1. ¿Por qué escribís?
Escribo porque me divierte. Porque encuentro un placer especial en hacerlo. Porque en algunos casos me pagan por ello. Porque en otros me ayuda a comunicar lo que quiero decir. Escribo porque, como dice Matiu; si no escribo me muero. Pienso mi vida sin escribir y no la visualizo muy bien. Sin embargo, me gustaría hacer la diferencia entre escribir y publicar. Publicar es otra cosa. Algunos lo hacen a través de los libros, yo uso internet. O, por ahora, uso internet. De todas formas, aclaro, si no publico no me muero. Si no publico no me importa. De hecho, tengo una editorial que aprovecho para publicar a quienes envidio y admiro. A veces algún libro mío pero eso no es tan seguido. Además escribo en todos lados, en mi casa, en la calle, en el colectivo, mientras me baño, mientras hago el amor, escuchando a otros escritores o tomando cerveza con amigos.
2. ¿Sobre qué cuestiones te interesa escribir? ¿Cómo es la búsqueda de un tema para sentarte a escribir? ¿Qué te inspira?
Me siento muchas veces frente a la computadora o el anotador (más me siento, más ganas tengo de escribir) y escribo según lo que sienta en ese momento. Después, hay otras sentadas que utilizo para continuar textos previos. Por desgracia me inspira todo lo que me rodea, la risa, la música, las películas que bajo, las anécdotas y desgracias ajenas, el diario, el fulbito en Gallo. Todo tiene algo que me llena la mano de palabras.
3. ¿Te considerás influenciado por algún estilo de literatura? ¿Se nota una herencia en tu estilo de escritura? ¿Qué escritores te provocan envidia?
La era blogger arruinó mis textos. Creo que tenía un mayor vuelo antes de publicar en internet. También gozaba de ignorancia e inocencia que ahora me parece negligente. Por suerte no reconozco clásicos autores en mi escritura porque sería una falta de respeto. Algunos aduladores empedernidos siempre te dicen “ah, me hiciste acordar a blá, el escritor de la guayabera” pero no les doy mucha bola.
Mi envidia es bastante nosciva. Envidio el despelote de Levín, la magia de Romero, el esplendor de Olaixarac, la parquedad de Molina, la justeza de Mairal, los giros de Cohen, la majestuosidad de Ferreyra, el desenfreno de Avalos Blacha, las imágenes de Ríos, Blatt y Durand, la sinceridad de Terranova, el tono de Jaramillo y Sarachu, los personajes de Urman, la excentricidad de Cucurto... uff... podría seguir hasta romper la computadora. Sí; soy bastante envidioso.
4. Publicar un libro pareciera algo inalcanzable, ¿cómo hiciste?
Lo sigue siendo. Por eso armé mi propia editorial. Para publicar un libro hay que hacer demasiadas cosas que no tienen que ver con escribirlo y armarlo para que una persona lo lea. Además hay que contactar con editores, hay que ser amigo de tal o cual... Y eso no termina cuando se publica; después hay que agitarlo. Entonces ir acá, allá, que te inviten más adelante, que se consiga por más acá o más a lo lejos. Es desgastante. A uno se le van las ganas de publicar... por eso está la Editorial Funesiana. A pesar de ser la segunda editorial más chica de latinoamérica, te servimos todo en bandeja. Y nadie te quiere como nosotros. Porque no sé lo que era publicar un libro antes pero ahora está re bueno.
5. Cuando te sentás a escribir, ¿quién es tu lector modelo? ¿qué público te interesa que te lea?
Me interesan esos lectores que no se preguntan cuánta plata tengo, si duermo con mujeres, hombres o perros y aquellos que saben aceptar sin enloquecer.
6. Se suele hablar de las nuevas generaciones en todos los ámbitos, ¿creés que hay una nueva generación en lo literario? Es decir, si te parece que los supuestos "nuevos escritores" comparten ciertas características.
Hay que estar en la pomada para ser “nuevo escritor”. Esto de los nuevos escritores responde a la lógica de “la novedad”. Somos programas de televisión en busca de rating. The New American Writter, diría Laurita. Un poco choto para mi gusto. Hay un pibe o una piba, ahora mismo, que están escribiendo sin publicar ni mostrar sus textos. Escriben este tiempo. Y no salen publicados aún. Porque prefieren tomarse un tiempo de maduración, porque son celosos de sus ideas, porque no creen en la forma de legitimación actual o porque, simplemente, escriben para concursos y hasta que no ganen alguno no publicarán esos textos.
Están los escritores que salen en las revistas y los que no. Entre todos tienen dos o tres cosas en común (la edad, la web 2.0, Menem, Cabezas, EEUU, Julio López, etc). There´s no such a thing! Es más bien una operación mediática de editores o periodistas: llamo a estos que se parecen (o que no) y armo una generación de nuevos escritores que la actual quedó un poco en sepia.
7. La difusión generalizada de los blogs y de las editoriales independientes hacen pensar en una democratización del libro, ¿hay un mercado de tantos lectores?
No hacen pensar en la democratización del libro. Encima son cada vez más caros. Creo que la forma de expresión es más amplia. La literatura sigue vendiendo chaucha y palitos. Preguntale a Fogwill, a Laiseca, Aira. Lo que sí pasó es que se cayeron los grandes cerebritos que decían qué leer. Se acabó el poderío de la Facultad de Filosofía y Letras como único canal de aprobación de escritores.
Con el papel cada vez más caro y la tristísima deforestación en el mundo no quedaba otra que ponerle pilas a los blogs, la virtualidad, internet. Eso no amplía el mercado. Mucho menos si los chicos en la escuela aprenden con dibujitos en lugar de letritas. Sí es obvio que las voces son cada vez más... pero no significa que se vendan más libros ni que se lea mejor.
8. ¿Cómo calificar la literatura como buena o mala?
La literatura es como el vino; a cada paladar una cepa. No existe la literatura buena o mala. Y mucho menos una forma de calificarla. O sí: a más páginas, mejor. No. A menos páginas mejor. O, tal vez, a escritores o escritoras más bonitas, mejor literatura. O no, a mayor uso de la esdrújula, alta literatura. O podría ser, más libros vendidos, más gente cultivando literatura. Existe esa otra forma de calificación, muy en boga en mi editorial; más inconseguible, mejor literatura.
9. La literatura, ¿es sinónimo de cultura, de profundidad, de un espíritu inquieto?
No voy a contestar esa pregunta.
10. ¿Te gustaría escribir un "best seller"?
Por supuesto. Pienso en Misery, Coma, Jurassic Park. Grandes libros. En Rayuela, Cien años de Soledad, La Casa de los Espíritus; tres libros que me partieron la cabeza en dieciocho partes. Pienso en trabajar solo para escribir, en no dar entrevistas, en invitar a comer a mis amigos, en fiestas privadas con bailarinas y futbolistas, o ser el protagonista de un espectáculo de revista en el Maipo promocionado como intelectual. Pienso en todo eso cuando pienso en best seller. Pienso en el despropósito de ser best seller al mismo tiempo.
Me encantaría. Justamente ahora estoy escribiendo una de las mejores novelas de los últimos tiempos. O no, pero que va a vender mil ejemplares por semana, seguro.
Y también, cuando sueño, pienso que soy un tipo muy querido. Que de verdad me aclaman como el gran escritor. Pero la realidad es otra.
La realidad anuncia que no voy a escribir un best seller, ni estoy tipeando la novela del siglo, ni me adoran por ser como soy. La realidad es fascinantemente cruel. Y no depende de mí.
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Lucas Oliveira, conocido también como Funes, nació en el ´78 frente a la cancha del club Nueva Chicago. Está a cargo de la Editorial Funesiana, tiene dos libros publicados (Papel, de cuentos, Poesía para Gerentes, poesía) y escribe en muchísimos blogs.
Principalmente: El Globo de Funes.
Además ha publicado un cuento sobre Almagro en Buenos Aires Escala 1:1 (Editorial Entropía) antologado por Juan Terranova y es organizador del ciclo literario Los Mudos – la narrativa que nosescucha, desde el 2006. Forma parte de El Quinteto de la Muerte y es hincha a muerte de Bahía Blanca Estudiantes.
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