Lista con instrucciones para armar un stand de libros
revistas, fanzines, discos, remeras y/o medialunas
revistas, fanzines, discos, remeras y/o medialunas
-Marca: es importante resaltar el nombre de lo que te mueve dentro de este grupo de gente loca. Si tenés una editorial, será el nombre de la editorial. Bien clarito y en letra que se entienda (podés hacer un plotter, obvio) el nombre de la editorial (es) que están representadas en el stand. Podés conseguir unas fotos de los autores (para nada convencionales) que podés colgar en las paredes del stand o colocar entre los libros para que identifiquen como el más exhibicionista. Los globos de colores también ayudan a memorizar la marca. En realidad, los colores, básicamente lo hacen. A veces es necesario asesorarse al respecto de "colores".
-Souvenirs: imprescindible para seguir la charla en otro momento y lugar más tranquilo. El souvenir tiene la función de pegarle como moco al dedo la marca y el último título que se presenta al cliente. Lo que más funciona en los stands de libros son los señaladores. Es lo que más sale. Pero se pueden mandar hacer globos con el nombre, lapiceras, etiquetas, bolsas con alpiste y dentro de la bolsa un sobrecito chiquito con el nombre de una página web a la que se puede ingresar para conseguir un código que va a servir en el cajero de la Red Banelco / Link solo cuando este no funcione y que al tipear el código aparecerá una imagen que será exactamente igual al logo de la editorial para luego expulsar un ticket / comprobante con datos de contacto del editor y el mail personal que sí responde y el speach necesario para convencerlo de publicar un libro.
Mientras más rebuscado el souvenir, más interesados estarán en tu stand o marca.
-Orden y Progreso: Aunque no parezca, los libros deben estar ordenados. Por colección, autor, tamaño, grosor, año de publicación, valor, color. Hay miles de criterios. Los más advenedizos aburren a simple vista pero los creativos de los stand han armado competencias internacionales sobre cómo acomodar los libros en el mantel. (Podés pensar que soy un pelotudo pero te juro, esto del premio internacional, es cierto). Algunos apilan 300 ejemplares de un título de manera tal que forme una torre con ventanas y dentro, una vela que ilumina un plotter con el título del libro. Y eso no es nada. Una vez, en la gran Feria del libro de Mongopichu, vi casi 1000 (mil) - sí, mil- ejemplares de un libro de Paulo Coelho apilados uno arriba del otro formando una arcada a la entrada de la editorial que lo editaba. La puerta que formaba estaba flanqueada por gigantografías con su cara de reventado cool a la que nos tiene acostumbrada su área de márketing.
Siendo menos pretensioso, podés conseguir algunos fierritos doblados de manera que ayude a mantener los libros casi parados para que el cliente que pasa al vuelo pueda, por lo menos, enterarse de lo que publicás o las tapas que hacés.
Puede parecer una estupidez (bah, a mí me parece) pero los clientes que pasan por un stand de libros son excesivamente tímidos. No es típico responder preguntas sobre autores, sobre el naciemiento del proyecto ni nada por el estilo. El cliente pasa, mira y se va. A lo sumo se acerca. A lo sumo se acerca y levanta un libro. A lo sumo lo levanta y dice "ah, éste lo conozco" (si es que viene acompañado - si viene solx, fuiste). A lo sumo dice "¿cuánto cuesta?". A lo sumo, si pregunta el precio te aclara "uy, no me alcanza" para conseguir un descuento.
Pero nada más.
Entonces, el orden ayuda al progreso. Si no te compran ahora, te comprarán mañana en otra feria a la cual irán con la plata que cuesta el libro (el que lo va a comprar ya sabe cuánto sale). Hay poquísimos clientes que se ven deslumbrados por el libro y lo compran sin conocer nada de lo que hiciste previamente así que tampoco entrés en pánico pensando que vas a tener que domar fieras con los bolsillos repletos de euros; don guorry, es más fácil esa parte porque viene todo aceitado.
-Caja chica: el mundo capitalista golpea una vez más las puertas sensibles del editor independiente. Viene la tía del autor, la ex - novia, el mejor amigo, los jefes o el mismo autor con un billete de 100 por un libro que sale 17 points y tenés que ponerte colorado porque no te alcanza la plata para darle vuelto. Por ignorancia de este punto, a lo largo de mi vida de stanciero, he perdido de vender muchísimos libros. Monedas, billetes de baja denominación y hasta caramelos (como hacen los coreanos de los súper) son herramientas necesarias para conformar una completa caja chica. Nada peor que no conseguir un lector porque te falta cambio. Y muchísimo más peor decirle que le cobrás 20 en lugar de 23 porque no te alcanza el vuelto. Denota falta de interés e ignorancia y maltrato a la función pública.
-Catálogo: otro imprescindible detalle. Más de uno viene para un touch and go. Y más de uno quisiera conocer todo lo que hiciste, hacés o vas a hacer. Entonces, es importante exhibir un catálogo de libros publicados o a punto de publicar. No tengas miedo de poner tus proyectos que "casi probablemente jamás concretes". Al momento de una venta, el excesivo entusiasmo pasa desapercibido. Ponele una onda y anotá libros que jamás podrías editar por el solo hecho de tener la capacidad de armar un catálogo.
Más de uno los cobra. Baratito. Pero se cobran al fin. Entonces, si vas a pedir un billete a cambio, lo mínimo que podés hacer es diseñarlo como D´s manda. Es una papa, acordate, los nombres, el autor, el precio, algún jotapegé. Si te sale choto o no tenés idea, le pedís a un diseñador. Estos laburos salen de onda con cualquier amigo con maña y buen gusto; metrosexuales, diseñadoras de ropa amateurs, etc.
Tampoco seas muy convencional: agregale a cada sinopsis algún detalle pintoresco. "Este autor se ha separado 6 veces en lo que va del nacimiento de esta editorial porque se la pasa escribiendo y le chupan tres huevos las relaciones amorosas"; " este autor se pagó la edición porque dijo que no podía creer que nuestros libros fueran tan feos"; "esta autora es mi mejor amiga y por eso la publico y elogio"; y los etcétera que se te ocurran.
-Eventos especiales: cuando la feria viene tranquila y no pasa de lecturas o presentaciones de libros lo mejor es imponer presencia a fuerza de eventos. La Funesiana armó un sorteo de libros. "Regalamos un libro mañana a las 17 hs, ¿querés participar?, vení, anotá una frase y volvé mañana". Eso ayuda para que, además de participar y estar ahí, puedan conocer tu cara y tus libros (claro, tus libros, fanzines, discos, remeras y/o medialunas que de ahora en más serán llamados LIBROS).
También son típicas las charlas con autores o firma de ejemplares pero de tan típicas y previsibles dejan una mala imagen de la editorial. Así que lo que mejor puede andar es ofrecer un tiro al blanco con alguno de tus autores; "mañana a las 17 hs vamos a traer unos dardos y unas cajas de cartón diseñadas por Nahuel Vecino y Javier Barilaro en las cuales vos podrás demostrar tu habilidad para el tiro al blanco junto a Bla (nombre de autor)".
Eso. Que le pongas una onda.
-Descuentos: esta es otra parte importante de un buen stanciero. Saber cuándo aplicar descuentos y cuándo no. De entrada, por ser un evento independiente y autogestivo, algunas ferias te sugieren que bajes los precios para vender más. No siempre es así. Con un buen vendedor, los descuentos no hacen falta. Los libros cuestan muchísimo trabajo. Y hacerlos trae alegrías y sin sabores. Con cierta actitud positiva se pueden destacar los pequeños acontecimientos de cada libro y eso solo ya lo vuelve interesante. Mi postura es la de apoyar al descuento cuando se trata de un cliente ávido que se lleva más de dos libros. Bajar a 10 un libro que cuesta 12 points es un despropósito. Creo que en ese caso vale más que te plantes en 12, te pierdas un cliente pero te asegures una fuerte personalidad. No solo estás respetando al autor del libro; también estás respetando tu trabajo, el trabajo de vender libros y el de tu mano de obra. Los descuentos los hace EKI, no vos.
-Souvenirs: imprescindible para seguir la charla en otro momento y lugar más tranquilo. El souvenir tiene la función de pegarle como moco al dedo la marca y el último título que se presenta al cliente. Lo que más funciona en los stands de libros son los señaladores. Es lo que más sale. Pero se pueden mandar hacer globos con el nombre, lapiceras, etiquetas, bolsas con alpiste y dentro de la bolsa un sobrecito chiquito con el nombre de una página web a la que se puede ingresar para conseguir un código que va a servir en el cajero de la Red Banelco / Link solo cuando este no funcione y que al tipear el código aparecerá una imagen que será exactamente igual al logo de la editorial para luego expulsar un ticket / comprobante con datos de contacto del editor y el mail personal que sí responde y el speach necesario para convencerlo de publicar un libro.
Mientras más rebuscado el souvenir, más interesados estarán en tu stand o marca.
-Orden y Progreso: Aunque no parezca, los libros deben estar ordenados. Por colección, autor, tamaño, grosor, año de publicación, valor, color. Hay miles de criterios. Los más advenedizos aburren a simple vista pero los creativos de los stand han armado competencias internacionales sobre cómo acomodar los libros en el mantel. (Podés pensar que soy un pelotudo pero te juro, esto del premio internacional, es cierto). Algunos apilan 300 ejemplares de un título de manera tal que forme una torre con ventanas y dentro, una vela que ilumina un plotter con el título del libro. Y eso no es nada. Una vez, en la gran Feria del libro de Mongopichu, vi casi 1000 (mil) - sí, mil- ejemplares de un libro de Paulo Coelho apilados uno arriba del otro formando una arcada a la entrada de la editorial que lo editaba. La puerta que formaba estaba flanqueada por gigantografías con su cara de reventado cool a la que nos tiene acostumbrada su área de márketing.
Siendo menos pretensioso, podés conseguir algunos fierritos doblados de manera que ayude a mantener los libros casi parados para que el cliente que pasa al vuelo pueda, por lo menos, enterarse de lo que publicás o las tapas que hacés.
Puede parecer una estupidez (bah, a mí me parece) pero los clientes que pasan por un stand de libros son excesivamente tímidos. No es típico responder preguntas sobre autores, sobre el naciemiento del proyecto ni nada por el estilo. El cliente pasa, mira y se va. A lo sumo se acerca. A lo sumo se acerca y levanta un libro. A lo sumo lo levanta y dice "ah, éste lo conozco" (si es que viene acompañado - si viene solx, fuiste). A lo sumo dice "¿cuánto cuesta?". A lo sumo, si pregunta el precio te aclara "uy, no me alcanza" para conseguir un descuento.
Pero nada más.
Entonces, el orden ayuda al progreso. Si no te compran ahora, te comprarán mañana en otra feria a la cual irán con la plata que cuesta el libro (el que lo va a comprar ya sabe cuánto sale). Hay poquísimos clientes que se ven deslumbrados por el libro y lo compran sin conocer nada de lo que hiciste previamente así que tampoco entrés en pánico pensando que vas a tener que domar fieras con los bolsillos repletos de euros; don guorry, es más fácil esa parte porque viene todo aceitado.
-Caja chica: el mundo capitalista golpea una vez más las puertas sensibles del editor independiente. Viene la tía del autor, la ex - novia, el mejor amigo, los jefes o el mismo autor con un billete de 100 por un libro que sale 17 points y tenés que ponerte colorado porque no te alcanza la plata para darle vuelto. Por ignorancia de este punto, a lo largo de mi vida de stanciero, he perdido de vender muchísimos libros. Monedas, billetes de baja denominación y hasta caramelos (como hacen los coreanos de los súper) son herramientas necesarias para conformar una completa caja chica. Nada peor que no conseguir un lector porque te falta cambio. Y muchísimo más peor decirle que le cobrás 20 en lugar de 23 porque no te alcanza el vuelto. Denota falta de interés e ignorancia y maltrato a la función pública.
-Catálogo: otro imprescindible detalle. Más de uno viene para un touch and go. Y más de uno quisiera conocer todo lo que hiciste, hacés o vas a hacer. Entonces, es importante exhibir un catálogo de libros publicados o a punto de publicar. No tengas miedo de poner tus proyectos que "casi probablemente jamás concretes". Al momento de una venta, el excesivo entusiasmo pasa desapercibido. Ponele una onda y anotá libros que jamás podrías editar por el solo hecho de tener la capacidad de armar un catálogo.
Más de uno los cobra. Baratito. Pero se cobran al fin. Entonces, si vas a pedir un billete a cambio, lo mínimo que podés hacer es diseñarlo como D´s manda. Es una papa, acordate, los nombres, el autor, el precio, algún jotapegé. Si te sale choto o no tenés idea, le pedís a un diseñador. Estos laburos salen de onda con cualquier amigo con maña y buen gusto; metrosexuales, diseñadoras de ropa amateurs, etc.
Tampoco seas muy convencional: agregale a cada sinopsis algún detalle pintoresco. "Este autor se ha separado 6 veces en lo que va del nacimiento de esta editorial porque se la pasa escribiendo y le chupan tres huevos las relaciones amorosas"; " este autor se pagó la edición porque dijo que no podía creer que nuestros libros fueran tan feos"; "esta autora es mi mejor amiga y por eso la publico y elogio"; y los etcétera que se te ocurran.
-Eventos especiales: cuando la feria viene tranquila y no pasa de lecturas o presentaciones de libros lo mejor es imponer presencia a fuerza de eventos. La Funesiana armó un sorteo de libros. "Regalamos un libro mañana a las 17 hs, ¿querés participar?, vení, anotá una frase y volvé mañana". Eso ayuda para que, además de participar y estar ahí, puedan conocer tu cara y tus libros (claro, tus libros, fanzines, discos, remeras y/o medialunas que de ahora en más serán llamados LIBROS).
También son típicas las charlas con autores o firma de ejemplares pero de tan típicas y previsibles dejan una mala imagen de la editorial. Así que lo que mejor puede andar es ofrecer un tiro al blanco con alguno de tus autores; "mañana a las 17 hs vamos a traer unos dardos y unas cajas de cartón diseñadas por Nahuel Vecino y Javier Barilaro en las cuales vos podrás demostrar tu habilidad para el tiro al blanco junto a Bla (nombre de autor)".
Eso. Que le pongas una onda.
-Descuentos: esta es otra parte importante de un buen stanciero. Saber cuándo aplicar descuentos y cuándo no. De entrada, por ser un evento independiente y autogestivo, algunas ferias te sugieren que bajes los precios para vender más. No siempre es así. Con un buen vendedor, los descuentos no hacen falta. Los libros cuestan muchísimo trabajo. Y hacerlos trae alegrías y sin sabores. Con cierta actitud positiva se pueden destacar los pequeños acontecimientos de cada libro y eso solo ya lo vuelve interesante. Mi postura es la de apoyar al descuento cuando se trata de un cliente ávido que se lleva más de dos libros. Bajar a 10 un libro que cuesta 12 points es un despropósito. Creo que en ese caso vale más que te plantes en 12, te pierdas un cliente pero te asegures una fuerte personalidad. No solo estás respetando al autor del libro; también estás respetando tu trabajo, el trabajo de vender libros y el de tu mano de obra. Los descuentos los hace EKI, no vos.
3 comentarios:
muy bueno, y muy util para muchos
sera que nos veremos mañana
abrazo, ale
ehhh que paso con la fecha del quinteto ?? entro para confirmar dia y hora a un amigo ... y nada... no estoy loco , conste!!
Leito
qué interesante funes, qué interesante, me sacó de un lago emocional mire, lo que le dicen el azar bah
Publicar un comentario