viernes, mayo 20, 2011

Ascensor repleto

foto:
santiago del estero
2009


Esta mañana me desperté porque los de Telecentro abrían un guraco en la pared y el ruido fue peor que esos despertadores a tres pesos que se venden por la estación Once. Un tipo con un arnés de color negro, tiradores y anteojos de plástico transparentes sostenía un taladro mecánico que debía ser de tres millones de watts. Se sacudía la cama. Este es un edificio, vistes. Acá las cosas se saben porque en los edificios todo se sabe. Ahora, por ejemplo, la vecina está discutiendo otra vez con su hija. La nena tiene 6 o 7 años, no más. Una quiere ver la novela y la otra un documental sobre los pulpos. Adiviná quién quiere qué. Como siempre que estoy lesionado y estoy de reposo escucho la discusión de mis vecinas. Pero como arranqué la mañana con un dolor simbólico en los huevos no estoy para aguantar sus disfuncionales gritos.
Ponele que por eso volví a escribir en el blog. Porque a veces me pasa cada cosa que me gustaría contarlo, ver si alguien lo lee (digo "ver" porque recién estaba chequeando las estadísticas y algún que otro tipo pasa por aca, tipas) y asi puedo sacármelo de la memoria. Porque esa es otra muy divina: lo que escribo acá lo olvido. Para qué recordarlo; ya lo tengo acá. Ahora quisiera olvidarme del dolor del muslo izquierdo pero eso no se puede. Tampoco soy boludo.
Ayer, mientras revisaba los mails, pensaba que sí soy un boludo. Para un tipo que dice que todas las mañanas se levanta, desayuna y me putea. Recién miraba un video donde Juan Cruz Sanchez dice que todas las mañana se hace una paja antes de ir al trabajo. Y este otro pajero, en lugar de sacudirse la gallineta, me putea.

Mirá que hay gente para todo, eh.





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3 comentarios:

la tipa dijo...

Estamos. Quedate tranquilo.

Anónimo dijo...

unos cuantos estamos

Let dijo...

mejorate Funes y volvé al fuchiboli
let