jueves, abril 22, 2010

¿Concursos? ¿Qué concursos?

Lo que se perdió en la literatura es el respeto.
El mercado pisó el respeto de los premios.


–Después del juicio, ¿intentaron juntarse usted y Piglia para charlar?

–No, nunca. Yo soy lector de Piglia, pero no lo conozco. Jamás estuve contra él, pero preferiría hablar de otra cosa... (piensa). Ahora está todo bien; hice el juicio para entender. Ya lo entendí: no participo más de ningún concurso literario. Yo soy un tipo que vengo de Morón, ni mi papá ni mi mamá escriben, no tenía nadie conocido y se me ocurrió escribir y mandar a concursos. Y así gané algunos y empecé a funcionar. Lo mismo me pasó con la arquitectura. Si no fuera porque participo de concursos, no tendría trabajo como arquitecto. Soy arquitecto porque la Universidad de Buenos Aires es gratuita y pude hacerla, y porque existe la promoción continua de concursos. Hay que hacer un edificio para el Estado y se abre un concurso, donde me presento yo y un alumno mío, recién recibido. Y todos somos iguales ante ese concurso. Puedo tener trabajo de arquitecto gracias a esos concursos, y el que fue alumno mío también. En cambio, en la literatura ahora no es así. Y eso es horrible. Cuando gané algunos concursos, como el premio Municipal, en ese momento cualquiera podía ganar un premio literario importante. Ahora no sé si cualquiera puede ganar. Sospecho que no; tuve que hacer un juicio para darme cuenta. Sé que soy bastante ingenuo; necesito hacer cosas gigantes para darme cuenta de una cosa chiquita.


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