miércoles, febrero 04, 2009

No prendió mucho



Era la historia de un tipo que tiene un hijo y una mujer hermosa. El hijo chiquito, sabe decir papá, ponele (¿de qué edad estaríamos hablando?). Y por su trabajo tiene que viajar mucho. En uno de esos viajes conoce un tipo que lo trata tan bien que se enamora y tarde o temprano se emperna hasta las cejas con el chabón. Mantiene, orgulloso, la doble vida pero tanto viaje se le complica en el bolsillo.
La idea es que viaje más de 300 kilómetros. Eso ayuda a pensar, a viajar tanto que aprovecha para pensar. La ida en el micro es arriba de una vorágine de fantasías, navega el deseo con ansiedad, festeja ocurrencias cochinas, etc.

No sé si alguna vez lo hicieron.
Prueben.
Yo invito el pasaje.

La vuelta, en cambio, es contando los mojones por la ventana. Los ojos en pausa. Las pupilas enormes.

La cosa es que no quiere abandonar la doble vida pero ya no puede costear la joda. Entonces lo comenta con su enamorado / amante / chongo quien decide, a cambio de "algún gesto" (obvio, nada es gratis, papá), que no se preocupe de nada que él se hace cargo de todo.

Y así llegamos al final.
Que no lo tengo muy claro.

Yo no sé si dejaría que
me mantengan, digo.


También dije "chicos, tengo un plan, una idea, un boceto; ¿qué les parece?".

Hubo un silencio.
Y siguieron tomando birra.
Bah, no. Uno preguntó; ¿che, en serio que ya lo quieren echar a Gorosito?
Y después sí, hubo silencio y tomaron birra.
Eramos 4.


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