jueves, diciembre 21, 2006

Génesis 1 : 1

Para Lunita

Venía embalado. Había presentado el libro y estaba embaladísimo. Porque habían sido 60 personas en el Bartolomeo por un libro de edición casera, artesanal, de un escritor desconocidísimo y escasa promoción. Me sentía Gardel con los músicos del fondo.

Una tarde, acompañando a Luna a la sede Ramos Mejía (cuak) de Sociales, ahí por el Parque Centenario, me crucé con un bar que parecía interesante. Oscurito o amarillo marroncito, digamos, vacío, mesas de madera, chiquitas, entrada con puerta corrediza. Me le entro de una y acoso al que estaba atrás de la barra.

-hola qué tal soy blablablabla y acabo de presentar un libro de cuentos
-ah, qué bueno, mirá...
-si y quería presentarlo en otro lugar, un poco así como este
-ah, sí, a mí me gustan los libros, escribo, doy un taller, pibes copados, veníte un día, ¿puedo leer algo tuyo?
-mirá ahora no tengo el libro pero es así y asá y asó y asé.
-bueno.
-¿y qué te parece que lo presente acá?
-buenísimo, veníte en la semana que lo arreglamos bien.
-dale, gracias.

Y me fui. Súper. Tengo otra presentación.

La reunión en la semana duró lo que un pedo en un vaso: tardé más en terminar el litro de cerveza que me invitó Damián que en contarle qué quería hacer.
-¿qué querés hacer?
-leer.
-¿tu libro?
-claro, pero no todo el libro, algunos cuentos y los más divertidos... hay un par... que mama mía... pero el proyecto blablablablablabla
-ah, sí, buenísimo.
-¿sí?
-sí, dale: ¿cuándo querés?
-el 17 de mayo
-el 17 de mayo entonces. Nos vemos.
-¿sí?
-sí, claro... y pensá otra cosa... estaría bueno organizar algo entre los dos... no sé, estuve leyendo los cuentos que me mandaste por mail y tal vez dar un taller juntos, no se... hacer algo...
"Hacer algo", me quedó picando. Estuve una semanita pensando. Y se me ocurrió un encuentro de lectura como los Alejandría pero no los Alejandría. Los Alejandría eran otra cosa. Hagamos un Anti-Alejandría, que ellos ya tienen su estilo. Listo, le propongo eso después de mi súper presentación (2da) de mi recontra buenísimo libro de cuentos.

¿Dar Talleres? Jamás... apenas creo en los que voy... porque encima ¡voy tan seguido!

La convocatoria fue nula.

¿Mi público? 2 personas y una era mi novia. La otra persona era Leonardo Oyola... que se había perdido la 1era presentación y habrá sido la culpa. Yo quería que viniera. Que vinieran todos, bah.

¿Y a qué hora arranco?, pensaba mientras tomaba una cerveza y me hacía el boludo. Si me voy ahora, todavía que son las once, ¿me quedará algo de dignidad? Si leo un cuento: ¿leo un cuento?
¿A quién me dirijo?
¿Vale la pena quejarse?
¿Qué hay que hacer en estos casos?
¿Qué se dice? ¿Cuánto debo?
¿En dónde leo? ¿En la mesa o en el medio del bar? ¿Para qué me voy a parar en el meido del bar si los que me escuchan están acá?
¿Le pido a Damián que baje la música?

Fueron minutos, nomás. Al toque aparecieron, dueños del lugar, 10 punks que venían de hacer su programa de radio en FM La Tribu. Nunca supe el nombre del programa pero terminan los miércoles a las once. Y parece que se van al Tano de Arriba a tomar. Igual, jugaba con posibles nombres:
"Ser punk hoy"
"Los 10 tips para un buen piercing"
"Hey Go" - que era muy obvio o el más obvio
"Let´s go!"
"Una cresta en la ciudad"
"Tacha y Tiza"
"La mujer que no conoce a un punk no ha de llamarse mujer".

Entraron y se sentaron ahí al fondo arriba. Ahí donde te sentás cuando no te importa lo que pasa en el resto del bar.

¿Y ahora cómo les explico que yo iba a presentar mi libro?
¿Se callarán?
¿Me cago a trompadas?
¿Leo me banca?
¿Mi novia se podrá encargar de la minita que está con ellos?
¿Quién es el líder?

No fue necesario. Es decir, contestar todas esas preguntas no fue necesario. "Ahí llegó tu público", me dijo Leo: "pelá".

Y Pelé.
Pero como Pelé en el 70.
La clavaba de todos los ángulos.
Gritaba, me paraba, saltaba, me ponía loco, me relajaba... murmuraba. Estaba sacado. Le gané a Pelé... era... era... ¡era Maradona! ¡No era más negro!
Y los punks aplaudiendo y aplaudiendo y yo que no entendía nada preguntaba si querían otro y a coro todos, los diez punks, lunita, leonardo, damián y el mozo gritaban: ¡otro!
Y leía otro cuento. Uno del libro uno no. Uno del libro uno no.
Cuando terminé, le dije:
-che, una cagada la convocatoria, ¿no?
-no te preocupes.
-bueno, gracias por bancarme.
-pará pará, no te vayas... ¿y lo que ibas a organizar? ¿pensaste algo?
-mmmse...
-¿y qué hacemo´?
-sería una lectura, invitaría a unos pibes que leen cuentos.
-uh, ¿así cómo vos?
-no... bah, no sé... tendríamos que pedirles que lo hagan así...
-bueno, dejá... volvé otro día... así cerramos el asunto: con el bar podés hacer lo que quieras, ¡así que pensá algo que la rompemos!
Y así fue...

Una semana después, se me ocurría que eso podía llamarse "Los Mudos".

2 comentarios:

Lunita dijo...

Primero, usted diga a quién hay que pegarle, que me corto las uñas.
Segundo, recuerdo que hasta hubo una voz que lo interrumpió mientras leía un cuento. La mina intervino, desesperada, preguntando si uno de los protagonistas iba a matar al otro. Esa fue la frutilla del postre. Por lo demás, yo tuve el gusto de conocer a Oyola, acompañar a mi chico y ser una de las primeras en ver nacer el proyecto; así que me llevé el premio mayor. :)

Anónimo dijo...

y yo más o menos en esta historia la juego de Arturo Bonín: yo fui testigo.
El gusto es mío, Lunita.
Y sí, conocer la visión de un artista y verla como la concreta es un privilegio.
Me pasa viéndolo al Conde escribiendo sus últimos libros.
Con la gente de Carne Argentina y el Mantis.
Y ni hablar de Funes con el Tano de Arriba.