Rafaela rocks
Subí al micro. Sigamos. Subí al micro y me sorprendió una revista de moda. Cien points el pasaje alcanza para una almohadilla y una manta (almohada y frazada para los argentinos que leen esto). Una revista de moda con fotos de adolescentes en paños menores además de una lista de consejos para estar “in” con muy pocos pesos. Tengo 30 años. Estamos en el comienzo del fin del mundo y todavía siguen usando la palabra ¡in! ¿Qué te pasa, Mundo? Aggiornate, plisplis, papito.
Lenguaje de señas amoroso y divertido. Mensajes de texto ídem y partir. Partir para nunca más volver. Desde que voy y vengo a Rafaela me pasa lo mismo; siento que podría quedarme a vivir acá. Siento que realmente podría quedarme a vivir, conseguir un trabajo e instalarme a escribir y dormir siesta. He ido a muchos otros lugares un poco más divertidos, un poco más bonitos, un poco más desiertos y hasta concedo que otros han sido más estimulantes. Pero ninguno me ha dado la certeza de que vivir allí sea algo posible. Rafaela me da eso; certezas. Uno que busca lleno de preguntas encuentra respuestas en esta ciudad. La vuelta del perro, el bar frente a la plaza en el que desnudan mujeres con la vista, las milanesas recortaditas para acompañar la birra. La birra que acá le dicen porrón. El porrón que no falta en ninguna fiesta. Fiestas rockeras. Remeras. Ja. Gogui, mirá qué rápido llegás a tu libro.
La semana que viene presenta su primer libro. Poesía. Remeras. El nombre la rompe, es genial.
¿Cómo la ves, Reina? ¿Nos venimos pa´ Rafaela?
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