedad su reclamo al tipo que acaba de morirse
por el simple hecho de no tener un nombre
que su operación de figurar
solo parece una pelea de cartel por envidioso

no quede como envidioso
se lo pido
y póngase los pantalones donde corresponde

o vaya al programa de luis ventura
que ahí están acostumbrados a los escandaletes
acá se viene a comentar con huevos y con las manos limpias
dando la cara
o se queda comentando como anónimo porque no le da el piné

y le pregunto, amigo anónimo
no será que no le da el piné?

un abrazo
de su soporte virtual preferido
el señor que no le borra su comentario desubicado: Funes

. dijo...

Un abrazo, Funes. No se me ocurre otra manera de compartir la tristeza. Eso y escribir mi anécdota con él, hace poco más de un año, en Floresta y en primavera...

ntx dijo...

José Luis no hubiera contestado a alguien que no firma. Yo tampoco pienso hacerlo. Supongo que si cagó a alguien seguro se lo merecía, porque era un tipo de mucho criterio. Sabiduría es la palabra pero a él le hubiera parecido pretencioso.

Me acusaban de gerontofilia por las sonrisas que le hacía cuando pasaba. Y a mucha honra.

Anónimo dijo...

uno más forro que el otro