...jugando al pingo
pongo
pongo
Erase una noche fresca.
España había demostrado que podía jugar con el corazón y así llevarse un premio merecido.
Erase una noche oscura.
La hiperconectividad hacía mella en mi personalidad y me quitaba las ganas de hacer cualquier cosa. Leer unos mails me había deprimido tanto que el locro del mediodía se me había atragantado el tiempo que estuve sin probar el vino Rioja (de Rioja, España). Por la tarde, y después de tanta alegría pero tan poco fútbol mundialista, todavía me quedaba cerrar el domingo con un partidacho de Pingo junto a mi amigo Agustín Valle.
¿Eh? No, Agustín, no. Nicolás.
Ah, eso, Agustín "se olvidó".
Cosas que hace. Te tira la lengua hasta que vas a esperarlo a la plaza, medio en pelotas, y ahí esperás: humillándote mientras desde algún balcón se ríe porque peloteás junto a un aro oxidado y frío. Ya va a venir. Dijo que juega muy bien al pingo pongo: todavía no lo probó.
Alexis no pudo. Su pareja tampoco. Mi celular no anduvo, dos chinos en el bar se boxearon porque uno se negaba a entregar a la nieta (debía plata y le ofrecieron pagar con la nieta, se negó, se sacó la camisa y se boxeó ahí nomás, a la vista de taxistas, borrachos y deprimidos; ganó Chan); un gallego muy bruto compró una vuvuzela por 30 euros y la llevó al San Bernardo. La hizo sonar dos o tres veces. Qué pelotudo. Suena feo la vuvuzela. No quiero imaginarme 20 mil sonando en un estadio repleto de dinero hecho músculo. Mi celular no anduvo: tuve que pedirle a Ian que me pasara una foto suya porque no podía dejar el post sin imagen. Es piola Ian. Un día organizo una lectura y le digo que trate de imitar a Gambarotta con algún texto de Poesía para Gerentes.
Como necesitaba rescatar la noche y no tenía Internet para sintonizar Palabras Enredadas, me fui al bar de Lucho, Yrigoyen 1654, y me lo encontré: me dijo que el domingo que viene me regala una campera que usaba su papá. Nicolás dice que está escribiendo una corrección en su largo así que tuvimos que discutir seriamente sobre muchas cuestiones, además del mundial de mierda, las ideas de mi novela y el presente de Domenech. La plata y las playas del oeste de Francia no quedaron afuera. Canadá, Londres, Villa Fiorito. Si nuestras charlas fueras sponsoreadas por Google Earth, seríamos millonarios. Y jugaríamos pingo pongo todo el domingo en lugar de un par de horas a razón de 14 points cada una.
Pero es lo que hay, muñeca de mi vida.
Y hablando de la muñeca; la apoyo en hielo todas las noches antes de dormir. Quedó tan caliente que no la soporto cuando insulta mientras duerme. Espero darle una alegría el próximo domingo.
España había demostrado que podía jugar con el corazón y así llevarse un premio merecido.
Erase una noche oscura.
La hiperconectividad hacía mella en mi personalidad y me quitaba las ganas de hacer cualquier cosa. Leer unos mails me había deprimido tanto que el locro del mediodía se me había atragantado el tiempo que estuve sin probar el vino Rioja (de Rioja, España). Por la tarde, y después de tanta alegría pero tan poco fútbol mundialista, todavía me quedaba cerrar el domingo con un partidacho de Pingo junto a mi amigo Agustín Valle.
¿Eh? No, Agustín, no. Nicolás.
Ah, eso, Agustín "se olvidó".
Cosas que hace. Te tira la lengua hasta que vas a esperarlo a la plaza, medio en pelotas, y ahí esperás: humillándote mientras desde algún balcón se ríe porque peloteás junto a un aro oxidado y frío. Ya va a venir. Dijo que juega muy bien al pingo pongo: todavía no lo probó.
Alexis no pudo. Su pareja tampoco. Mi celular no anduvo, dos chinos en el bar se boxearon porque uno se negaba a entregar a la nieta (debía plata y le ofrecieron pagar con la nieta, se negó, se sacó la camisa y se boxeó ahí nomás, a la vista de taxistas, borrachos y deprimidos; ganó Chan); un gallego muy bruto compró una vuvuzela por 30 euros y la llevó al San Bernardo. La hizo sonar dos o tres veces. Qué pelotudo. Suena feo la vuvuzela. No quiero imaginarme 20 mil sonando en un estadio repleto de dinero hecho músculo. Mi celular no anduvo: tuve que pedirle a Ian que me pasara una foto suya porque no podía dejar el post sin imagen. Es piola Ian. Un día organizo una lectura y le digo que trate de imitar a Gambarotta con algún texto de Poesía para Gerentes.
- 21 a 18 | HD | 1 - 0
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- 21 a 6 | N | 1 - 5
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- 21 a 13 | HD | 3 - 6
- 21 a 15 | N | 3 - 7
- 21 a 15 | N | 3 - 8
- 21 a 19 | N | 3 - 9
- 21 a 17 | N | 3 - 10
- 21 a 15 | HD | 4 - 10
- 21 a 15 | N | 4 - 11
- 21 a 17 | N | 4 - 12
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Como necesitaba rescatar la noche y no tenía Internet para sintonizar Palabras Enredadas, me fui al bar de Lucho, Yrigoyen 1654, y me lo encontré: me dijo que el domingo que viene me regala una campera que usaba su papá. Nicolás dice que está escribiendo una corrección en su largo así que tuvimos que discutir seriamente sobre muchas cuestiones, además del mundial de mierda, las ideas de mi novela y el presente de Domenech. La plata y las playas del oeste de Francia no quedaron afuera. Canadá, Londres, Villa Fiorito. Si nuestras charlas fueras sponsoreadas por Google Earth, seríamos millonarios. Y jugaríamos pingo pongo todo el domingo en lugar de un par de horas a razón de 14 points cada una.
Pero es lo que hay, muñeca de mi vida.
Y hablando de la muñeca; la apoyo en hielo todas las noches antes de dormir. Quedó tan caliente que no la soporto cuando insulta mientras duerme. Espero darle una alegría el próximo domingo.
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2 comentarios:
quiero hacerte calentar así cuando jugemos estás a full, Lucrecio.
AjV
Ya lo sabemos, AjV.
NO-TE-TENEMOS-MIEDO.
Te sabemos un gran estratega que no da puntada sin hilo...
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