viernes, abril 03, 2009

Memorable

todo
pero todo
el día



  

Es difícil. No decir nada, es difícil. Y decir algo... ¿qué decir? Tengo ganas. Siempre. De contar esto, aquello, lo otro. Sí, obvio; fui al Congreso. No quise hacer la fila pero lo esperé en Callao y Córdoba. Todavía estoy shockeado. Así como un poco hasta la manija. Porque no entiendo muy bien de dónde salió tanta gente. ¿Qué querían? ¿Qué estaban haciendo?
Escribo y me leo y me digo: qué ingenuo este pibe. ¿De qué repollo saliste, verdulero mágico?
Pero también sorprendió a muchos que pensaba no va a ir nadie. Otros se ofendieron; cómo puede ser que se olviden de lo turro que fue. Otros que lo idealizan, como decía ayer Leopoldo Moreau. Qué discurso, por Dios. Cuando escuchás las cosas que dice se te pone la piel de gallina. Una vez, también en un acto en homenaje a no sé quién, escuché el discurso de Cafiero. La gente como loca. Ayer se puso el traje de Balbín (cuando despidió al General Perón). Está viejo Cafiero aunque para mí es respetable. Uno de los pocos peronistas que no es un mamarracho. Porque, hablando en serio, cuántos mamarrachos hay dando vueltas en la política. Tantos que no da ganas de salir, de votar, de pensar... Pero no son los únicos. Hay que trabajar para buscarlos, para oírlos.
En la plaza, el pelotudo de Cobos, nuestro vicepresidente, se quiso hacer el john lennon y se paseó entre la gente para recibir el calor del público. Es tan previsible todo. Un poco da vértigo. ¿Adónde iremos a parar? Ja. No, me pega el viejazo.


Pero es cierto, para mí es un pelotudo. Porque meterse entre la gente, todo bien pero no te metas donde ya están hasta las pelotas de apretujados. Acordate, sos el Vice de la Nación, querido. Vas a tener Súper Agentes cuidandote la espalda. De esos súper agentes que con un capuchón de lapicera te operan un riñón y usan la saliva para coserte el tajo. Esos tipos, haciendo lugar entre la multitud, parecían demonios de Tazmania con hipo. ¿Para dónde vamos, Señor?
Qué quilombo que armó.

Después los discursos. Flojitos. Salvo Moreau. Qué bien. Aprendan.
Y termino con lo que me contó mi viejo: una vez, en Ferro, esperaban por Storani. Tenían que hablar varios y el anteúltimo era Moreau. Se puso como loco; ya le dicen el apasionado pero esa noche estaba encendido. La gente se salía de las gradas. Todos como locos, con la piel de gallina, gritando y saltando. Cuando terminó le tocaba a Storani que agarró el micrófono y dijo: después de lo que dijo el compañero Leopoldo no hay más nada que decir, ¿no?
Y cerró el acto.
Sin hablar.
Taza - taza y cada uno a su casa.


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aviso:
sí sí, el de traje agarrando
la rama de un árbol
es nuestro Vice Presidente

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