viernes, enero 26, 2007

Agarráte, hermano querido

Volvió el fulbito de los jueves,
señores

Estadio
Marangoni´s
Formaciones
Equipo banca
Santiago Llach, Lucas Llach, Felipe Llach, Federico Llach, Justo Lo Prete
Equipo punto
Funes, Fabián Casas, Martín Llambí, Samu Eto´o, Tongas
Estado del campo
Regular
Tiempo jugado
55 minutos
(el partido fue suspendido por algunos incidentes entre algunos jugadores y debido a la confusión y el revuelo se aguardará la presentación del informe del Veedor del Partido para presentar una crónica justa, responsable e imparcial)
Temperatura
30º C promedio
Público
3 espectadores
(al momento del incidente ese número se multiplicó)
Calificación del Partido
Muy bueno
Amarillas
Ninguna
Rojas
Llambí, Martín (juego brusco)
Lucas Llach (reacción desmedida)
Mejor jugador
Samu Eto´o
Resultado
Equipo Punto: 11
Equipo Banca: 7


O eso pareció decir mi hermano, mi amigo, mi par, Santiago Llach cuando le dijimos, en un momento del pasado miércoles, "vamos 5 arriba". Y fue así que parejos, atentos, regulares, suertudos y firmes, nos comimos al cuco de la familia unitta que nos enfrentó con un excelente y vistoso juego individual pero mezquino y preocupante movimiento grupal.

Hoy somos nosotros los que gozamos. Los tuertos que son reyes entre ciegos. Los rengos que se sacan las piernas del plástico más berreta que la obra social nos pudo conseguir... para festejar con alegría la victoria que nos llevamos el pasado jueves.

Todos saben que mis crónicas son objetivas, o lo más cercano a esa falacia que se me pueda ocurrir, pero el jueves pasado, querido, les dimos EL pesto... tanto que ni yo me reconocí, mirá.

El Equipo Punto, estaba comandado por Llambí. Marcaba el ritmo y te arrancaba la nuca si te equivocabas o te distraías. Se puso la cinta de capitán y la flameó todo el partido con infranqueable autoridad. Tongas fue el motorcito de la defensa y el medio campo, tanto, que cuando se perdía nuestro medio campo era un colador. Fabián se encargó de pedirla siempre y, lo más importante, de generar claros y mostrarse libre arrimando peligro al arquero volante del Equipo Banca; por supuesto, marcó varios goles. Samu, la figura de la cancha, con su aguja bien pinchuda, tatuó el arco y escribió "adentro!" porque mandó a guardar 9 de 10 que pateaba (sea de dónde y cómo sea). Y mi función, desde el arco, fue la de tapar un par de pelotas (literalmente un par, tuve varios errores y hasta regalé dos goles) que estimularon al equipo para dar más de lo que supuestamente íbamos a dar.

Eso. Que antes del partido, por las listas de buena fe, dijimos: estos nos florean el orto. Sin pena, sin escándalo, sin reclamo alguno: a bajarse los lienzos.

Lucas, quien por su pegada suave y lujosa me recuerda a Beckham y, por consiguiente, a Maxi Beckham, era la luz del equipo, la sorpresa y la vehemencia porque su polenta te levanta aunque estés medio muerto. Santiago, siempre patrón, siempre capitán, es el que se anticipa a la jugada, un cerebro bien despierto que mágicamente conoce el lugar donde ubicarse para ser inrrastreable. Federico me hace acordar al Payasito Aimar, por lo liviano, lo jugoso de su fútbol y la definición exquisita que marcó la diferencia adelante. Tito, sin mala intención (o sí, quéjoder) se volvió un pedo en la nariz: un insoportable. Iba y venía, estaba allá, te marcaba acá, corría, se paraba, te seguía, no te seguía y vos dudabas por qué no lo hacía, amagaba. Una mosca bien verde, ruidosa. A Justo no lo había visto jugar nunca pero de a ratos en el partido se notó su ausencia, supongo que por razones físicas. Y aquí está la clave: el equipo de los hermosos y famosos, según calificó alguna vez el diario Olé, no pudo jugar en equipo. Excelentes individualidades no pudieron procrear situaciones grupales de riesgo.

Tenían todo lo que se necesitaba... o casi: les faltaba un Llambí, un técnico adentro de la cancha (a falta de uno afuera en este tipo de enfrentamientos). Les faltó coordinación (imperdonable en fúlbo 5), calma y regularidad. Cuando se vieron arrinconados por el marcador que se ampliaba llegando a los minutos finales, el factor concentración comenzó a establecer la diferencia.
El Equipo Punto parecía Robocop. Apenas se movía en vano, apenas una sonrisa (es cierto, de a ratos faltaba alegríanotemfin), apenas alguna jugada riesgosa (también es cierto), concentrados como soldados Alemanes y jugando seguros, muy seguros.

Y salió a la perfección: un mecanismo inquebrantable. Hubo momentos de gran fútbol. Momentos de idayvuelta. Momentos en los que había que ser bien machito y tener unos huevos así de grandes para no perderse. Ambos equipos, Punto y Banca, fueron bien machitos.
Si alguien lo hubiera filmado... bue... si alguien... no, claro, es una pelotudez: pero fue un gran partido.

(¡¿Quién nos va a filmar?! Además, ¡¡¡¿Para qué?!!!)


*

1 comentario:

Anónimo dijo...

Funes

me reí con la crónica. fue un partidazo !

saludos