Para que lo leas
y lo leas y
lo
le
as
y lo leas y
lo
le
as
Si no conocés a Jaramillo, tenés que conocerlo. Y si lo conocés y no leíste este poema, tenés que tomarte cinco minutos. Decile a tu jefe que te chupe el culo. Decile a tu jermu que te banque. A tu novio que aguante un chiquitín. Si estás en un cyber pedile al de la caja que escuche un párrafo así cuando se engancha no te cobra el excedente.
Es un poema que no está escrito para que lo leas cuando "hay que leer" o "estás por leer algo y no sabés qué y bueh, agarro Jaramillo". No. Este poema es para robarle el tiempo a otra cosa, a otros pensamientos, es un poema que te invade cuando estás pensando cosas lindas o cosas feas. Este poema va a robarte el tiempo que ocupás para otra cosa. Va a llenarte de poesía ese momento.
Se llama Tranqi hoy y está dedicado al Gonzo, a Bombo, a Kestelbomb y a Gustabot.
Yo te dejo una parte, la que más me gusta, la que me eleva.
Pero vos agarralo desde el principio.
Es un poema que no está escrito para que lo leas cuando "hay que leer" o "estás por leer algo y no sabés qué y bueh, agarro Jaramillo". No. Este poema es para robarle el tiempo a otra cosa, a otros pensamientos, es un poema que te invade cuando estás pensando cosas lindas o cosas feas. Este poema va a robarte el tiempo que ocupás para otra cosa. Va a llenarte de poesía ese momento.
Se llama Tranqi hoy y está dedicado al Gonzo, a Bombo, a Kestelbomb y a Gustabot.
Yo te dejo una parte, la que más me gusta, la que me eleva.
Pero vos agarralo desde el principio.
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Como el viento que borra el paso de la culebra,
la memoria es agresiva con algunas vibraciones:
en el Valle están inundando un pueblo
en tu barrio se preparan para faenar el pasado
este domingo, a tu novia ni la invitás
a comer a casa de tus padres, mejor
salir a poner unos caños al cine
o en las colas del subte
para que los chicos sin hambre sigan
sin hambre, para que las nenitas
que andan en jumper fumando a escondidas
sientan la excitación de las armas
y de la primavera en flor que llega
siempre a tiempo para el amor, qué
cabeza el ritmo desolador del verso
en la poesía contemporánea, el troskismo
arruinó el paraíso terrenal que tanto trabajo
nos costó a mí y a mis compañeros
construir durante largos años
rosqueando de noche y día entre paredes
flacas de una universidad estatal, era
un neverland flasherísimo, ver al Gerar
y a toda esa banda pinchar teléfonos
para hacer operaciones retóricas, larga distancia
rodeados por la niebla pesada de las chacras.