lunes, abril 27, 2009

Croniquette

by el señor ipi




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Lo que hubo el viernes 24 de abril de 2009 en el Centro Cultural Pachamama fue melodía pura. Un concierto a cinco voces, en distintos registros. Cinco tipos enamorados de la literatura y la música sacándose, muy de a poco, las vendas de los brazos, las piernas y el torso. Mostrando las escaras. Cinco tipos lastimados pero no lastimosos. Cinco tipos que aprenden con cada gesto del que escucha, del que interrumpe, del que pide un vino en lugar de cerveza o del que pide un fernet en lugar de un whisky. Cinco personas distintas trabajando con un objetivo clarísimo: ver reflejado en el rostro visitante, la expresión máxima posible que uno pueda generar a través de la palabra, la música, el fraseo. Como la más escandalosa y feliz puta de un cabarulo con paredes sin revocar. Esa alegría enfermiza, incomprensible, enajenada. Alegría que contagia, provoca pero también abruma. Euforia sin freno de mano. Para los colombianos que estaban esa noche, más sorprendidos que la chucha, que leen los diarios como corresponde, que se informan en los blogs que se tienen que informar, que leen los forwards que hay que leer, que sienten lo que deben sentir cuando pisan Buenos Aires; para esos visitantes que miran con la inocencia de quien no evita las preguntas incómodas, fue una fiesta. Pero que no esperaban para nada porque somos un secreto, porque vos, guachx de mierda, no les querés contar a nadie lo bien que la pasás con nosotros.