jueves, noviembre 12, 2009

Piraña en un kiosco

Leído
en el Pachamama
por la presentación del libro / disco
de Luvi Torres



Que ves un botecito amarillo y le hincás los dientes. Que te agarran unas locas ganas de partir un anzuelo cuando un pescador se tapa la cara con su sombrero. Eh, vos, Piraña, ¿conocés Ciudad del Este? Te voy a llevar.
Eh, Piraña, vamos a Ciudad del Este. Te voy a llevar. No me digas que no. Vamos los tres en el escarabajo de Manuel. A Manuel lo tenés que conocer. Te lo voy a presentar, Piraña. ¿Tenés una seda? Pasame. Manuel se la pasa volando, baja cuando aparece un fiambre. Dale, no seas quemo, decime que sí. Hay carnaval, la merca te la envuelven para llevar y por ahí te traés un pibe y se lo vendés a una jueza, Piraña, dale. Manuel nos lleva y nos trae. Me pidió si lo acompañaba porque le apareció un fiambre. Le cobro dos lucardas. Te doy 500, si vas. Y las patinamos allá. Pensá en el Carnaval, en las chicas, en los travas. Pensá que te pago todo. Pero no pienses en la plata. Eso dejámelo a mí. Piraña, prendé la turbina que este tutú está para arrancar.
Mirá, te cuento, si querés no vengas pero me harías un favor. Porque yo dije que vos eras un poronga. Pero nadie me cree. Y les dije que tenías los huevos para salir a la ruta y entubar lo que se te cruce.

Eh, Piraña, me vas a disculpar que llore. No lo puedo evitar. Se me salen las lágrimas de los ojos. Mirá si seré cabezón que estuve toda la mañana llorando y todavía me quedan lágrimas en el marote, Piraña. Vos sí que la sabés larga. Te pido un favor, no se lo digas a nadie. Tengo que volver a Ciudad del Este. Dejé una gurisa con mi nombre y mi apellido, entendés. Pero sólo no puedo. ¿Manuel? Manuel se va a cambiar la camioneta. Cruza con una y vuelve con otra. Yo no le importo a nadie, Piraña. A vos sí, a vos sí. Pero escuchame, te pago todo. ¿Qué tenés que hacer acá si te la pasás fumando paco y comiendo panchos con salsa golf? En Ciudad del Este los panchos van en limusine, cabezón. Dame un trapo que no puedo más.

Eh, Piraña. Eh, Piraña.
Piraaaaaña. Piraaaaña...

Siempre te quedás dormido en lo mejor. Una vez, en lo de Manuel, me quedé dormido. Me sacaron la ropa... toda la ropa. Me dejaron en bolas. Tenía un plan de vuelo indescifrable, imaginate: “próxima parada, el desierto santiagueño”. Me sacaron los anillos, las fotos, la plata, todo. Me rociaron con nafta. Con nafta, podés creer. No tenían otra cosa, imagino. ¿De dónde sacás tanta nafta? ¿Sabés lo que sale? Eso fue lo primero que pensé cuando me desperté, ¿cuánta plata habrán gastado? Me ataron las manos a una Ford F-100 que tenía Manuel y me hicieron caminar por toda la avenida hasta que se me pelaron los pies. Y me sangraron, obvio. ¿Podés creer que no me dolía? Me curtieron la piel con asfalto pero no sentía nada. Y estaba duro. Me pusieron de todo en la merca. Pero aguanté. Y al final, al final tuve que agarrar una .22 que era una cagadita. Pobre perro. A un perro y en la cabeza. Nunca me voy a olvidar cómo le lloraban los ojos. Yo no entendía nada; blablabla, por allá. Blablabla por acá. El perro me miraba, tenía la boca tapada con una cinta y las manos atadas con un cable coaxil. Yo le tiré, ¿quibaser? Tirale, tirale. Cuando se desplomó me di cuenta de lo sordo que estaba. Les veía las caras estiradas, las bocas abiertas con la espuma de la birra. Pero todo era un silencio... no te puedo explicar.
El fiambre soy yo, Piraña. Ese perro era el hijo de un poli, por eso nos vamos a Ciudad del Este. Pero si no venís me parece que me hacen culear y después me clavan de cabeza en las cataratas. Lo de la gurisa es un verso... Pero qué te importa a vos, siempre durmiendo.

Piraña, Piraña... despertate. Dale, yo te pago todo, Piraña.
Dale, despertate boludo. Secate la baba que parecés mi abuela. Tomá.
¿Vas a venir?



[ Gracias, Luvi ]


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