foto: Laura Crespi
El Alazán dio el primer paso y gano el primer partido de visitante 2 a 1 los goles de Alumni los marcaron Alejandro Rubio y Bruno Pirchio, el domingo si gana o empata va a volver a dar la vuelta olimpica.
El Pata Blanca formo con: Lorenzi, Casadei, Rubido, Favaro, Pirchio, Rubio, Bravi, Costa, Fontana, Vílchez y González. Los cambios Radrizani por Fontana, Caballero por Vílchez y Cerpiceli por Gonzalez.
El Pata Blanca formo con: Lorenzi, Casadei, Rubido, Favaro, Pirchio, Rubio, Bravi, Costa, Fontana, Vílchez y González. Los cambios Radrizani por Fontana, Caballero por Vílchez y Cerpiceli por Gonzalez.
Una entrevista* al excelente goleador hecha por otro jugador de toda la cancha, Germán Carrasco.
Poeta por default
Es dueño de una escritura ácida y potente. En el bar La Academia -en Corrientes y Callao-, fumando cigarros negros, dice que en Argentina no hay autores como Nicanor Parra, que el negocio de la poesía es bullshit y que la prosa che es hija de Luca Prodan y el indio Solari. Aquí, Rubio adelanta algunas de sus visiones de la literatura y la realidad antes de su próxima visita a Chile.
-¿Podrías aventurar una definición de tu poesía?
-Mi realismo surge de una fobia a las idealizaciones de todo tipo, ya sean románticas, vanguardistas o pop. Auden decía que dentro de cada poeta debe haber un sargento gritón para quien todo el negocio de la poesía no es sino bullshit. Digamos que tengo desarrollado a ese sargento.
-Provienes de una línea en donde Borges está ausente, háblame de ese contra-canon.
-Si hay algún poeta al que quería imitar al principio, era a Leónidas Lamborghini, el antiborges perfecto. No se maneja ni con el decoro, ni con la contención emocional, ni con el culteranismo, ni con el sistema de exclusiones temáticas (sexo, coloquialidad, política coyuntural), ni con la idea de literatura universal, ni con el creciente clasicismo conservador de Borges.
-Escribiste “Si fuera por mí, occidente podría desaparecer mañana, Bin Laden podría volar Europa, todos esos frescos, catedrales, castillos: meros ropajes ideológicos del pillaje y la crueldad”, ¿qué les dirías a los que ese tipo de frases les suena a chantaje, a golpe bajo, a provocación?
-Les diría que se aguanten el chantaje, el golpe bajo y la provocación, así como se aguantan la omnipresente propaganda de los dueños de la pelota, la tríada Estados Unidos-Europa-Japón, con su inagotable batería de instrucciones acerca de lo que hay que hacer política, cultural y existencialmente.
-Te defines como peronista. Podrías darme tu definición de peronismo, algo tan difícil de entender para un chileno...
-El peronismo nace cuando empieza a desarrollarse la industria y con ella la clase obrera industrial en la década del 30. Perón propone una alianza entre una fracción del capital y la clase obrera organizada, en contra de otra fracción del capital, ligada a la vieja Argentina liberal clásica. Tanto la izquierda -que no veía trabajadores ni en pintura-, como los liberales, coincidieron en calificar al peronismo de fascista, etiqueta muy exitosa que recientemente levantó vuestro canciller, Johnny Walker (sic). En resumen: el peronismo no es un partido ideológico, sino uno que incluyó históricamente a filomarxistas, nacionalistas de toda laya, desarrollistas al estilo Cepal de los ’60, filofascistas, empresarios, obreros y últimamente, con Menem, neoliberales.
-Una cosa es decir: el peronismo le dio dignidad a la clase trabajadora, pero otra cosa es “recontracagarse en la democracia” como dice un verso tuyo...
-Desde el sentido común del hombre cívico no hay más sistema que la democracia, pero si el poeta se tuviera que adaptar a este sentido común, entonces todo el potencial utópico y crítico de la poesía desde Baudelaire en adelante, quedaría en nada. No me parece mal, por otra parte, ilustrar a través de una hipérbole el verdadero estado social que estos años de fementida democracia crearon en Argentina.
-Una vez contaste que tu padre era coleccionista de tango, un pugliesiano. Háblame de tu visión del tango, y su relación con la poesía argentina, si la hubiere.
-El Tango, Tuñón sobre todo, fue importante para algunos poetas coloquialistas de la década del sesenta, que se tornaron a lo popular, para mi gusto con demasiado ‘ternurismo’. El problema, reconocido por un poeta de esta escuela, Alberto Spunzberg, es que los sesentistas pensaban que la gente hablaba realmente como en los tangos, cosa que no era cierta. A mí también me gusta el tango, que estuvo presente en mi casa desde temprano en mi vida, pero no soy consciente de ninguna influencia específica del género en mi trabajo.
-¿Y el rock?
-Soy rockero por default, porque cierta onda del rock era el ambiente nutricio cuando era adolescente, pero nunca me propuse importar elementos de su letrística a mi poesía. Me parece que hay otros poetas argentinos contemporáneos que sí trabajan elementos del rock en su poética, principalmente Juan Desiderio y, en menor medida, Martín Gambarotta. Este tiene la teoría de que una letra del Indio Solari cantada por Luca Prodan (“una mujer/una mujer atrás/ una mujer atrás de un vidrio/empañado”) preanuncia toda la poesía argentina de los ’90.
-Nunca estuviste en Chile, pero conoces su literatura: Lihn, Millán; has escrito sobre Rosenmann-Taub. ¿Cuál es desde tu punto de vista la especificidad de la literatura chilena, cuáles son los puntos de encuentros y contraste con la literatura argentina?
-La obviedad que todo poeta debe repetir es que, en primer lugar, la poesía chilena tiene una repercusión social mucho más importante que la poesía argentina. Premios Nobel, concursos, fomento del Estado, eso no existe en Argentina. En segundo lugar, me parece que la onda latinoamericana de los ’60 de desublimación de la poesía tuvo mejores resultados en Chile que en Argentina. Hay una o dos figuras en Argentina que se hubieran podido sentar a charlar con Parra, pero ni ahí tuvieron la influencia ni el volumen de obra de Nicanor. En tercer lugar, el efecto de las dictaduras militares fue asumido con mucha mayor presencia y productividad en Chile que en Argentina, donde no hay ningún libro comparable a La ciudad de Gonzalo Millán. El único texto de valor que trata el tema en mi país es Cadáveres de Perlongher, publicado en 1987. Más que la explosión ‘esquizo’ que la dictadura produjo en Chile, en Argentina, en un primer momento, lo que primó fue una retirada hacia la duda, el hermetismo y la crítica de los postulados ideológicos de la poesía comprometida que se manejaban en los ’60.
Es dueño de una escritura ácida y potente. En el bar La Academia -en Corrientes y Callao-, fumando cigarros negros, dice que en Argentina no hay autores como Nicanor Parra, que el negocio de la poesía es bullshit y que la prosa che es hija de Luca Prodan y el indio Solari. Aquí, Rubio adelanta algunas de sus visiones de la literatura y la realidad antes de su próxima visita a Chile.
-¿Podrías aventurar una definición de tu poesía?
-Mi realismo surge de una fobia a las idealizaciones de todo tipo, ya sean románticas, vanguardistas o pop. Auden decía que dentro de cada poeta debe haber un sargento gritón para quien todo el negocio de la poesía no es sino bullshit. Digamos que tengo desarrollado a ese sargento.
-Provienes de una línea en donde Borges está ausente, háblame de ese contra-canon.
-Si hay algún poeta al que quería imitar al principio, era a Leónidas Lamborghini, el antiborges perfecto. No se maneja ni con el decoro, ni con la contención emocional, ni con el culteranismo, ni con el sistema de exclusiones temáticas (sexo, coloquialidad, política coyuntural), ni con la idea de literatura universal, ni con el creciente clasicismo conservador de Borges.
-Escribiste “Si fuera por mí, occidente podría desaparecer mañana, Bin Laden podría volar Europa, todos esos frescos, catedrales, castillos: meros ropajes ideológicos del pillaje y la crueldad”, ¿qué les dirías a los que ese tipo de frases les suena a chantaje, a golpe bajo, a provocación?
-Les diría que se aguanten el chantaje, el golpe bajo y la provocación, así como se aguantan la omnipresente propaganda de los dueños de la pelota, la tríada Estados Unidos-Europa-Japón, con su inagotable batería de instrucciones acerca de lo que hay que hacer política, cultural y existencialmente.
-Te defines como peronista. Podrías darme tu definición de peronismo, algo tan difícil de entender para un chileno...
-El peronismo nace cuando empieza a desarrollarse la industria y con ella la clase obrera industrial en la década del 30. Perón propone una alianza entre una fracción del capital y la clase obrera organizada, en contra de otra fracción del capital, ligada a la vieja Argentina liberal clásica. Tanto la izquierda -que no veía trabajadores ni en pintura-, como los liberales, coincidieron en calificar al peronismo de fascista, etiqueta muy exitosa que recientemente levantó vuestro canciller, Johnny Walker (sic). En resumen: el peronismo no es un partido ideológico, sino uno que incluyó históricamente a filomarxistas, nacionalistas de toda laya, desarrollistas al estilo Cepal de los ’60, filofascistas, empresarios, obreros y últimamente, con Menem, neoliberales.
-Una cosa es decir: el peronismo le dio dignidad a la clase trabajadora, pero otra cosa es “recontracagarse en la democracia” como dice un verso tuyo...
-Desde el sentido común del hombre cívico no hay más sistema que la democracia, pero si el poeta se tuviera que adaptar a este sentido común, entonces todo el potencial utópico y crítico de la poesía desde Baudelaire en adelante, quedaría en nada. No me parece mal, por otra parte, ilustrar a través de una hipérbole el verdadero estado social que estos años de fementida democracia crearon en Argentina.
-Una vez contaste que tu padre era coleccionista de tango, un pugliesiano. Háblame de tu visión del tango, y su relación con la poesía argentina, si la hubiere.
-El Tango, Tuñón sobre todo, fue importante para algunos poetas coloquialistas de la década del sesenta, que se tornaron a lo popular, para mi gusto con demasiado ‘ternurismo’. El problema, reconocido por un poeta de esta escuela, Alberto Spunzberg, es que los sesentistas pensaban que la gente hablaba realmente como en los tangos, cosa que no era cierta. A mí también me gusta el tango, que estuvo presente en mi casa desde temprano en mi vida, pero no soy consciente de ninguna influencia específica del género en mi trabajo.
-¿Y el rock?
-Soy rockero por default, porque cierta onda del rock era el ambiente nutricio cuando era adolescente, pero nunca me propuse importar elementos de su letrística a mi poesía. Me parece que hay otros poetas argentinos contemporáneos que sí trabajan elementos del rock en su poética, principalmente Juan Desiderio y, en menor medida, Martín Gambarotta. Este tiene la teoría de que una letra del Indio Solari cantada por Luca Prodan (“una mujer/una mujer atrás/ una mujer atrás de un vidrio/empañado”) preanuncia toda la poesía argentina de los ’90.
-Nunca estuviste en Chile, pero conoces su literatura: Lihn, Millán; has escrito sobre Rosenmann-Taub. ¿Cuál es desde tu punto de vista la especificidad de la literatura chilena, cuáles son los puntos de encuentros y contraste con la literatura argentina?
-La obviedad que todo poeta debe repetir es que, en primer lugar, la poesía chilena tiene una repercusión social mucho más importante que la poesía argentina. Premios Nobel, concursos, fomento del Estado, eso no existe en Argentina. En segundo lugar, me parece que la onda latinoamericana de los ’60 de desublimación de la poesía tuvo mejores resultados en Chile que en Argentina. Hay una o dos figuras en Argentina que se hubieran podido sentar a charlar con Parra, pero ni ahí tuvieron la influencia ni el volumen de obra de Nicanor. En tercer lugar, el efecto de las dictaduras militares fue asumido con mucha mayor presencia y productividad en Chile que en Argentina, donde no hay ningún libro comparable a La ciudad de Gonzalo Millán. El único texto de valor que trata el tema en mi país es Cadáveres de Perlongher, publicado en 1987. Más que la explosión ‘esquizo’ que la dictadura produjo en Chile, en Argentina, en un primer momento, lo que primó fue una retirada hacia la duda, el hermetismo y la crítica de los postulados ideológicos de la poesía comprometida que se manejaban en los ’60.
y un fragmento admirable
La casa abierta, el aire
con olor a repollo hervido. Si me dieran un peso
por cada uno de los días que pasé
esperando en un cuarto de hotel...
No todos fueron así, pero así
se me aparecen: quemaduras en el borde de la mesa, la sombra
de la silla en la pared, mirar tranquilo
las motas de polvo de espaldas
a la ventana: y un día igual, otro año,
te llama el chancho y te dice:
Heredia,
Heredia, usted es gardel.
Gracias por todo. Ahora vivo en una especie
de ático o altillo, tres por tres, casi nada me rodea.
Pocas visitas, cuando vienen
les sirvo mate o en su defecto café, hablan y me distrae
el temblor de la mano entre las piernas, una mancha
en la baldosa; pero lo que de verdad me inquieta
es la decadencia del oficio
4 comentarios:
GORDO TIRAPEDOS! JUAJAUJUJUJAUJAUJA
=D
jejejejejejejejjejejejejeje
Rubio es, a esta altura, el Jacobo Winograd de la poesia argentina. Los 90's engendraron, entre otras calamidades, estos poetas petardistas e irrelevantes, con mas autobombo que reputacion. Pensar que me gaste 20 mangos en un libro de este chabon en vez de en un buen canuto colombiano.
Habiendo tantos poetas buenos por ahi, tenemos que escuchar estas cosas...bue...la culpa no es del chancho.
Ahora entiendo por que el blog ha mermado la cantidad de visitas.
Hernan Lencina
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